Cómic
«Tótem». La sensibilidad y el sentido
«Tótem» de Laura Pérez es una obra contemplativa, un poema construido con imágenes secuenciales.
astiberri / 137 págs.
Tótem
Durante muchos años, desde que se ha querido reivindicar el cómic como manifestación artística, desde que se ha querido defender como algo más que un simple entretenimiento infantil, se ha tratado de redefinir y renombrar al medio de muy distintas formas, como si para salvarlo de sí mismo tuvieran que inventar otra manera de referirse a él.
En todo este tiempo, el término «novela gráfica» es quizás el que más aceptación ha tenido en el imaginario colectivo, expresión que pudimos ver por primera vez en 1978 cuando Will Eisner publicó su Contrato con Dios, aunque tal vez lo hiciera como simple táctica comercial. Desde entonces, los más redichos empezaron a diferenciar entre los cómics (las historietas de super héroes, los mortadelos, todo aquello banalizado o percibido como de peor calidad) y las novelas gráficas (estas sí dignas de aceptación, obras con mayores pretensiones, temas aparentemente más adultos, etcétera).
El cómic debe reivindicarse como medio en sí sin necesidad de subdivisiones absurdas
Pero esta diferenciación, a mi juicio y al de muchos otros, es engañosa, caprichosa y sobre todo, falaz. Porque si algo nos está demostrando cada vez más este «noveno arte» es que, primero, el cómic debe reivindicarse como medio en sí sin necesidad de subdivisiones absurdas y, segundo, que el espejo en el que el cómic puede mirarse para demostrar su valor no es, o no es solo, el de la novela.
Laura Pérez demuestra que el cómic puede considerarse arte por sus propios méritos
Tótem de Laura Pérez (Valencia, 1983) es el ejemplo perfecto de cómo el arte secuencial en viñetas no debe compararse con la novela para reivindicarse, porque si a algo se le puede asemejar en este caso es a la poesía, al cine o al arte pictórico, aunque en último término lo que demuestra es que el cómic puede entrar a considerarse arte por sus propios méritos, con sus códigos, herramientas y lenguajes particulares.
Laura Pérez es una de tantos ilustradores españoles con un talento y un estilo portentosos y que, más allá de demostrarlo con sus colaboraciones en medios tan prestigiosos como National Geographic o The Washington Post, muestra con esta obra el poder de la imagen no ya para contar una historia, sino para sumergir al espectador (porque sí, en este caso somos espectadores y no tanto lectores) en un mundo propio.
Algo así como cuando alguien ve por primera vez la película Mulholland Drive de David Lynch. Como con la obra maestra del director estadounidense, lo primero que nos llama la atención de Tótem son sus formas, lo que sugiere y no tanto lo que cuenta, y uno se deja llevar por sus imágenes sin necesidad de entender lo que ocurre, porque no solo las formas sino las sensaciones que estas transmiten hacen que nos quedemos pegados a sus páginas.
Y al llegar al final, como cuando uno llega a los títulos de crédito de la película de Lynch, uno piensa que en lo que acaba de ver hay algo más que un simple ejercicio estilístico. Porque sí, hay también en Tótem la voluntad de tratar un tema profundísimo, abordado con una sensibilidad especial, y hay una historia, o varias, escondidas tras este portento gráfico.
De hecho, el tema con el que juguetea Laura Pérez es tan profundo como inabarcable: la pregunta eterna del qué nos espera más allá de la vida y si hay manera de conectar con aquello que nos aguarda. Varias historias interconectadas en el tiempo sobre personas capaces de hablar, jugar, observar y convivir con aquellos que ya no están en esta realidad, sino que conviven con nosotros desde la suya propia.
«Tótem» son sus formas, lo que sugiere y no tanto lo que cuenta, y uno se deja llevar por sus imágenes sin necesidad de entender lo que ocurre
Tótem tiene en sus páginas poquísimas palabras impresas. Entre otras cosas, porque no le son necesarias. Pero en uno de los escasos diálogos que pueden leerse, un personaje que descansa de un viaje en coche por el desierto de Arizona mira un cuervo muerto tendido en el suelo y dice a su pareja: «Ahora es simplemente un recipiente vacío». Justo después ven otro cuervo, esta vez vivo y sobrevolando el cielo, el mismo personaje (o tal vez su acompañante) reflexiona sobre él, diciendo «Ese también es un recipiente, ¿pero qué contiene?».
Pues bien, esta pregunta sobre la forma y el fondo es perfecta para analizar esta obra y también al cómic en sí. Porque es necesario hacernos esa pregunta y fijarnos en sus propias formas, en el poder que tienen de sugestión y evocación, en su capacidad para contener temas, historias o experiencias de una forma única. De hecho, con Tótem, Laura Pérez nos demuestra que el cómic puede ser un recipiente lleno de poesía y belleza.