Pepe Domingo Castaño: un hombre de palabra
El popular locutor de COPE comparte sus recuerdos personales y profesionales, en un ameno recorrido por la historia reciente de España y la intrahistoria de la radio, el deporte y la música
aguilar/ 565 págs.
Hasta que se me acaben las palabras
No es frecuente encontrar en las librerías obras sobre la radio. Se publican muy de cuando en cuando. Y menos todavía, que un profesional del micrófono se atreva a redactar su autobiografía. Habitualmente, las trayectorias de las leyendas radiofónicas (Bobby Deglané, Iñaki Gabilondo, Luis del Olmo, Encarna Sánchez, etc.) han corrido a cargo de plumas ajenas. No es el caso de Pepe Domingo Castaño, que ha preferido componer él mismo las líneas –quizá debiéramos decir las ondas- de su vida. Su formación estuvo a cargo de los padres dominicos, más conocidos como la Orden de Predicadores. Allí un fraile le confirmó que tenía «un futuro espléndido en eso de juntar palabras».
Contrariamente a lo que pueda suponer el profano, en la radio se escribe mucho. Castaño da buena fe de ello con innumerables comentarios diarios durante largas temporadas en El Larguero (Cadena SER) o El Partidazo (COPE); pero también con sus colaboraciones en prensa –sin ir más lejos, aquí en El Debate– y, sobre todo, en las publicaciones que han antecedido a esta: Carrusel Deportivo. Diario de un año (2006) y los poemarios Andadura (1998) y Debajo de la parra (2007). Señala que para escribir poesía busca la melancolía de la lluvia de su tierra gallega, por lo que hay que pensar que esta autobiografía se ha redactado –en plena pandemia– bajo sus adorados cielos azules y soleados. Ha tocado muchos palos y se aprecia en el libro porque, leyéndolo, nos encontramos con géneros muy variados: novela, relato breve, reportaje… e incluso poesía. Quizá ese día amaneció encapotado.
Castaño ha preferido componer él mismo su biografía, las líneas –quizá debiéramos decir las ondas- de su vida.
Así, el autor se sirve de unos y otros recursos narrativos para trasladarnos desde Padrón y sus festejos y romerías, hasta los estudios de las emisoras de radio y televisión; a las humildes pensiones y a los buenos mesones y bares, a la noche capitalina de los 70 y 80 y a destinos tan atractivos como Acapulco, Bahamas, Ibiza, Marbella o Miami; pasando por los claustros de los conventos de Corias y León, o la inquietante UCI de un hospital. También presenta uno a uno –en un goteo constante y emocionado- a todos aquellos sobre los que ha cimentado su trayectoria personal y profesional; o lo que es lo mismo, los nombres propios que componen su gran familia, la natural y la escogida. Justamente, dedica el libro a Tere «su novia eterna» y a los que le han acompañado en el trayecto. De hecho, uno de ellos, nada menos que Julio Iglesias, es el autor del prólogo.
Curiosamente, Castaño dice en los agradecimientos que «la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria», pero lo cierto es que en su minucioso relato de casi ocho décadas, seis de ellas dedicadas a la radio, demuestra tener una retentiva envidiable, pues en lo que toca a este medio de comunicación, igual detalla sus primeros recuerdos escuchando la radio en la modesta casa familiar e imitando a su admirado Deglané con una cuchara, que sus primeros pinitos con la megafonía de las fiestas patronales y del campo del Flavia, las falsas ilusiones con Radio Salamanca o las estresantes pruebas de acceso a Radio Galicia, Radio Madrid o Radio Centro. Se puede decir lo mismo sobre su trabajo en televisión o como cantante de éxito, pues no hay que olvidar que, en 1975, a la vez que presentaba El Gran Musical, fue número uno en ventas y de Los 40 Principales con la canción Neniña y recorrió de gira buena parte de España y México.
El autor presenta uno a uno –en un goteo constante y emocionado- a todos aquellos sobre los que ha cimentado su trayectoria personal y profesional.
Particularmente, para los amantes de la radio, aficionados o estudiosos, interesa, por un lado, la memoria de su trabajo en Carrusel Deportivo que, además de permitirle seguir en primera fila la liga y las demás competiciones futbolísticas y cubrir 6 vueltas ciclistas a España y 5 tours de Francia, le granjeó otros tres premios Ondas (más tarde vendrían un Ondas más y el Premio Nacional del Deporte). Y, por otra parte, tres epígrafes imprescindibles (40, 41 y 42), en los que narra detenidamente lo que aconteció en el verano de 2010, cuando decidió romper con todo y dejar atrás 37 años en la Cadena SER para acompañar a Paco González en su traslado a COPE, donde hoy, como entonces, lideran con su «hola, hola» la radio deportiva del fin de semana con Tiempo de Juego, junto a Manolo Lama. De hecho, González y Lama contribuyen con sus testimonios a arrojar luz sobre este caso.
En suma, se puede decir que Castaño ha acertado de pleno al titular su autobiografía Hasta que se me acaben las palabras, porque justamente, es la palabra la que da sentido a su vida: la hablada, la escrita y la dada, como se advierte durante el texto, cuajado de testimonios de fidelidad a su familia y a sus amigos. Pepe Domingo no falta a su palabra.