En la madrileña ermita de San Antonio de la Florida, a orillas del Manzanares, descansan desde 1919 los restos de Francisco de Goya. Esta pequeña iglesia es, por ello y por los frescos que custodia, uno de los monumentos más estrechamente vinculados al pintor aragonés. Entre 1792 y 1798 Goya decoró las bóvedas de la ermita con pinturas al fresco, un conjunto que se sitúa entre sus principales obras maestras y que se pueden disfrutar lejos de masificaciones. Debido a la actuación de Goya, San Antonio de la Florida es uno de los monumentos más reseñables de Madrid y que, sin embargo, no goza de la fama de las atracciones turísticas más conocidas de la capital de España.