A diferencia de otras obras del artista, esta fue comprada en 1973 por el gobierno australiano por cerca de dos millones de euros, una cifra insólita para esa época, convirtiendo el cuadro en la pieza de arte moderno más cara que jamás se haya pagado para exponer en una muestra. La obra muestra todo tipo de colores, donde priman el negro, el rojo, el azul y el amarillo, entre otros.