Isabel Quintanilla tendrá la primera exposición monográfica de una artista española en el Thyssen
Siete años después de su muerte, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza realizará una muestra monográfica de la artista madrileña. La exposición reúne un importante número obras que nos enseñan un dominio impecable de la técnica y nos acerca a su universo intimista
El Thyssen dedica por primera vez una exposición monográfica a una artista española, Isabel Quintanilla, una de las figuras fundamentales del realismo contemporáneo. La exposición se podrá visitar del 27 de febrero al 2 de junio de este año y contará con una selección de 90 obras de toda su trayectoria, además de pinturas y dibujos nunca antes vistos.
Isabel Quintanilla, nunca llevó su pintura a los relatos de grandes batallas o personajes históricos. Su orbe pictórico estaba protagonizado por objetos personales, habitaciones pequeñas y humildes, paisajes y jardines. Durante seis décadas, la obra de Quintanilla supo capturar los espacios interiores, un ambiente doméstico, íntimo y cotidiano, con un dominio absoluto de la técnica y un interés por el tratamiento de la luz y la más fiel realidad de sus ojos.
Nació en 1938 en Madrid, en el seno de una familia humilde. Isabel ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando con tan solo quince años. A partir de ese momento si vida artística y privada cobrará un nuevo sentido. Allí se formará como pintora y conocerá a una serie de artistas que marcarán tanto su trayectoria profesional como sus relaciones. Amalia Avia, Francisco López, Julio López, María Moreno, Esperanza Parada, y Antonio López y la propia Quintanilla formarán un grupo de jóvenes pintores de características similares cuya vida y obra es inseparable, los realistas de Madrid.
La olvidada del «grupo»
Aunque nunca se autodenominaran un grupo, sus vidas unidas en lazos familiares y de amistad. Una vez finalizada su formación se trasladó a Roma junto a su marido, el citado escultor Francisco López. Fue entonces cuando logró un reconocimiento serio de su pintura, gracias al coleccionista y marchante de arte alemán Ernest Wuthenow. Este hecho, lo reconoció la propia Quintanilla: «En España eras mujer. No eras nadie, no pintabas. La consideración como pintora la logré en Alemania. Pintora, no mujer. Les encajó muy bien el realismo, les gustaba».
Durante las siguientes décadas expondrá por todo mundo: París, Nueva York, Helsinki, Múnich y España. Sin embargo, nunca obtendrá, nuestro país, el reconocimiento que tienen otros de sus compañeros, como Antonio López. Esto se puede observar en sus exposiciones en territorio nacional, donde la mayoría son colectivas con su «grupo».
El realismo íntimo de Quintanilla
Su arte va a inclinarse por el realismo, algo que siente como propio y cercano. Desde sus inicios podemos ver un gran interés por la observación del entorno: pequeños bodegones, objetos pequeños y cotidianos como guantes o sandalias. Se trata de una forma de retrato, en este caso se omite la figura humana por el retrato fiel de lo cotidiano. Llegó incluso a realizar varias versiones de las famosos vasos de la marca Duralex.
Los retratos domésticos estaban representados meticulosamente, prestando mucho énfasis en el tratamiento lumínico. Estos espacios vacíos representaban a quien los había ocupado a través de su elipsis. También, la exposición recoge el interés de la artista por la naturaleza. Quintanilla retrata una naturaleza a menor escala que la de los impresionistas, mucho más modesta y cercana.