ARCO: de Picasso y Tàpies a los enanitos verdes pasando por el gay Manuel
Lo más provocador que se puede encontrar en la feria de arte contemporáneo de Madrid es una obra de hace 40 años; los artistas huyen del conflicto
ARCO ha abierto sus puertas lleno de novedades, pero sin rastro de polémica ni de conflicto. Curiosamente, la obra más provocadora, y la que más público tenía a su alrededor este miércoles, día de la inauguración, era una escultura creada hace 40 años, en plena movida madrileña, cuando España estrenaba su democracia, no existía el pensamiento woke y ningún artista quería ser políticamente correcto.
Se trata de la escultura «Manuel», de Rodrigo Muñoz Ballester, que expone la galería José de la Mano y se vende al precio de 80.000 euros. Esa obra homosexual, cruda y escandalosa, que no se vendió en su día (1983), se ha convertido en la estrella mediática y de público de esta edición de ARCO. Lo que no se sabe aún es si encontrará comprador en esta ocasión y a ese precio, muy superior al de obras de autores muy cotizados.
Como siempre, en ARCO se mezclan grandes obras de autores cotizados, indiscutibles, con otras de artistas desconocidos para el gran público. Lo difícil es saber cuáles de estos últimos soportarán el paso del tiempo, pero ni siquiera los mayores expertos del mundo aciertan siempre. ¿Cuántas obras compradas a precios elevadísimos son vendidas años después por mucho menos o no encuentran comprador?
En los pabellones 7 y 9 de Ifema hay 205 galerías de arte, españolas y extranjeras, llenas a su vez de todo tipo de obras y precios. La más cara de todas es un cuadro de Joan Miró, "Verano de 1936, de la galería Leandro Navarro, que se vende a 3,3 millones de euros. Pero este no es el único Miró que se expone en la feria de Ifema. También hay un Picasso, en la galería Guillermo de Osma, valorado en 2,5 millones de euros, y un Chillida, en la galería Mayoral, por el que piden 1,2 millones.
Más económicos son los cuatro cuadros de Canogar que forman la colección Virtudes Cardinales y que vende la galería Álvaro Alcazar a 60.000 euros cada uno, aunque lo ideal es llevarse los cuatro juntos.
Y, como este año se celebra el centenario de Tàpies, se pueden contemplar muchas obras suyas en distintas galerías de la feria de arte contemporáneo.
Luego hay cuadros que llaman la atención del visitante, como por ejemplo la atrevida versión que hace Pedro Cabrita Reis en Devoured del cuadro de Goya Saturno devorando a su hijo.
También resulta muy sorprendente el niño tenista derrotado que yace sobre el césped en la escultura Kev de Elmgreen & Dragset y que se exhibe en la galería Helga de Alvear.
Y, entre todas esas obras, de repente aparecen en la feria de arte unos enanitos verdes, que son las inquietantes esculturas de musgo creadas por Kim Simonsson y que ponen la nota medioambiental a la feria de arte contemporáneo más políticamente correcta e inocua de la historia, y ya van 43 ediciones.