Fundado en 1910

Detalle de La fuente (un urinario) de Marcel Duchamp

¿Es el arte contemporáneo un truco para vendernos la moto (o lo que sea)?

El hecho de que no tenga que entenderse una obra contemporánea ya despierta sospechas. ¿Por qué? ¿Para no tener que dar las explicaciones debidas?

Dijo Albert Boadella en una entrevista para El Debate que en París, como centro mundial del arte, «acomplejados por el rechazo que habían mostrado a los impresionistas, que se habían convertido en los mejores pintores del mundo, empezaron a aceptar cualquier cosa para no volver a hacer el ridículo. A partir de ahí empiezan lo que yo llamo los ismos: el cubismo, el surrealismo... entonces cualquier personaje que aparece por allí es bien recibido e incluso elevado a la categoría de genio. Hay un momento clave que aprovecha Picasso, siendo un pintor muy dotado, que se dedica a partir de entonces al mundo de la especulación, del truco y del dinero».

El mundo de ayer

Especulación, truco y dinero. ¿Es realmente esto el arte contemporáneo? El dramaturgo español concluía su análisis con que «ahora nos encontramos con este mundo de la nada, artísticamente, con la excepción del ballet...». Este mundo de la nada recuerda a El mundo de ayer de Stefan Zweig, pero al revés, donde el infortunado escritor austríaco describía donde estaba todo.

Con esta afirmación de Boadella, quizá cabría escribir un Mundo de ayer artístico. La nostalgia del arte que se entendía. Dicen que el arte contemporáneo no tiene por qué entenderse, sino que solo tiene que sentirse, para bien, para mal o para lo que sea o como sea.

Plátano pegado a la pared (obra de arte inspirada en El comediante expuesta en Art Basel)

Esto parece ventajoso para el artista contemporáneo. No tanto para el espectador contemporáneo, que puede ver un plátano pegado a una pared con cinta adhesiva y luego acordarse de Las meninas en una inconcebible comparación. Pero según la teoría de que el arte contemporáneo solo debe sentirse, ambas obras se igualan como tal arte. Están en la misma categoría de arte: Las meninas y un plátano pegado a la pared con cinta adhesiva. ¿Merece semejante parangón la existencia del complejo con los impresionistas o ya es una simple coartada?

'Saturno devorando a un hijo'

Según el medio Totenart, «El arte contemporáneo y sobre todo el abstracto es una forma libre de expresión que fluye del interior del artista para comunicarse con los espectadores de manera individual a lo que el receptor quiera o pueda interpretar en el momento en el que observa la pieza», y añade que no tiene por qué agradar, puede causar rechazo y que prácticamente todo es provocación. Afirma que no se debe confundir el rechazo con la indiferencia y pone como ejemplo: «Que levante la mano quien considere que el Saturno devorando a un hijo de Goya es una obra bonita de admirar».

Saturno devorando a su hijo de Goya

Desde luego, «bonita» no es. Pero tampoco cabría calificar como «bonita» Las meninas. José Javier Esparza escribió un libro titulado Los ocho pecados capitales del arte contemporáneo, donde trataba de separar todos los conceptos, desde el truco y la especulación hasta la estafa. Esparza afirmaba precisamente que por primera vez en la historia de la humanidad las personas no entendían el arte de su tiempo. Es una afirmación impactante que refleja la oscuridad insondable del arte contemporáneo donde cabe todo, por supuesto también el engaño que apenas nadie (tampoco, no faltaba más, quienes viven de ello) reconoce.

De la abstracción a la anarquía

El hecho de que no tenga que entenderse una obra contemporánea ya despierta sospechas. ¿Por qué? ¿Para no tener que dar explicaciones? Parece la mejor manera de hacer lo que a cada «artista» le plazca sin límites, lo cual no redunda, ni mucho menos, en el arte, sino en el descaro. Escribe Esparza sobre conceptos, también contemporáneos, conocidos, como la transversalidad, el nihilismo... el nihilismo es la nada y en la definición casi se muestra lo que es el arte contemporáneo a pesar de que no se quiere mostrar.

Las meninas de Velázquez

Además, el arte contemporáneo se ha olvidado de la belleza en esa tendencia (más bien totalitarismo) de solo hacer sentir, aunque sea asco. De la abstracción moderna se diría que se ha pasado al anarquismo contemporáneo. El arte es, según la RAE, sinónimo de talento, de maestría, de habilidad o de práctica, y también de disciplina y de orden. ¿Qué talento, maestría, habilidad, práctica, disciplina u orden hay en un plátano pegado a una pared con cinta adhesiva? Alguien tiene que decir que no hay nada de esto, sin ningún complejo heredado por la metedura de pata con los impresionistas; como también alguien tiene que decir, solo poniendo como ejemplo estos dos casos extremos, que Las meninas están precisamente llenas de todo eso que le falta al plátano.