La exposición cuenta con piezas icónicas, como una estatua romana de Venus traída del Museo Británico
'Veneradas y temidas', la exposición de CaixaForum que demuestra que el «poder femenino» no lo ha inventado Irene Montero
En colaboración con el British Museum, el centro expositivo inaugura en Madrid una muestra con 166 piezas ancestrales y actuales que ayudan a reflexionar sobre el «poder femenino» en el arte y las creencias
¿Puede el arte ayudarnos a entender mejor cómo se ha representado la realidad femenina a lo largo de la historia? Ahora que está en boca de todos esta «revisión feminista», ¿qué podemos aprender de cómo concebían el poder femenino en el Antiguo Egipto o en las culturas ancestrales de Oriente? ¿Tiene sentido hablar hoy de «empoderamiento» cuando había reinas, diosas y poderes encarnados en lo femenino desde hace más de 5.000 años?
«Veneradas y temidas. El poder femenino en el arte y las creencias» recorre la influencia espiritual femenina a lo largo de la historia y de seis continentes, aportando un diálogo con esculturas, objetos sagrados y obras de arte contemporáneo. Inaugurada en el CaixaForum Madrid en colaboración con el siempre polémico British Museum, esta gran exposición repasa 5.000 años de creencias espirituales alrededor de la mujer y la feminidad a través de 166 piezas ancestrales y contemporáneas.
Minerva, Guanyin, Taraka y la Virgen
¿Qué tienen que ver un busto de Minerva, una figura de Bodhisattva Guanyin, una máscara de baile de Taraka, de Bengala Occidental, una Oshun de la fertilidad en la cultura yoruba de Nigeria y la Virgen María de la cultura cristiana? Son todas ellas representaciones del poder femenino: diosas, espíritus, demonios y santas que, a lo largo de los siglos, han ocupado un lugar central en las creencias de muchas culturas.
Todas ellas se representan a menudo como mujeres de inteligencia, belleza y valor excepcionales. En ocasiones, la noción de género se difumina y nos encontramos ante figuras hermafroditas de atributos portentosos, o incluso figuras que, en lo que encajaría a la perfección con la ideología moderna, se consideran «no binarias»: no se identifican completamente con ninguno de los dos sexos. Se trata, en todos los casos, de representaciones simbólicas, encarnaciones de un poder espiritual, sin relación directa con el poder de reinas y princesas.
Estas imágenes, que recogen más de 5.000 años de historia, hablan del deseo humano de sentirse seguro y encontrar un sentido a la existencia, de los ciclos naturales de la fertilidad y de la continuidad de la vida. Personifican el deseo y la pasión, pero también el caos y la armonía. «Es un diálogo entre la arqueología, la antropología y el arte, añadiendo la creación más contemporánea», ha señalado en rueda de prensa Elisa Durán, directora general adjunta de Fundación «la Caixa».
Y si bien la ministra de Igualdad se arroga el haber inventado la reivindicación de lo femenino en la historia, lo cierto es que la conciencia con la que ha sido seleccionada y guiada esta exposición demuestra que, más allá de ideología y de ese extraño afán por doblegar los discursos artísticos a ideas preconcebidas, la reflexión sobre la mujer y su poder lleva presente en la cultura desde hace al menos cinco milenios.
Así lo ha constatado la comisaria y responsable de desarrollo de contenido de exposiciones internacionales del British Museum, Belinda Crerar, que ha trabajado con comunidades religiosas y se ha inmerso también en la perspectiva espiritual contemporánea. Mucho más cercana a la idea del discurso feminista, la comisaria de la exposición afirma que buscan «provocar que el público se posicione y matice sus convenciones».
Una noción de género «difusa»
A través de objetos sagrados, obras de arte o esculturas tales como la estatua de Venus o La Reina de la Noche (relieve de una mujer desnuda, con las alas hacia abajo, lo que indica que se trata de una divinidad) de varios continentes y desde el mundo antiguo hasta la actualidad, esta exposición muestra cómo las mujeres representadas como diosas, demonios, santas y otros seres espirituales han tenido un rol relevante para la comprensión del mundo.
