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El escritor Stefan ZweigPaula Andrade

«A Stefan Zweig le encantaba España y admiraba su cultura»

Madrid acoge la primera etapa de una exposición internacional sobre el escritor austriaco con documentos manuscritos, contratos, fotos e incluso su acta de defunción. Según la consejera de Cultura del Ministerio de Exteriores de Austria, Zweig se quitó la vida por melancolía y porque «había perdido la alegría de estar en el mundo»

El escritor Stefan Zweig llega a España. La primera ocasión fue en 1905; se enamoró del país, de su cultura y de su sol y se propuso regresar, siempre que pudiese, y sobre todo en primavera. Sin embargo, no pudo ser; volvió nada más que en dos ocasiones: en 1930 y en 1936, cuando su barco recaló en Vigo, de lo cual deja acre anotación en El mundo de ayer.

Ahora, por medio del Centro Stefan Zweig (Salzburgo) y con la colaboración de la editorial Acantilado, se inaugura en Madrid, en la Biblioteca pública Eugenio Trías del Parque del Retiro, una exposición sobre el autor austriaco que incluye, entre otros documentos, su certificado de defunción –el nombre propio aparece mal escrito: Stephan–, manuscritos de su puño y letra, contratos editoriales, entradas de teatro de cuando visitó Moscú en 1928 y una especie de cuaderno de contabilidad en que el escritor anotaba las ediciones y traducciones de sus libros, adaptaciones cinematográficas e incluso los ingresos recibidos o firmados.

Helga Rabl-Stadler, consejera especial de Cultura del Ministerio de Asuntos Exteriores de Austria, en la inauguración de la exposiciónPaula Argüelles

En este cuaderno contable aparecen, por ejemplo, cantidades de 800, 1.000 y hasta 1.848 pesetas que ganaba por sus ventas o acuerdos con sellos editoriales como Apolo o Juventud entre 1931 y 1933, aparte de sus traducciones al catalán. El cuaderno refleja el gran éxito de Stefan Zweig en vida, que llegó a publicarse en idiomas tales como el georgiano, el yiddish, el lituano o el japonés.

Los españoles, entusiastas de Zweig

La exposición se formó en 2022, con motivo de los 80 años del fallecimiento de Zweig. Después de estar presente en la Biblioteca Nacional de Viena, se vio la oportunidad de convertirla en itinerante, y, de hecho, esta es la primera ocasión en que la muestra viaja fuera de la nación austriaca. ¿Por qué Madrid es la primera ciudad de este recorrido internacional? En declaraciones a El Debate, Helga Rabl-Stadler –Consejera Especial de Cultura del Ministerio de Asuntos Exteriores de Austria–, responde: «Porque tenemos un foro cultural muy ambicioso y un embajador en España que es un entusiasta de Zweig; al mismo tiempo, porque en el mundo de habla hispana Stefan Zweig es muy conocido, de manera que estaría bien comenzar aquí».

Por otra parte, está previsto que, tras la conclusión de la fase matritense (del 25 de octubre al 3 de diciembre), la exposición se pueda disfrutar en Valencia y en Barcelona, aparte de quizá otra localidad más. Luego, rumbo a Sudamérica.

La señora Rabl-Stadler –que ha sido presidenta del Festival de Salzburgo entre 1995 y 2021– asegura: «A Stefan Zweig le encantaba España y admiraba su cultura». Y ha recalcado que, a pesar de residir sus últimos años en Brasil, no aprendió la lengua lusa, pero sí que, al viajar a un país hispanoparlante, se hacía traducir sus conferencias al español y se las aprendía de memoria, para poder expresarse en idioma castellano como si lo manejase con plena soltura.

En la exposición se pueden ver cartas y postales escritas y enviadas por el propio Stefan ZweigPaula Argüelles

Según Rabl-Stadler, Stefan Zweig es hoy «más actual que nunca», ahora que «estamos buscando el alma de Europa», puesto que el novelista era un promotor de una Europa unida, basada en la «fuerza de la diversidad». Idea que se ha repetido a lo largo de la inauguración, también de labios del embajador austriaco en España. Stefan Zweig, sobre todo tras la Primera Guerra Mundial, entendió que su vocación era el pacifismo, el humanismo y una «religión de la amistad», de modo que buscó el acercamiento de los pueblos mediante la cultura, algo con lo que se identifica la señora Rabl-Stadler y su cometido dentro del Ministerio de Exteriores austriaco. En aquella época, Stefan Zweig procuró la creación de una gran biblioteca y editorial internacional, uno de cuyos primeros autores era Cervantes.

