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Pablo Picasso trabajando en la escultura Mujer encinta en 1953Edward Quinn | Museo Picasso de Málaga

La olvidada escultura de Picasso, protagonista de su primera exposición monográfica

El Museo Picasso de Málaga se adentra en la escultura, la obra más personal del artista, en una exposición de 61 piezas elegidas por Carmen Giménez, primera directora del centro

Aparentemente, la escultura de Picasso se vio eclipsada por sus pinturas y jugó un papel secundario en su fértil trayectoria artística. La primera muestra dedicada principalmente a su escultura no tuvo lugar hasta 1967 en la Tate Gallery de Londres y, hasta entonces, su obra en tres dimensiones había recibido escasa atención crítica.

Sin embargo, para Picasso la escultura no era una cuestión secundaria, sino una forma de expresión equiparable a la pintura. Según Pierre Daix: «Fue al menos tan gran escultor como pintor, y para él estas dos vertientes de su trabajo fueron siempre complementarias, pues había descubierto muy pronto que el paso de una a otra le permitía precisamente determinar lo que es pintura y lo que es escultura».

Picasso siempre guardó sus esculturas, aunque tardara en exponerlas. Por ello ahora, en el marco del celebrado Año Picasso, el Museo Picasso de Málaga ha organizado la primera exposición monográfica en España centrada en su faceta escultórica: Picasso escultor. Materia y cuerpo quiere subrayar el papel central que tuvo para el artista malagueño la representación del cuerpo humano entendido como totalidad y también como fragmento.

Una de las esculturas de Picasso expuestas en Materia y Cuerpo, en el Museo Picasso de MálagaMuseo Picasso de Málaga

Su comisaria es Carmen Giménez, primera directora de este museo y una de sus artífices durante el proceso de gestación, que se confesaba «muy emocionada» al regresar para conmemorar los 50 años de la muerte del artista y los 20 de la inauguración de esta pinacoteca. El museo fue «producto de un deseo compartido de regreso, primero de Picasso, que siempre anheló su tierra», y después de su familia, que «tuvo la generosidad y la firme voluntad de cumplir el deseo del artista», ha recordado Giménez.

La libertad de Picasso

Como ha explicado la comisaria en un recorrido por la exposición, seguramente «Picasso se sintió herido cuando fue rechazada su propuesta de monumento a Apollinaire porque no entendían su escultura, que no era clásica, y él quería ser libre y rechazaba cualquier censura», por lo que no mostró públicamente estas obras.

Ya con 85 años, Picasso accedió a que el Petit Palais de París mostrara por primera vez docenas de esculturas que el artista conservaba consigo. Pero, como resalta su nieto Bernard, «estas esculturas se expusieron en el Petit Palais porque en Francia no se reconocían realmente como arte, mientras que su pintura se expuso en el Grand Palais».

Al igual que en el resto de su producción artística, la escultura de Picasso se distingue por la innovación y el uso de técnicas y materiales poco ortodoxos. El desarrollo de su obra se entiende como una alternancia entre el modelado y la construcción, bien en hierro soldado, en madera o chapa de metal, incorporando el vacío como un nuevo elemento que fue crucial para la escultura moderna.

En Málaga se pueden contemplar obras maestras como La dama oferente (1933), de la que existen dos copias en bronce, la de esta exposición, procedente del Reina Sofía, y la que preside la tumba de Picasso. «Es un poco monstruosa, pero uno la quiere», afirma sobre esta obra Giménez, que desvela que hubo otro ejemplar, en yeso, que fue destruido por Jacqueline y el hijo del artista, Paul, para impedir que se pudieran crear más copias.

'La Dama oferente', escultura de Pablo Ruiz Picasso

También se expone Cabeza de mujer (1937), un ejemplar único en cemento a partir del original en yeso, y de la que Bernard revela que los ojos fueron creados por Picasso en Boisgeloup con pelotas de tenis, «porque la casa de al lado tenía una pista».

La fragilidad del yeso empujó a Picasso, aconsejado por su secretario, Jaime Sabartés, a fundir en bronce piezas como Cráneo (Cabeza de muerto), de 1943, una labor que hacía por las noches debido a la prohibición durante la Segunda Guerra Mundial por parte de los nazis, explica Giménez.

La creatividad de Picasso se revela también en Mujer encinta (1950), que en Málaga se expone en bronce pero cuando el malagueño modeló el original en yeso decidió hacer de barro el vientre de Françoise Gilot durante el embarazo de Paloma.

La interrelación que llevó a cabo entre las diversas disciplinas artísticas está presente en los principios cubistas de su pintura, que traslada a las tres dimensiones en la escultura, o en el uso de materiales encontrados que, al igual que en sus collages, utiliza para crear obras tridimensionales. Dibujos y planos de papel recortado en dos dimensiones se traducen a hojas de metal que se doblan hasta elevar su volumen. La chapa recortada y doblada sería el último material con el que Picasso se define como escultor, que trasladada al hormigón o al acero corten, dando lugar a obras monumentales a escala arquitectónica.

La obra «Cabeza de mujer» forma parte de la exposición «Picasso escultor. Materia y cuerpo»EFE

Una exposición «itinerante»

La exposición, que después de permanecer en Málaga hasta el 10 de septiembre recalará en el Museo Guggenheim de Bilbao, incluye asimismo obras nunca expuestas como el yeso Cabeza de mujer (1931).

El recorrido guarda sorpresas para el visitante, como la maqueta para la única escultura pública de Picasso, que se encuentra en Chicago, y que el artista nunca llegó a ver en su emplazamiento en esa ciudad estadounidense, como apunta la comisaria, que precisa que ha querido centrarse sólo en la escultura y no acompañarla de dibujos por las condiciones especiales de iluminación que precisan.

Carmen Giménez se muestra feliz por el hecho de que esta muestra viaje después al Guggenheim: «Picasso nunca ha sido visto en el País Vasco, donde sufrieron el Guernica», y donde hay «grandes escultores, como Chillida u Oteiza, que también vienen de Picasso».

La exposición de Málaga cuenta con 61 piezas que abarcan casi 60 años de creación del artista y que han sido prestadas para la ocasión por instituciones como los museos Picasso de París y de Antibes, el Centro Reina Sofía o el Art Institute de Chicago, además de la familia Picasso y otros coleccionistas privados.