Centenario de Antoni Tàpies, el artista rebelde marcado por los conflictos contemporáneos

La obra de Tàpies, que habría cumplido 100 años este 13 de diciembre, está marcada por la experiencia de la guerra y posguerra durante su juventud. La incertidumbre de la época llena su arte de imágenes brutales. Entre sus principales influencias, que alimentaron su obra para crear sus impactantes composiciones, destacan fuentes tan dispares como Nietzsche, Cataluña o el budismo. Repasamos diez de sus obras más reconocidas por su centenario

Javier Pareja

Fils i argolla, 1946

Debido a los estragos de la II Guerra Mundial y el lanzamiento de la bomba atómica, Tàpies expresó su interés por el polvo, la tierra, la materia y los átomos a través de técnicas innovadoras, raspados, collages e incisiones, llegando a ser posteriormente parte fundamental del lenguaje personal de todas sus pinturas.

Figura sobre fusta cremada, 1947

La obra de Tàpies se refiere a lo sagrado de una manera diferente y «profanadora». Sus obras en esta época tenían un carácter mágico o surrealista.

El toro, 1951

En los años 50, Tàpies se trasladó a París. Para él, eran momentos de «fresca victoria de las democracias sobre el espectro de las dictaduras europeas occidentales». La experiencia parisina supuso una entrada de luz y esperanza en la vida.

Notes de societat, 1951

La obra del artista se llenó de fuerza optimista y nueva inspiración. En París, Tàpies se propuso renovar su obra uniendo el espíritu de vanguardia con la crítica social y política.

Porta metàl·lica i violí Porta metàl·lica i violí, 1951

Pintura sobre objeto o ensamblaje. Tàpies se concibe a sí mismo como un alquimista. El violín sobre la puerta de metal expresa que el material alcanza un carácter espiritual, cargado de belleza.

Pintura-bastidor, 1962

Antoni Tàpies consideraba el cuadro como un objeto, no como una ventana, como era habitual en la concepción clásica de la pintura. Por ello, Tàpies daba relieve a la superficie de sus telas con materiales tales como tierra, arena, paja y otros. En esta línea de trabajo, algunas veces el artista intervino la tela por detrás para enfatizar la concepción de la pintura como objeto.

Gran Equis, 1962

Con esta obra se consolidó y obtuvo el reconocimiento internacional y la notoriedad dentro del mundo del arte. Las interpretaciones sobre ella han sido tan variadas como numerosas debido a su importante carga de simbolismo, que recorre el conjunto de su trabajo, perteneciente a la denominada corriente informalista.

Blau emblemàtic, 1971

El color azul coronado por una nube cubre la madera. Antes de que Antoni Tàpies pintara sobre la tabla, fue una superficie lisa. Por este motivo es representación del paso del tiempo, de la tortura del material, de las señales humanas, del esfuerzo en la construcción y destrucción de la obra.

Solidaritat amb Bòsnia, 1995

Tàpies consideraba que la lucha por los derechos humanos debía ser uno de los propósitos de toda cultura. Por ello, fueron pocos los conflictos a los que Tàpies no dedicó su atención. Vietnam, las dictaduras de Chile y Uruguay, el apartheid en Sudáfrica, el problema en Palestina… Todos recibieron la solidaridad de su gesto artístico.

Cos lligat, 2010

En esta obra afronta sus miedos y la terrorífica idea de la muerte. En los últimos años, Tàpies retoma algunos de sus grandes temas: el cuerpo, la muerte y el deseo. Vivir la Guerra Civil durante la adolescencia le hizo ser muy consciente de la muerte, y desde ahí se puede entender toda su obra.