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Detalle de portada de «Hielo» de Anna KavanTrotalibros

«Hielo», esa otra ciencia ficción

La editorial Trotalibros reedita a Anna Kavan. Ciencia ficción conceptual donde el hielo se convierte en una gran metáfora del enfriamiento de las relaciones humanas, la parálisis social provocada por autoritarias formas políticas, y la destrucción de la naturaleza.

trotalibros / 216 págs.

Hielo

Anna Kavan

Hay una ciencia ficción que se lee, y otra ciencia ficción que se estudia. Hielo de Anna Kavan (1901-1968) pertenece a la segunda categoría. En este clásico contemporáneo del género CiFI, encuadrado en el ámbito preciso del clima ficción, se nos presenta un cataclismo climático sin parangón en el que el hielo avanza imparable en el mundo y se convierte en una gran metáfora de muchas cosas: el enfriamiento de las relaciones humanas, la parálisis social provocada por autoritarias formas políticas, la destrucción de la naturaleza… 

En medio de este escenario apocalíptico, un hombre busca a una mujer en una desesperada y cíclica persecución y huida sin fin repletos de símbolos nacidos de sueños, pesadillas, absurdos y locuras. Y lo que parecía una búsqueda para la salvación de la amada pronto se convierte en un hostigamiento para plantear otros tantos temas, como el acoso, el maltrato, la psicosis de su autora y el desdoblamiento de la personalidad.

Quiere decirse que esto no es James S. A. Corey ni Andy Weir, ni siquiera Frank Herbert, por citar a un contemporáneo del género en las antípodas de la británica. Quiere decirse que esto no es ciencia ficción de lectura fácil, «atrapante» que dicen las generaciones posmilénicas.

Para que se hagan una idea, cuando compartí el post de esta novela en Instagram, una usuaria me decía: «ahora que voy por la mitad, te diré que no sé qué estoy leyendo»; y otra: «solo le pude encontrar un sentido hacia la mitad del libro, cuando hice un cambio de planteamiento y así pude darle un sentido a la historia». Nada que objetar. Para leer a Kavan hay que tener tiempo y ganas; saber esperar y dejarse llevar. No es Kanva quien se adapta al lector, sino que es el lector quien se adapta a Kanva. Quien crea en esto lea a Kanva. Quien no, absténgase de leer a Kanva.

Esto se debe a que la obra de la británica tiene más de literatura literaria que de género. Además de Kafka, su estilo es el de la nouveau roman, sin caer en la rara abstracción de Marguerite Duras, pero con claros paralelismos, literarios y hasta vitales con su coetánea y compatriota –las separaciones y divorcios, la muerte del hijo, las adicciones al alcohol y las drogas, la depresión–. El decurso tradicional de la trama desaparece para ofrecernos desconcertantes saltos temporales y espaciales. La coherencia de la acción y los personajes se fragmentan. Se pone en duda el realismo, y se multiplican los mensajes.

Para tener un atisbo de los más importantes que se presentan en el transcurso de tan singular narración está el muy oportuno y acertado prólogo y reflexiones de José Carlos Rodrigo, así como las notas finales del editor, Jan Arimany, en una edición y una editorial, Trotalibros, con una propuesta cada vez más arriesgada y valiosa, cargada de autenticidad. 

Y aun con toda su complejidad, Hielo posee el extraño atractivo de la rara avis literaria, y una perturbadora cadencia de sucesos que hace difícil desconectar de su lectura. Es mucho lo que nos exige este clima ficción, pero nos devuelve otro tanto.