Las mentiras económicas de nuestro tiempo

El centro temático de Econofakes, último ensayo de carácter divulgativo del economista Juan Torres López, son las mentiras, «las grandes mentiras económicas de nuestro tiempo». Pero en sus páginas se expresa, sin embargo, la mayor verdad que se puede decir hoy sobre economía: «La economía se convierte en un instrumento para el mantenimiento del status quo, en un discurso ideológico legitimador y que bloquea la puesta en marcha de cualquier política alternativa a las dominantes que benefician a quienes disponen de más riqueza y poder».

La economía, como la política, está plagada de esas mentiras que, a base de repetirlas, se convierten en verdad. Mentiras que parten de una supuesta buena voluntad de simplificación de la realidad para facilitar la comprensión del gran público, cuando lo cierto es que los ciudadanos somos perfectamente capaces de comprender estas cuestiones, si se nos explican como corresponde.

A esta labor se dedica, con éxito, Torres López. En Econofakes repasa «las 10 grandes mentiras económicas de nuestro tiempo y cómo condicionan nuestra vida», y desmonta las dicotomías capitalismo-comunismo, público-privado, abundancia-escasez, oferta-demanda. La intención declarada del ensayo es no hacer concesiones a la simplicidad ni a los intereses políticos, y señalar la ausencia de cientificidad en la economía –«la economía de nuestro tiempo no es una ciencia y está plagada de falsedades»–. En cierta manera, sigue la estela de su anterior Economía para no dejarse engañar por los economistas (2016), pero en formato reducido y –todavía más– asequible para los no entendidos.

La economía, como la política, está plagada de esas mentiras que, a base de repetirlas, se convierten en verdad

Entre los temas abordados, hay cuestiones de actualidad, concretamente las «mentiras» 4, 7, 9 y 10 que precisan de un debate de urgencia y alcance social: que «el capitalismo es la economía del mercado libre y la competencia» (4), en un momento crítico de nuestra historia –quizá terminante, quizá no, pero a todas luces insostenible– para este modelo económico; que «para crear empleo hay que bajar los salarios» (7), a tenor de la subida del salario mínimo interprofesional del pasado septiembre y la consiguiente bronca política.

O «que el libre comercio y dejar que las economías compitan entre sí es más beneficioso que intentar protegerlas» (9) y que «el Estado es el problema» (10), en una crisis y poscrisis sanitaria donde la intervención de este último se adivina, y se evidencia mayor. En estos dos últimos episodios donde Torres López toma una actitud algo más visceral, abandonando, pero solo por momentos, el tono ponderado y sistemático del resto del volumen, contradiciendo, pero solo por momentos, su pretendida recuperación de la naturaleza y seriedad científicas de la economía.