Zweig es hoy más actual que nunca, ahora que estamos buscando el alma de EuropaHelga Rabl-StadlerConsejera especial de Cultura del
Ministerio de Asuntos Exteriores de Austria

Sin duda, un aspecto relevante de la personalidad de Stefan Zweig era su condición judía, al tiempo que se sentía plenamente integrado bajo la monarquía católica austriaca. Es más, al regresar a su país en 1919 –había marchado a Suiza durante la Gran Guerra–, su tren se detuvo en la frontera durante un buen rato. Allí vio a Carlos I, que había sido emperador austrohúngaro hasta su abdicación en noviembre de 1918 y que marchaba al destierro. Entendió en ese momento Zweig que ya «nada volverá a ser como antes», y observó cómo decía adiós «el mundo de ayer».

Por tanto, ¿era partidario de un Estado judío? Responde para El Debate la señora Rabl-Stadler: «Zweig conocía a Theodor Herzl [impulsor del sionismo y de la creación del Estado de Israel], pero nunca se mostró como defensor de un estado aparte». Y prosigue: «No me atrevería a interpretar qué pensaría hoy al respecto, sería erróneo», y añade que «hay que reforzar el derecho de Israel a su existencia».

Inicio de la exposición sobre Stefan Zweig, en la Biblioteca Eugenio Trías de MadridPaula Argüelles

Cosmopolita, europeo, pacifista y viajero

A través de paneles, de mesas y vitrinas, se puede conocer la vida, la obra y el pensamiento de Stefan Zweig. La exposición destaca su carácter cosmopolita, europeo, pacifista, viajero, además de literario. Se pueden observar reproducciones de las postales –algunas en color– que mandaba desde Buenos Aires, París, Palermo, Budapest, Toronto, México, Florida. Un panel destaca que, precisamente, su última publicación en suelo germánico (Viena, 1938) antes de que el nacionalsocialismo se anexionase el solar austriaco fue la biografía sobre Magallanes, redactada durante su exilio londinense.

En la muestra se pueden consultar bastantes detalles de las diferentes facetas del escritor vienés, desde su correspondencia con Strauss hasta sus incursiones en la ópera y el teatro, además de las versiones en largometraje de sus relatos. En 1923 se rodó la primera de las muchas películas basadas en sus libros (más de un centenar), y en la actualidad sigue siendo inspiración para la gran pantalla: desde Novela de ajedrez o La impaciencia del corazón hasta biografías de Zweig.

Aunque su adaptación más conocida y lograda sea Carta de una desconocida (1948), interpretada por una esplendorosa Joan Fontaine (hermana de Olivia de Havilland) y dirigida por el alemán Max Ophüls, los paneles de la exposición destacan producciones recientes, además de Ardiente secreto (1933) y la versión de Veinticuatro horas de la vida de una mujer protagonizada por Danielle Darrieux y Romina Power (1968).

Algunos de los libros de Stefan Zweig editados por AcantiladoPaula Argüelles

Los organizadores resaltan la importancia de que la exposición esté presente dentro de una biblioteca, en el lugar donde no sólo se pueden leer las obras de Stefan Zweig, sino que representa un entorno muy familiar para el autor. Algo que, a lo largo de la inauguración, han comentado Enno Drofenik –embajador de Austria en España, y que ha reconocido que Ander Gil, expresidente del Senado, propuso que esta exposición viniera a España–, y Marta Rivera –Delegada de Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid–.

Como dice Helga Rabl-Stadler, el escritor vienés residió durante muchos años en un palacete de Salzburgo, conocido como «Villa Europa», donde disfrutaba de una enorme biblioteca. Sin embargo, en Petrópolis, que «es un poco deprimente, con esa casita de habitaciones pequeñas», se sintió apesadumbrado por la melancolía. Rabl-Stadler, tras leer «muchas cartas de Zweig durante una época en que era muy feliz», asume que el novelista se halla bajo un estado melancólica «cuando se suicida». No cree, por tanto, que la decisión de quitarse la vida en febrero de 1942 se debiera, básicamente, a que estuviera «desesperado» ante la probable victoria nazi en la II Guerra Mundial, sino que destaca que Zweig «había perdido la alegría de estar en el mundo». Acostumbrado a vivir rodeado de amigos y libros, su vida en Petrópolis quedaba demasiado lejana emocionalmente de Salzburgo, y él se encontraba «cansado y decepcionado de la sociedad».