La deuda saldada con Filipo de Macedonia
El imperio de Alejandro Magno no se entiende sin la figura de su padre, algo que evidencia el historiador Adrian Goldsworthy
La esfera de los libros / 628 págs,
Filipo y Alejandro: Reyes y conquistadores
Todo lo que envuelve a Alejandro Magno suele estar marcado por el mito. Su figura sobrepasa la historia y entra, en muchas ocasiones, en el terreno de la conjetura, la utilización interesada o simplemente la literatura. Frente a todo esto, da gusto ponerse frente a un libro que resuelve con un sencillo «no podemos saberlo» las múltiples sombras de nuestro conocimiento sobre el conquistador macedonio.
Adrian Goldsworthy opta en su Filipo y Alejandro por hacer historia de la forma más sencilla posible: acude a las fuentes, las coteja y trata de acercarse lo máximo posible a la narración de los hechos del pasado. Esto le obliga a centrarse en los asuntos que llamaban la atención de los cronistas de la Antigüedad: política, diplomacia, economía y guerra.
Bajo estos parámetros, el libro decepcionará a quien busque detalles sórdidos y eróticos sobre la vida de estos reyes o relatos sobre la supuesta realidad de colectivos silenciados en la época, como fueron la mayoría de las mujeres. «No podemos saberlo», reconoce el autor. Es cierto que esos lectores no tendrán problema para encontrar textos que sacien su curiosidad con mayor o menor dosis de fantasía.
Filipo y el auge de Macedonia
Sin Filipo no hay Alejandro. No solo por la evidente necesidad biológica, sino por la habilidad que tuvo el padre para convertir una región inestable y considerada prácticamente bárbara por los griegos de Atenas en una potencia capaz de dominar a las enfrentadas ciudades-estado. Solo desde esa base, y sobre un plan organizado por el propio Filipo, el hijo pudo cruzar los Dardanelos y emprender la imponente tarea de someter al imperio persa.
El trabajo de Goldworthy, que puede entenderse como dos biografías publicadas en un mismo tomo, nos aporta grandes detalles acerca de esa Macedonia acostumbrada a ver morir a sus reyes a manos de parientes cercanos que aspiraban al trono. También nos presenta a un joven Filipo capaz de sobreponerse a las amenazas internas y externas y crear las condiciones necesarias para su expansión. Y suya sería la labor de modernización de un ejército que se impondría a los hoplitas griegos y que acabaría por conquistar medio mundo.
Incluso los enemigos de Filipo admitirían posteriormente que el rey era cautivador y carismático
Muchas de las aptitudes como guerrero y líder que se destacan de Alejandro Magno ya están presentes en su padre. Este libro viene a saldar una deuda con un rey al que Hollywood decidió vender como un hombre alcohólico, colérico y lujurioso que representaba el antagonismo perfecto frente a la perfección de su hijo.
Alejandro, rey del mundo
La parte del libro que Goldsworthy dedica a Alejandro Magno mantiene la calidad que destacamos del retrato que realiza de Filipo. Una obra que puede ser leída por un público muy amplio, pero que requiere un cierto nivel de conocimiento sobre el periodo para disfrutarla en su totalidad.
La historia de Alejandro atrapa y el estilo del autor consigue aunar rigor, investigación y pasión narrativa. Estos pilares se aprecian especialmente a la hora de describir las grandes batallas del macedonio.
Filipo y Alejandro: Reyes y conquistadores es un libro de historia y cumple como tal.