Fundado en 1910

Detalle de portada de «Pioneras» de Carmen GarcíaSekotia

«¿Quién le hacía la cena a Hernán Cortés?». Pioneras en la conquista de América

De Isabel la Católica a Ana de Borja, pasando por María de Estrada o Mencía de los Nidos. Carmen García nos desvela una faceta sumamente desconocida de la conquista de América: el papel fundamental de las mujeres

sekotia / 254 págs.

Pioneras. Mujeres en la conquista de América

Carmen García

«Señor general, si vuesa merced desea retirarse por provecho personal, váyase en buena hora; pero deje siquiera que las mujeres defendamos nuestras casas y no nos obligue a solicitar asilo en las ajenas». Estas palabras, cuya carga épica no podría ser mayor, son atribuidas a Mencía de los Nidos, mujer de origen cacereño y de linaje hidalgo, quien las habría pronunciado mientras arengaba a los habitantes de la ciudad de Concepción, fundada por Pedro de Valdivia en 1550, para no abandonar sus hogares frente al ataque de los nativos araucanos (mapuches), uno de los pueblos más duros y belicosos contra los que se enfrentaron los españoles en América. 

Y no es la única noticia que se ha conservado acerca de Mencía de los Nidos. En La Araucana, una de las obras cumbre de la épica española del Siglo de Oro, Alonso de Ercilla le dedicaba varias estrofas (canto VII, versos 153-240) como esta: «estando enferma y flaca en una cama / siente el grande alboroto, y esforzada, / asiendo de una espada y un escudo / salió tras los vecinos como pudo». Mencía de los Nidos tuvo la suerte de que su gesta quedó registrada en los anales del heroísmo hispánico, pero esta no era la norma. ¿Y todas aquellas mujeres cuyas acciones no solo no se conocen, sino que ni siquiera fueron registradas? ¿Y todas aquellas cuyas heroicidades, y también cotidianidades, fueron imprescindibles para la edificación de un nuevo mundo? ¿Significa eso que no existieron? Por supuesto que no.

En este solvente y bien escrito volumen, cuyo título reza Pioneras. Mujeres en la conquista de América, Carmen García se embarca –nunca mejor dicho– en la ardua pero necesaria misión de hacer justicia histórica –la de verdad, la que se apoya en datos y documentos en lugar de en sentimientos y política– a todas aquellas mujeres que participaron de alguna manera en la conquista de América. Y no solo las que participaron empuñando un arma, como la mencionada Mencía de los Nidos o María de Estrada (conquistadora de Tenochtitlan), sino también aquellas cuyas acciones de gobierno o influencia política lo hicieron también posible, como Isabel la Católica o Beatriz Fernández de Bobadilla. «Una tarea gratificante que busca algo de justicia para aquellas bizarras pioneras que nos precedieron», señala la autora.

Que en la España del siglo XVI «la mujer solo tenía la opción de casarse, con un hombre o con Dios», en palabras de la autora, no impidió la presencia de la mujer en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad, especialmente en América, más allá (aunque también) de la casa y el convento. En la política, la guerra, el comercio e, incluso, el gobierno… 

Si para los varones marchar a lo que más tarde se llamó «hacer las Américas» significaba una gran oportunidad de obtener fama y fortuna, para la mujer también lo fue: «la estanca sociedad europea carecía de permeabilidad. No es de extrañar que el Nuevo Mundo abriera una espita social […]. En la tierra prometida el mérito personal y el trabajo podían contrarrestar la importancia del nacimiento», señala Carmen García, tanto para varones como para mujeres.

Pero ¿por qué no son más conocidos casos como el de Mencía de los Nidos? No tanto sobre mujeres llevando a cabo gestas militares, como sobre mujeres simplemente. Como señala la autora, las mujeres no dejaban mucho rastro en la documentación oficial, principal sustento de la historiografía tradicional, por lo que debido a este vacío se había caído en una idea errónea o sesgada de la realidad. Sin embargo «los archivos están llenos de sus transacciones a través de los requeridos documentos notarizados que sí atestiguan que compraron, explotaron y vendieron propiedades y mercancías, que cuidaban de los hijos, incluidas la concertación de matrimonios como catapulta social y muchas cartas en las que reclamaban injusticias o narraban acontecimientos a sus familiares», apunta Carmen García. Es decir, no solo estuvieron presentes en la conquista de América, sino que participaron activamente en ella. «Hasta hace poco se pensaba que las españolas pasaron al Nuevo Mundo en la última etapa, la de la colonización, pero cada vez más esa línea temporal se va adelantando y van surgiendo nuevos nombres propios de las pioneras», sentencia la autora.

Isabel la Católica, las Bobadilla, María de Estrada, Ana de Ayala, María de Toledo, Mencía de los Nidos, María de Peñalosa, Isabel Barreto, Catalina de Bustamante, y un muy largo etcétera. Muchas y muy dignas de conocer son las vidas de estas mujeres, y muy grande es la deuda histórica que con ellas tenemos. «No obligo a nadie a que me siga», cuentan que le dijo Cortés a Alonso de Ávila ante la perspectiva de abandonar su comitiva, «el que no esté contento, puede marcharse: las mujeres en Castilla paren soldados». Y ciertamente muchos de esos soldados eran mujeres.