«Lo que estas diosas y otros seres comparten es la profunda influencia que ejercen sobre las vidas humanas, tanto pasadas como actuales. Todas ellas son cruciales para entender cómo muchas culturas interpretan el mundo y afectan la manera de entender la feminidad hoy», ha apuntado Durán.
Belinda Crerar ha señalado que desde que comenzó a estudiar para poder montar esta exposición («se planteó en 2013») ha visto cómo «la noción de género se difumina y nos encontramos ante figuras hermafroditas de atributos portentosos».
Creación, sabiduría, justicia, perdón
Belinda Crerar apunta que muchas de las figuras de la exposición tienen forma claramente femenina: desde la divinidad hinduista Shakti hasta Oshun, el orisha de la fertilidad en la cultura yoruba de Nigeria. «En algunas, la forma femenina se confunde con la masculina. Otras, sin embargo, trasciende de género como La Reina de la Noche», ha añadido.
Desde la creación, sabiduría, la pasión y el deseo hasta la guerra, la magia, la justicia y la misericordia, la exposición hace un recorrido transcultural dividido en cinco salas. «En muchas culturas del mundo, las diosas diabólicas, los monstruos femeninos, las diablesas y las brujas son símbolos extremadamente poderosos», ha dicho Durán sobre la tercera sección, titulada «Magia y Maldad».
En el recorrido de la exposición Crerar ha explicado sobre esta sala, en la que se pueden ver distintas máscaras utilizadas en distintos rituales, que «la experiencia transformaba a las mujeres y empezaban a rebelarse contra las expectativas tradicionales del comportamiento femenino. Por lo que se las asociaba con la agresividad y el peligro, pero también con el conocimiento y la libertad. Eran temidas, pero también buscadas para pedir protección y consejo».
Los visitantes tienen un papel activo en la visita, por lo que al final hay una «sala discursiva» en la que deben considerar por qué, en algunas culturas, ciertas fuerzas y poderes están representados por imágenes femeninas, y qué dice eso sobre la feminidad, la autoridad femenina y el género.
«Nuestra finalidad con esta exposición es que el público se haga preguntas mientras que la está viendo y luego las responda una vez acabada. Queremos despertar el sentido crítico de la gente», han apuntado Durán y Crerar.
Creación y naturaleza
La primera sección explora las creencias que rodean la creación de la vida y del medio natural. Presenta diferentes narrativas sobre el origen y aproxima las tradiciones espirituales que han asociado la tierra con lo femenino, los fenómenos biológicos y el paisaje natural.
Muchas creencias giran en torno a una deidad creativa única, femenina o masculina. Otras trascienden el género o muestran parejas creadoras, como en el caso de un grabado japonés del siglo XIX que puede verse en la exposición. Representa a dos espíritus creadores sintoístas que agitan las aguas primordiales para crear las islas del Japón.
También se presta atención a las diferentes diosas y fuerzas representadas por mujeres, que son veneradas por su poder sobre la abundancia de la tierra y del mar. A menudo son vistas como fuerzas creativas y destructivas que simbolizan la vida y la muerte. Muchas figuras presentes en la exposición tienen una naturaleza multifacética; no todos los espíritus relacionados con la naturaleza son necesariamente benévolos. A veces son impredecibles y volátiles, y presiden tanto la creación como la destrucción.
Pasión y deseo
El segundo ámbito explora el deseo sexual y las diferentes formas en que se ha concebido en las distintas tradiciones, como un valor que eleva el alma y une a hombres y mujeres con lo divino, o como un elemento que se relaciona con fuerzas más demoniacas. En la exposición se yuxtaponen representaciones diferentes de la desnudez femenina.
La diosa mesopotámica Ishtar, Reina de la Noche (c. 1750 a. C.), relacionada con el sexo y la guerra, aparece representada frontalmente, en posición de dominio, mientras que una Venus romana clásica, saliendo del baño, se gira púdicamente para ocultar su desnudez. Se trata de representaciones siempre complejas. La imagen de Venus, por ejemplo, personifica la mirada masculina sobre el cuerpo femenino desnudo. Venus gira la cabeza y desvía la mirada. Se cubre, aunque en realidad más bien parece estar llamando la atención sobre su sexo y sus senos.
