Fundado en 1910

Detalle de portada de «Esta España nuestra» de Inocencio AriasPlaza & Janés

Esbozo del tiempo presente

Inocencio Arias hace un esbozo global del tiempo presente. Un esbozo que va más allá de España, que se lee con placer y ayuda a reflexionar sobre el momento que estamos viviendo.

plaza & janés / 411 págs.

Esta España nuestra

Inocencio F. Arias

Inocencio Arias ha tenido una notable carrera profesional en la que llegó a dirigir la Oficina de Información Diplomática con ministros de los tres partidos que han ocupado esa cartera desde el advenimiento de la democracia: José Pedro Pérez-Llorca de la UCD, Francisco Fernández-Ordóñez del PSOE y Abel Matutes Juan del PP. