¿Qué se puede encontrar en Arco 2023?
La Feria de Arte Contemporáneo de Madrid se transforma este año en un foro de intercambio artístico donde la pintura y la fotografía son las protagonistas
La primera parada antes de zambullirse en este océano de arte contemporáneo es la galería de Juana de Aizpuru, donde la gente se detiene para saludar a la gran precursora del coleccionismo en España y una de las fundadoras de la Feria de Arte Contemporáneo (ARCO) en la década de los ochenta. La edición de este año ha empezado con fuerza y muchas ganas por parte de los coleccionistas y las 211 galerías participantes. Lo que más está gustado por ahora es «el trabajo de las galerías y la forma en la que han presentado las obras, como en la exposición del Mediterráneo y la exposición de Artsituacions», afirma Maribel López Zambrana, directora de Arco, y eso que la feria no ha hecho más que empezar.
Al pasear entre las más de 117 galerías que forman el programa general la atención la acaparan dos coloridos lienzos de Manolo Quejido fijados sobre las paredes de la galería de Helga de Alvear, una de las históricas de la feria que ha conseguido traer al reconocido artista por primera vez. Helga de Alvear es una indispensable en esta feria, y este año han creado un espacio repleto de «color y alegría» con obras de Ángela de la Cruz, José Pedro Croft, responsable de la instalación compuesta con paneles traslúcidos de colores sujetos en una estructura de acero, haciendo que el visitante no pueda evitar pensar en los cuadros de Mondrian. Además, en su catálogo ofrecen arte asequible para todo el que quiera una pieza. Los precios rondan desde los 200 hasta los 300.000 euros. Junto a esta, regresan otras imperdibles para cualquier amante del arte contemporáneo, como son Marlborough, Espacio Mínimo o Guillermo de Osma, entre tantas otras.
El enfoque de selección estaba puesto en ofrecer una diversidad de artistas internacionales como el francés Fiabieme Verdien, con sus serigrafías, Marcelo Brodsky que continúa reivindicando con su arte que Europa debe ocuparse de los migrantes del Mediterráneo. Los coleccionistas también pueden adquirir un busto de Jaume Plensa o los cuadros de Juan Usle. Tampoco podía faltar en Arco las esculturas de Juan Muñoz y las geometrías de Pablo Palazuela que alberga la Galería Elvira González.
Arte desde la guerra de Ucrania
Las guerras también se denuncian a través del arte. Es lo que hace la galería ucraniana Voloshyn Gallery, fundada en 2016. Además, a pesar de ser solo el primer día y la primera vez de la galería en Arco, «quieren volver» y Anna Kopylova comenta que se «han sentido muy apoyados por la organización y de los españoles que han visitado la muestra». Solo hay un tema presente en su espacio: la guerra en su país. La galería está situada en el centro cultural e histórico de Kiev, en la calle Tereshchenkivska, en un edificio histórico.
«Durante la Segunda Guerra Mundial, el semisótano se utilizó como refugio antiaéreo, y cuando Putin invadió la capital, la Galería Voloshyn refugió en el edificio a su personal y a varios artistas», explica Anna, de la Voloshyn Gallery. Ahora siguen trabajando desde el sótano, entre sirenas antiaéreas y bombardeos. El resultado son los grafitis enmarcados de Nikita Kadan con lemas de «stop Putin /stop fascism /decolonize russia», fotografías de los campos de cultivo que ahora se han trasformado en líneas defensivas y las pequeñas esculturas desgastadas y de color negro de edificios gubernamentales y lugares destacados en toda Ucrania con la bandera, también negra, como símbolo de resistencia, hermanamiento y esperanza.
El Mediterráneo, arte reivindicativo
Los espacios también trasladan al coleccionista (o visitante) a otros lugares geográficos a través del arte. La sección temática El Mediterráneo: Un Mar Redondo, cuenta con 19 galerías para mostrar un mare nostrum lleno de artistas de Grecia, Beirut, El Cairo, Túnez, Barcelona, Marsella y Nápoles. Una mezcla que busca investigar sobre los elementos artísticos y culturales del mar, que trasciende lo geográfico, por ello se ha separado del resto de muestra. Al adentrarnos en este Mar Redondo se descubren olas azules de acero, vasijas, vidrio soplado y vídeos de procesiones durante la pandemia, en las que aparece solo el cura. En alguna de las salas de este espacio hay unas bancadas como si fuesen un pequeño estanque, un lugar de reunión para los visitantes.
Nada más adentrarse en este mar artístico, se encuentra la Kamel mennour, una galería francesa que se estrena en ARCO con la intención de «darnos a conocer y empezar a entrar en el mercado de aquí y el latinoamericano», según explica su director Xavier Von Mentzingen. La pieza que ha seleccionado la comisaria de la sección para esta galería es una amalgama ordenada de un coche aplastado que tiene la chapa recubierta con las fotos de unos vaqueros afroamericanos que realizó el artista Mohamed Bourouissa. Estuvo viviendo con ellos durante ocho meses en Filadelfia y después los trasformó en arte. Bourouissa es de origen argelino, pero vivió de joven en un barrio de los suburbios de París, donde está «la gente invisible», por eso su arte está dedicado a ellos.
Arco 2023 empezó con una gran afluencia de coleccionistas que inundaron las galerías, mientras el Niño de Elche, entonaba el primer pregón de la edición 42º, en la que se espera por parte de la organización y expositores una mejoría en las ventas respecto a años anteriores, aunque eso no se sabrá hasta el domingo, cuando termine la feria.