Hoy en día nos inclinamos a ver esta imagen como pasiva y coqueta, pero cuando se hizo encarnaba el poder de seducción abrumador e irresistible de una de las deidades más importantes del mundo antiguo que fue adorada por gobernantes. Podemos apreciar en las monedas de Julio César que figuran en la exposición cómo fue honrada como fuente de fuerza, virilidad y éxito. Lejos de ser una figura pasiva, Venus encarnaba la pasión en todas sus formas: desde el amor y el deseo hasta la ira y la violencia.
Magia y maldad
El tercer apartado conecta a las mujeres y a la autoridad femenina con un peligro o una amenaza para la sociedad: brujas, monstruos y demonios. En la exposición se intentan cuestionar estas creencias y observar las complejidades de muchos de estos personajes: mujeres independientes, apartadas de la sociedad, solteras y sin hijos. Dotadas de un conocimiento esotérico y habilidades mágicas, son ambiciosas en la búsqueda de sus propios intereses.
Existe una gran ambigüedad en torno a ellas, porque pueden verse como figuras peligrosas, pero también protectoras. Por ejemplo, Medusa, el monstruo de la mitología griega, concentra las dos vertientes. Desde mediados del siglo XX, su imagen se ha adoptado como icono de la rabia y de la rebelión feminista.
Esta sección presenta monstruos y demonios de distintas tradiciones de todo el mundo. Muchas de sus narrativas incluyen elementos de sufrimiento, dolor y venganza contra la sociedad. Una máscara representa a un ogro caníbal del poema épico hindú Ramayana. Una máscara del Japón muestra a un demonio, una mujer que se transforma por la fuerza de la ira que nace de los celos.
Justicia y defensa
Muchas tradiciones religiosas relacionan el poder femenino con la fuerza física, la justicia y la autoridad moral. Destaca en la exposición una gran estatua de la diosa leona Sekhmet, relacionada con la guerra, la aniquilación y la enfermedad, pero también con la protección. Fue llamada dama de la matanza y también dueña de la vida porque podía retenerla. Hathor era la diosa con cabeza de vaca de la belleza, el placer, la fertilidad y la sexualidad. Sekhmet i Hathor no son dos seres separados, sino dos aspectos del mismo poder.
En la creencia hindú contemporánea, Sakti es una fuerza divina activa que irradia y anima el cosmos. Una obra realizada por un artesano indio contemporáneo representa a la diosa Kali, asociada al tiempo, la destrucción y la valentía, que se ve como una guerrera sedienta de sangre que usa su poder para derrotar a las hordas demoniacas del caos y aligerar a los seguidores de su ego, simbolizado por las cabezas cortadas en torno a su cuello. Pero Kali también es honrada como la Madre Suprema en la creencia hindú. En ella, la violencia es un acto de compasión; usa su espada para separar a sus seguidores de las cualidades negativas que limitan su crecimiento espiritual: codicia, envidia y miedo.
Compasión y salvación
María ha sido honrada en múltiples formas, en diferentes tradiciones abrahámicas y cristianas (como Virgen María), y también en el islam (como madre de Jesús). En la exposición se puede contemplar un icono ortodoxo oriental, de los más antiguos: la Virgen Odighitria, que significa ‘la que muestra el camino’. Sostiene a su hijo en el regazo, y con la mano apunta hacia él. De esta forma guía a los fieles hacia la salvación.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, realizada con briznas de paja teñidas de diferentes colores y dispuestas en un mosaico que crea un resultado brillante, reproduce el efecto que produjo la aparición de la Virgen a un hombre indígena, en la ciudad de México, en 1531: le ordenó que construyera una iglesia en su honor, que hoy es el lugar de peregrinación católica más visitado del mundo.
La figura de la Virgen María se examina junto con el concepto de compasión del budismo. Como Guanyin, su conexión con la humanidad es lo que la ha hecho tan importante en la vida de millones de personas en todo el mundo. A través de la iluminación, Guanyin ha trascendido todas las limitaciones y no tiene género. Puede aparecer en cualquier forma que desee para promover la salvación de todos los individuos. En el budismo tibetano, Guanyin y Tara se perciben como seres espirituales, con atributos de belleza que atraen a los creyentes. La sexualidad, el encanto y el atractivo femeninos se ven como una influencia positiva en la vida humana.