Lita Cabellut, la artista moderna, pero no «woke», por la que se interesa la Reina Letizia
La autora española, multidisciplinar, gitana, huérfana, adoptada y hoy una de las más cotizadas del mundo expone en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
La historia de Lita Cabellut es una buena historia. Nació en una familia gitana pobre y en su infancia vagabundeó y robó por las calles en su natal Sariñena. Su madre era prostituta, vivió en la calle en Barcelona y terminó en un orfanato. Su suerte cambió cuando fue adoptada por una familia pudiente, y en ella se hizo artista casi como cuando a Basquiat, otro vagabundo, su madre le llevó a ver el Guernica.
En el caso de Lita fue el Museo del Prado. Y ya no quiso ser otra cosa que artista. Con 16 años expuso en el Ayuntamiento de El Masnou, y a los 19 se marchó a Ámsterdam con una beca de una academia. Cabellut es pintora de verdad. Se inspira en otros artistas, como todos los artistas, pero tiene una mirada propia que convierte su arte en suyo, valga la redundancia.
La reina Letizia ha ido a ver su exposición Goya x Lita Cabellut. Los Disparates, a la que también ha acudido el ministro Urtasun, quien no ha hecho mención alguna a la visita como suele hacer cuando algo le parece destacable. Una posible señal de que el peor ministro de Cultura de la historia de la democracia no ha advertido ninguna verdadera característica del arte contemporáneo que tanto le gusta desvirtuar, no crear, las obras de sus mayores.
Cabellut pone su mirada y su talento contrastados al servicio del gran maestro Goya sin trastocarlo, componiendo con él una obra que nada tiene que ver con el revisionismo, sino solo con la creación. Ella misma admite: «He querido acercarme a los Disparates sin juzgar, ni posicionarme en la tragedia a la que asistió, sino observarlo, sentirlo y reflejarlo de la misma manera en que creo que él lo hizo. A pesar de sus escalofríos y horror, Goya tuvo la fuerza para dejar el sentimentalismo a un lado y olvidar sus problemas, para ofrecer un testimonio en el que nos recuerda: «Esto es lo que somos».
Hay una interpretación artística y no ideológica. Y se agradece como se agradece su arte puro. Cabellut confiesa: «Al sumergirme en los Disparates de Goya siento incapacidad, impotencia, vértigo y una ansiedad desmesurada por ver un escape de luz, por encontrar una salida, un camino a un paisaje humano...», y al mismo tiempo admite que «la fe también es belleza» aunque la representación pueda ser espantosa.
Esto le ha enseñado Goya a Lita Cabellut, quien dice que enfrentarse el maestro aragonés, como ella, le produce un «vértigo indescriptible», pero se que se enfrenta a ello «con absoluta humildad y admiración, consciente de que las planchas que se custodian siguen manteniendo toda la emocionalidad que Goya plasmó en ellas».