Fundado en 1910

Interior de la Basílica de San Lorenzo de El EscorialPatrimonio Nacional

Una mala decisión de Felipe II privó a España de un monumento tan increíble como la Capilla Sixtina

El greco fracasó a la hora de lograr el mecenazgo de Felipe II para decorar el interior de la Basílica de San Lorenzo de El Escorial

Compilación ideológica de la visión imperial y religiosa de Felipe II, donde queda reflejada su cosmovisión, su filosofía neoplatónica y su cristianismo.

Tesoro artístico donde la tradición italiana y la flamenca se dan la mano en una simbiosis perfecta, que da como resultado un edificio líneas austeras y a la vez una grandiosa monumentalidad.

Comparado con el Templo de Salomón en Jerusalén, llamada octava maravilla del mundo, panteón de los Reyes, Reinas e Infantes de España… El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es, quizás, el monumento más sobresaliente de nuestro país (mérito que se disputa con la Alhambra de Granada y con algunas catedrales, como la de Santiago, León, Burgos, Sevilla o Córdoba).

El edificio, obra maestra de Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, sigue en muchos aspectos la planta y los elementos vistos en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Al mismo tiempo, su construcción sigue, a veces con gran fidelidad, las instrucciones dadas en la Biblia para la construcción del Templo de Jerusalén.

El simbolismo en el Monasterio juega un papel central. Los reyes de Judea en su fachada subrayan la idea de una nueva Jerusalén. La biblioteca es, en sí misma, un libro abierto donde los frescos narran un discurso doctrinal no visible para todos los ojos.

El Monasterio de El Escorial no suele estar entre los monumentos más demandados por los extranjeros y, en cambio, es el más asombroso.

El Greco y su fracaso

Con todo, la percepción del Monasterio de El Escorial podría haber sido muy diferente si no hubiera sido por una imprudente y errada, aunque en su contexto lógica, decisión de Felipe II.

El interior de la basílica, los frescos que cubren la bóveda sobre el coro, podrían ser obra de El Greco, y no de Luca Cambiaso, quien los pintó finalmente. Y, ojo, no es que Luca Cambiaso y su obra en San Lorenzo sea mala. Todo lo contrario.

Pintura del Martirio de San Mauricio de El GrecoPatrimonio Nacional

Probablemente La Gloria representada por Cambiaso sobre el coro sea uno de los máximos exponentes de la pintura manierista. Pero, no nos engañemos. Si la bóveda la hubiera pintado El Greco, como podría haber ocurrido, hoy El Escorial probablemente sería comparable a la Capilla Sixtina y sus magníficos frescos de Miguel Ángel.

¿Por qué desestimó Felipe II al Greco y optó por Cambiaso? Hoy, la fama internacional de la pintura del Greco y el desconocimiento del gran público de la obra de Cambiaso pueden llevar al lamento.

Pero en su momento, no era así, y la elección del Rey Prudente parecía la más acertada. Para comprenderlo hay que recordar el contexto histórico. En Europa el protestantismo se extendía por todo el continente. La Iglesia católica se encontraba en un proceso de reforma con el Concilio de Trento y la contrarreforma era la bandera esgrimida.

En ese sentido, Felipe II necesitaba transmitir un mensaje del poderío de la Monarquía Hispánica y la defensa de la religión católica con especial acento en aquellos aspectos doctrinales que el luteranismo trataba de derribar: la eucaristía, la devoción mariana y los santos.

El discurso iconográfico del Escorial, su gran legado a la posteridad, tenía que transmitir ese mensaje, digamos, propagandístico. Y El Greco resultó ser demasiado moderno para su época: no logró transmitir ese mensaje ideológico que buscaba Felipe II, mientras que Cambiaso sí supo adaptare a lo que el Rey quería.

Lo cierto es que El Greco tuvo muchas opciones de resultar el elegido para encargarse del diseño iconográfico del Monasterio de El Escorial.

El Greco se instaló en Toledo en 1577 con el objetivo de aspirar a ser elegido por el Rey para encargarse de las pinturas del Monasterio.

El Greco, que ya había despuntado con encargos como El Expolio o el Caballero de la mano en el pecho, recibió de Felipe II el encargo de una gran pintura destinada al interior de la basílica de El Escorial con el tema del martirio de San Mauricio, patrón de la Orden del Toisón de Oro.

El pintor cretense comenzó el encargo en 1580 y lo finalizó casi tres años después. El resultado, sin embargo, disgustó al Rey por su modernidad, dificultad para comprender el mensaje y por no ajustarse a los criterios exigidos.

El Greco representó el martirio en un segundo plano, como carente de importancia, mientras que el centro de la obra lo ocupaba la discusión de San Mauricio con los oficiales de su Legión Tebana para permanecer fieles a la fe cristiana.

La idea de El Greco, en realidad, y según su punto de vista, sí se ajustaba fielmente a la Contrarreforma: San Mauricio y sus compañeros reafirman su fe antes de aceptar el martirio, y en eso consiste, precisamente, la Iglesia que sale de Trento, una Iglesia reafirmada en la fe. Pero el Rey no lo entendió así.

Tampoco le gustó al Rey que Domenico optara por representar a los soldados con armaduras y ropas propias de siglo XVI y no del siglo III.

La pintura fue descartada, acabó en la sacristía de la Basílica y el pintor elegido por el Rey para el cuadro fue Romulo Cincinato, cuyo Martirio de San Mauricio aún se encuentra en la capilla escurialense.

El fracaso con el Martirio de San Mauricio precipitó el que El Greco quedara descartado para encargarse de otros proyectos pictóricos más ambiciosos, como las pinturas de la bóveda sobre el coro. Encargo que, finalmente, recayó en Cambiaso.

Con todo, el fracaso escurialense del Greco tuvo un giro positivo. El pintor se centró en encargos para la Iglesia en Toledo, reforzando su vínculo con la ciudad imperial en una simbiosis perfecta. Toledo se convirtió en el principal motivo de inspiración del Greco, y la ciudad quedó definitivamente ligada a uno de los artistas más sobresalientes del Renacimiento.