El Prado recupera la figura de Herrera 'el Mozo' en una exposición centrada en «el Barroco total»
El museo madrileño exhibe 70 pinturas de este creador total que fue pintor, dibujante, arquitecto, matemático, ingeniero y escenógrafo y se enfrentó a pintores del Siglo de Oro como Murillo
«Puede afirmarse sin temor a exagerar que de esta exposición emerge un Herrera ‘el Mozo’ totalmente novedoso», afirma Miguel Falomir, Director del Museo Nacional del Prado. La exposición que llega a la institución el 25 de abril, comisariada por Benito Navarrete, Catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, permite mostrar al público reunidas las múltiples facetas que hacen de él un artista integral: pintor, dibujante, grabador, escenógrafo, arquitecto inventivo y diseñador.
En esta exposición monográfica que por primera vez le dedica el Museo del Prado, gracias a la generosidad de los préstamos de instituciones públicas y privadas internacionales, es una oportunidad única para valorar el arte de Herrera ‘el Mozo’ y comprobar lo mucho que le deben los pintores de su propia generación, como Juan Carreño de Miranda y Francisco Rizi; y lo notorio que fue su legado, no solo como pintor o dibujante, sino también como «arquitecto inventivo», una faceta esencial para entender su verdadera dimensión y el alcance de su obra.
En ella se pone de relieve lo decisiva que fue su estancia en Italia con nuevas obras que reconstruyen su personalidad gráfica enmascarada y confundida en un grupo de dibujos atribuidos a Pier Francesco Cittadini conservados en el Louvre, Nationalmuseum de Estocolmo y Museo Getty de los Ángeles y que ha sido clave para reconstruir su periodo romano del que nada se sabía.
Hijo de Francisco de Herrera «el Viejo»
La exposición subraya también la fama por sus extraordinarias dotes como pintor de grandes composiciones al fresco, la influencia de su formación en Sevilla con su padre, Francisco de Herrera «el Viejo», y su relación controvertida con Bartolomé Esteban Murillo, al que desplazó en algún importante encargo, así como su faceta de dibujante e introductor del estípite en la retablística hispánica.
«Herrera ‘el Mozo’ y el Barroco total» reúne en el Prado lo más importante de su producción: El Triunfo del Sacramento de la Eucaristía prestado por la Archicofradía Sacramental del Sagrario de Sevilla; El Sueño de San José, de la iglesia de Aldeavieja de Ávila, que ha significado literalmente la resurrección de esta pintura, como igualmente ha ocurrido con el Cristo camino del calvario prestado por el Museo Cerralbo por vez primera de un formato enorme y que ardió en 1872 cuando estaba en la iglesia del Antiguo Colegio de Santo Tomás y que se ha restaurado ahora completamente devolviéndolo a su esplendor.
Nuevas atribuciones
Entre las novedades destaca la atribución del Vendedor de Pescado de la National Gallery de Canadá en Ottawa gracias a los estudios técnicos compatibles con los del Triunfo de San Hermenegildo y ser una de las pinturas que le dio fama a Herrera en Roma en fechas cercanas a 1650, al ser conocido como «Il Spagnolo degli Pexe» («el español de los peces»).
También se ha identificado en el British Museum de Londres el dibujo que regaló el propio Herrera al tribunal de la Inquisición de Sevilla y que sirvió para el Auto de Fe celebrado en la plaza de San Francisco en abril de 1660, y que hasta hace poco estaba atribuido a Velázquez e identificado como un Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid. Este dibujo que ahora se expone está citado en un contrato donde se califica a Herrera en 1660 –y viviendo Murillo– como «el pintor de más fama de Sevilla».
Además, la exposición y la investigación llevada a cabo durante más de cuatro años ha servido para estudiar los fondos del propio museo y atribuir con seguridad el llamado General de Artillería a Herrera, antes atribuido a Francisco Rizi, e identificarlo con el General de Artillería en Nápoles y Caballero de Calatrava don Diego Quiroga Fajardo, que ahora sabemos gracias a los estudios técnicos del museo que fue pintado en el mismo rollo de tela que el San Pedro perteneciente al conjunto de los Agustinos Recoletos de Madrid.
Por todo ello, recoge la nota de prensa que «la exposición ha constituido una ocasión excepcional para estudiar las colecciones del propio Museo del Prado al haberse restaurado el conjunto de pinturas de Herrera que estuvieron encastradas en la cúpula de la citada iglesia de los Agustinos Recoletos de Madrid, lugar que hoy ocupa la Biblioteca Nacional».
Desgraciadamente, nada ha llegado de su importante faceta como fresquista, pero fue su dedicación a la pintura mural la que le otorgó el mayor prestigio y le abrió las puertas a grandes oportunidades de trabajo que culminarían con su nombramiento como pintor del Rey y maestro mayor de Obras Reales.
Según el Prado, la importancia de Herrera reside en haber sabido interpretar la magnificencia y la propaganda características del Barroco mediante una ingeniosa integración de las artes y un personal desarrollo del concepto de «Barroco total» aprendido en Italia. «Solo por esto y por su influencia posterior merece el lugar de honor que le ha sido negado por nuestra historiografía, un reconocimiento que esta exposición quiere reivindicar mediante la presentación con un nuevo enfoque de lo más destacado de su producción, en buena parte restaurada para la ocasión», concluye Miguel Falomir.