Los cinco cuadros que (casi) todo el mundo mencionaría como los más famosos del mundo

Este repóker puede resultar escaso para las decenas de obras que pueden figurar entre las más conocidas por el público, pero a buen seguro cualquiera de ellas ha estado alguna vez en la mente de (casi) todos

La Gioconda de Leonardo da Vinci

Apenas puede haber discusión de que La Gioconda es el cuadro más famoso del mundo. El misterio de la sonrisa de la Mona Lisa y de la verdadera identidad de la modelo. Su impresionante robo y desaparición, las infinitas páginas escritas y palabras habladas, los millones de representaciones, adaptaciones, la imaginería, el merchandising y la impresionante altura artística de su autor, el genio Leonardo da Vinci, hacen de ella el cuadro más popular por antonomasia.

Las meninas de Velázquez

En realidad se llama La familia de Felipe IV, pero ha pasado a la historia como Las meninas, las infantas convertidas en iconos a través del tiempo, en arte pop, en souvenirs. El cuadro que no ha salido del Museo del Prado desde 1936 porque el vacío que dejaría en la pinacoteca madrileña sería imposible de llenar. Las meninas que no se prestan, la obra sagrada y universal que nos sugiere maravillosamente que en realidad Velázquez nos está pintando a nosotros.

Los girasoles de Van Gogh

Lienzo e imagen icónica. La obra del que puede que sea el pintor más famoso del mundo. El eterno hombre desgraciado en constante búsqueda y tribulaciones que apenas vendió un cuadro en vida y a su muerte sus obras se convirtieron en las más caras de la historia. Los girasoles, el cuadro del que existen tres versiones, una de las cuales fue robada por los nazis a su propietario judío, quien la adquirió en 1910. Vendida en 1987 por 28 millones de euros, está valorada en más de 200, pero incluso más que eso está valorada en el imaginario del público.

El grito de Münch

Otro cuadro icónico y famosísimo del que también existen distintas versiones. Münch retrató la ansiedad del hombre occidental que él mismo padecía. Epítome del «arte degenerado», como lo llamaron los nazis, durante mucho tiempo fue considerado una especie de artista desequilibrado cuya obra inquietaba a quien la contemplaba. El cuadro que no representa a una persona que grita, como durante mucho tiempo se creyó, sino a una persona que escucha un grito.

Baile en el Moulin de la Galette de Renoir

Las personas que aparecen en el cuadro son conocidas del autor y después de siglo y medio también conocidas del espectador. Desde la actriz Jeanne Samary, que coge del hombro a su hermana Estelle, el crítico de arte Georges Rivière, sentado a la derecha de la mesa, o el pintor Pierre-Franc Lamy, de espaldas, hasta la modelo conocida como Margot y el pintor cubano Pedro Vidal de Solares y Cárdenas, quienes bailan agarrados a la izquierda. Es quizá la obra más conocida de Renoir y también una de las más conocidas y reconocibles en el mundo.