Fundado en 1910

Retrato de la Reina María Cristina de Borbón, atribuido a Vicente López Portaña, y Retrato de un caballero, atribuido a Frans Pourbus El Joven (1569-1622)

Hito histórico: dos cuadros requisados por el régimen franquista, devueltos a sus propietarios

Los herederos de Ramón de la Sota logran recuperar dos pinturas que colgaban en el Parador de Almagro en la primera restitución de arte incautado por el franquismo de la historia

El naviero Ramón de la Sota y Llano no fue solo un prolífico constructor de barcos, sino también un enamorado del arte, coleccionista de grandes obras de las que aún hoy se habla. De su ambición artística dan fe el Retrato de Martín Zapater, firmado por Goya, y una Piedad de Luis de Morales. Ambas obras se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Bilbao desde 1980.

Ese fue el año en el que sus herederos pudieron recuperarlos, tras lo cual los cedieron al museo bilbaíno, como harán ahora con dos nuevas obras que hasta ahora colgaban de las paredes del Parador de Almagro.

Esta devolución supone, sin embargo, la primera restitución de arte incautado por el régimen de Franco, y se ha llevado a cabo después de que un dictamen de la Abogacía General del Estado recomendara al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo a devolver estas dos obras, Retrato de caballero, de Frans Pourbus el Joven, y Retrato de la reina María Cristina de Borbón, de Vicente López.

Antes de que el País Vasco cayera en el bando nacional, estos cuadros pertenecían a una colección familiar reunida por De la Sota que se enorgullecía de contar con más de 300 obras. Sin embargo, tras su muerte en 1936, el Tribunal de Responsabilidades Políticas le condenó a pagar una multa de 100 millones de pesetas por «conspiración para la rebelión militar».

Para hacer frente al pago, la familia no sólo tuvo que poner a la venta su patrimonio, sino que también le fueron embargados tanto su flota como el resto de sus bienes, entre los que se incluía su colección de arte. Más de 80 años después, sus herederos recuperan dos de estos cuadros en una operación sin precedentes en nuestro país.

El problema del nacionalismo vasco

Ramón de la Sota, Marqués de Llano, había obtenido unos grandes beneficios durante la Primera Guerra Mundial. Además de en la ampliación de su flota de barcos, la familia invirtió en algunos sectores estratégicos (transporte ferroviario y electricidad) y en expansión (fabricación de material móvil ferroviario y de material eléctrico, y transformados metálicos), y el propio De la Sota adquirió importantes propiedades inmobiliarias en Bilbao y Las Arenas. Sin embargo, la iniciativa de mayor envergadura la llevó a cabo en el sector siderúrgico al constituir, en 1917, la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo con el propósito de convertirse en la empresa líder del sector.

Además de fundar y dirigir importantes organizaciones empresariales, como la Cámara de Comercio de Bilbao, el Círculo Minero de Bilbao o la Asociación de Navieros de la misma ciudad, De la Sota destacó por ser una importante figura de su tiempo. En 1921 le fue concedido el título de sir por el Rey de Inglaterra Jorge V, además de ser marqués de Llano.

Retrato de Ramón de la Sota y Llano, por Aurelio Arteta

Un aspecto destacado de su personalidad lo constituyen sus ideas políticas nacionalistas, un rasgo que lo diferenció acusadamente de casi todos los grandes empresarios vizcaínos de su época. Desde principios del decenio de 1880 fue miembro del Partido Liberal Fuerista, que defendía la restauración de los fueros y de las tradiciones vizcaínas; llegó a ser diputado provincial entre 1888 y 1892. Bajo su liderazgo, esta agrupación se aproximó, en los años noventa, al ideario nacionalista de los hermanos Sabino y Luis Arana Goiri, que habían fundado en 1895 el Partido Nacionalista Vasco, con el que llegaron a una unidad de acción política en 1899.

De la Sota llegó a ser elegido diputado a Cortes en 1918 y su hijo Ramón de la Sota y Aburto alcanzó la presidencia de la Diputación de Vizcaya entre 1917 y 1919. Esta vinculación al nacionalismo vasco fue, según la Real Academia de la Historia, el motivo por el que los vencedores de la Guerra Civil lo sometieron a él y a su familia a un duro proceso de responsabilidades políticas meses después de su fallecimiento.

Una multa heredada

Todos sus bienes fueron incautados en el verano de 1937 y tanto a él como a los demás miembros de su familia se les impusieron fuertes multas en metálico a lo largo de 1938. Acabada la Guerra Civil, el proceso judicial por responsabilidades políticas se prolongó durante muchos años, y supuso, entre otras cosas, la pérdida del control de los Sota sobre el grupo empresarial Sota y Aznar. Principalmente, la multa la heredó su hijo, el político y financiero vizcaíno Ramón de la Sota y Aburto, que murió en el exilio.

El Museo de Bellas Artes de Bilbao presentará este viernes las dos piezas, que la familia deja en depósito durante dos años en la institución que dirige Miguel Zugaza. A la presentación acudirá la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto. Y como suele pasar en las guerras y en los procesos de paz posteriores, es posible que con esta devolución se abra la veda de reclamaciones y de investigaciones: el propio De la Sota señala que es posible que haya muchas más familias en su misma situación.

En España, el bando republicano puso especialmente su foco de atención en el saqueo y quema de las iglesias y en la ocupación de palacios, lo que explica por qué durante la Guerra Civil se produjo un importante movimiento de obras de arte: algunas fueron expoliadas, otras robadas y otras enviadas al extranjero para protegerlas de la violencia. Algunas, según los investigadores, cuelgan todavía hoy de algunos de los principales museos españoles.

El proceso de devolución tuvo algo de casual: se inició después de que el tataranieto del propietario original, Ramón de la Sota Chalbaud, reconociese las dos obras en un catálogo sobre la colección de Paradores Nacionales y descubrió que estaban en Almagro. Posteriormente comprobó «in situ» que allí se encontraban.

Los herederos del naviero Ramón de la Sota y Llano dejaron el asunto en manos de un bufete de abogados y al cabo de unos tres años la reclamación ha concluido con la restitución de las obras a la familia. Todo ello, mientras el Estado mantiene un litigio contra la familia de los propietarios de Calle Saint-Honoré por la tarde, efecto de lluvia, el cuadro de Pissarro robado por los nazis y perteneciente al Museo Thyssen, declara la restitución de los bienes a los herederos de De la Sota.