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Escultura del Apolo de Belvedere en el Patio Octógono de los Museos VaticanosMuseo Vaticano

Los Museos Vaticanos exhiben el Apolo de Belvedere tras cinco años de restauración

Fue financiado mediante donaciones privadas de Estados Unidos con un coste total de alrededor de 250.000 euros

Los Museos Vaticanos exhiben al público el Apolo del Belvedere, la emblemática escultura que representa la perfección de la belleza clásica, tras cinco años de restauración durante un meticuloso proceso.

Ha requerido tecnología de vanguardia, fue financiado mediante donaciones privadas de Estados Unidos con un coste total de alrededor de 250.000 euros.

La estatua del Apolo fue descubierta en 1489 en Roma, en las ruinas de una antigua casa en la colina del Viminal. El cardenal Giuliano della Rovere la compró y, cuando se convirtió en Papa, Julio II, entre 1503 y 1513, la llevó al Vaticano, donde está en el Belvedere desde 1508.

En ese momento, la estatua estaba casi completa, pero le faltaba la mano izquierda y algunos dedos de la mano derecha. Entre 1532 y 1533, el restaurador Giovannangelo Montorsoli la reparó, completando el brazo izquierdo, reemplazando el antebrazo derecho y ajustando la parte superior del tronco donde descansaba el nuevo brazo.

El Apolo se muestra lanzando una flecha con su arco, que originalmente debía sostener con la mano izquierda. La estatua fue creada por un taller en Roma en el siglo II d.C. que replicó una famosa escultura de bronce griega de alrededor del 330 a.C., probablemente hecha por Leochares, un destacado artista de la época, conocido también por su trabajo en el Mausoleo de Halicarnaso, una de las siete maravillas del mundo antiguo.

¿Cuándo se decidió restaurar el Apolo?

En diciembre de 2019, se identificaron problemas estructurales graves que requirieron una nueva restauración. Se decidió añadir un soporte de fibra de carbono en la parte trasera de la estatua, una técnica que ya había sido utilizada antes por Antonio Canova cuando la estatua volvió de París en 1816.

Se decidió añadir un soporte de fibra de carbono en la parte trasera de la estatua, una técnica que ya había sido utilizada antes, por ejemplo, por Antonio Canova cuando la estatua volvió de París en 1816

Después de cinco años de restauración la estatua reaparece para los visitantes de los Museos Vaticanos.

Proceso de restauración

Guy Devreux, jefe del Laboratorio de Restauración de Materiales, destacó en la presentación que la estatua había sido restaurada con éxito, eliminando las «fragilidades evidentes» en su base.

Además, se le añadió un refuerzo de fibra de carbono y acero en la base de mármol, realizado con una técnica que aprovechó los orificios y rebajes existentes. Esto le devolvió a la obra su estabilidad original, informó Europress.

Durante este proceso, se incorporó un refuerzo similar a un «mástil de vela de la Copa América», que permitió reducir el peso en aproximadamente 150 kilos y fue controlado mediante fibra óptica invisible.

Además, se logró recuperar la mano izquierda del Apolo siendo este uno de los princpales objetivos a la hora de restaurar la obra.

Cerca de Nápoles se encontraron numerosos fragmentos de yeso de un taller que contenía moldes exactos de obras maestras del arte griego. Entre estos fragmentos se identificó la mano original de la escultura.

De esta manera, según explicó Devreux, la restauración permitió reintegrar una mano «original» usando un molde de escayola tomado de ese taller de Baia.

Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos, subrayó que se trató de una inserción reversible, un experimento audaz que ha dado buenos resultados. La nueva mano, que reemplaza a la intervención realizada por Giovannangelo Montorsoli en el siglo XVI, ha superado a la anterior, según Jatta.

Por su parte, Claudia Valeri, conservadora del Departamento de Antigüedades Griegas y Romanas, destacó que gracias a esta restauración, la escultura vuelve a deslumbrar, permitiendo apreciar nuevamente una de las obras maestras de la escultura antigua, resultado de un continuo diálogo científico.