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'Inocencio X de Velázquez', de Francis BaconNational Portrait Gallery

Con Francis Bacon llegó el horror a la National Gallery

Una muestra del pintor dublinés hiere la sensibilidad del público londinense

Son 55 pinturas. Pueden no parecer muchas, pero han sido suficientes para aterrorizar al público londinense.

La exposición Francis Bacon: Human Presence, en la National Portrait Gallery de Londres, ha logrado un curioso consenso entre críticos: es un hipnótico horror cuya belleza es imposible de dejar de admirar.

Francis Bacon, provocador, revolucionario, visionario, no da tregua. Sus retratos son definidos por el crítico de The Guardian, Jonathan Jones, como de una «monstruosa modernidad» y de una «humanidad atemporal».

La exposición es para Jones «un torbellino de horrores» de «retratos desfigurados, ahuevados y claustrofóbicos de hombres sentados».

Con todo, para el crítico de The Guardian la exposición del National Portrait Gallery «es la mejor muestra de Bacon que he visto nunca», «responde a todas las preguntas sobre su grandeza».

Rasgos difusos, fantasmagóricos, donde no se dibuja la frontera entre el hueso y la carne. Hombres animalizados, o animales humanizados… Rasgos simiescos, muecas grotescas, cuerpos reblandecidos, sin huesos… El rastro de baba que deja un caracol, parafraseando al mismo pintor irlandés.

La exposición de Bacon en la National Portrait Gallery transmite una violencia difícilmente tolerable para determinados estómagos.

Sus pinturas son amasijos de carne deformes, heridas abiertas sanguinolentas. Son obras que transmiten tormento, crueldad y que reflejan el gran vacío que había en el alma del pintor.

La pintura de Bacon es nihilista, es pesimista y, afirman quienes han visto la exposición, deja un enorme vacío interior.

La exposición reúne algunas de las obras más famosas del artista, como el Inocencio X de Velázquez, el Autorretrato, Estudio de cabeza humana, Estudios de Isabel Rawsthorne o Henrietta Moraes.

Según la crítico de The Times, Laura Freeman, «las pinturas te afectan de una manera tan intensa y desagradable que se te meten en los dientes y el cráneo».

Son cuerpos, explica Freeman, que parecen pasados por una picadora de carne antes de ser retratados: «Las poses son retorcidas, las piernas tan escorzadas que prácticamente son amputaciones».

Francis Bacon quizás sea demasiado fuerte para la sociedad blanda y sin criterio de hoy y, sin embargo, su pintura retrata a la perfección la sociedad hedonista y vacía de valores en la que vivimos.

Tal vez, por ello, esa sociedad se siente interpelada y experimenta un enorme rechazo ante un retrato de Bacon. Porque ante el horror expresada por sus bocas abiertas llenas de dientes, o plasmada en esos amasijos de carne amorfa, la sociedad woke de hoy se siente retratada como si se viera ante un espejo.