El delirio literario, o la búsqueda de una identidad
«La novia prusiana», 44 relatos unidos por personajes imposibles, nacidos de la desbordante imaginación del escritor ruso Yuri Buida.
automática / 551 págs.
La novia prusiana
La novia prusiana de Yuri Buida es la obra narrativa más rara que he podido leer en los últimos años. Los lectores menos valientes pueden tomar esto como advertencia de la literatura que van a encontrar aquí, y los más osados, como el mejor aliciente. Porque la rareza de su lectura no me nace de la contrariedad, sino de la fascinación: no es fácil encontrar propuestas verdaderamente rompedoras –digo, rompedoras, pero con algún sentido en su ruptura–, que nos empujen fuera de los lugares comunes a los que tramas, argumentos, personajes, y sus desarrollos nos tienen acomodados.
En el prólogo asistimos in media res al tétrico, a partes «cómico» saqueo de la tumba de una doncella –«la novia prusiana» que da título al volumen–, un cadáver con fantasmal apariencia de vida; es uno de los muchos mitos locales y de infancia de Buida que dan luz a su obra. El autor intercala con este relato inaugural notas históricas e identitarias de su tierra natal, Kaliningrado –la antigua Königsberg prusiana, donde Kant, donde Arendt–, ciudad portuaria de identidades múltiples, atrapada entre las experiencias traumáticas de la Segunda Guerra Mundial, el espeluznante dominio comunista, y un futuro incierto: «el pasado de mi patria chica es alemán, su presente, ruso, y su futuro, humano» (26).
Una tierra, nos dice más adelante, «que solo pueden alcanzar el corazón, la muerte y el amor» (138), y que quizá solo pueda entenderse, y la narrativa de Buida con ella, tan desplazada no solo del esquema narrativo habitual, sino también de nuestro contexto cultural e histórico, a partir de esa contradictoria, pero tan humana tríada de corazón, muerte y amor.
En este comienzo, al que merece la pena regresar una vez terminada la lectura completa de la obra para entenderlo todo mejor, tenemos ciertas prefiguraciones de lo que vendrá después en los 44 relatos que la integran. Que la integran, de momento, pues La novia prusiana es una obra viva. Ha crecido desde su primera publicación. En 1998 contaba con treinta de esos relatos. Ahora va camino de ganar las dimensiones monumentales de toda novela rusa que se precie.
Personajes imposibles, nacidos de una imaginación desbordante, con un pie en la realidad y otro en la pesadilla y el delirio
Porque los relatos de Buida funcionan a pleno rendimiento como un todo, quedando unidos no tanto por el argumento, como por personajes imposibles, nacidos de una imaginación desbordante, con un pie en la realidad y otro en la pesadilla y el delirio. Personajes cuyas vivencias, narradas con un pie en el sueño y otro en la realidad, auspiciadas por lo lúgubre onírico, por lo absurdo, por lo grotesco; iluminadas por ocasionales destellos de jocosa vitalidad, intentan dar sentido al pasado para tener un futuro.
Ahí se encuentra el mensaje más universal de Buida, lo que trasciende a cualquier consideración sobre su vanguardismo y las particularidades de su folclore. La revisión y valoración, tan propiamente humanas, del pasado. La búsqueda y construcción, tan propiamente humanas, de una identidad.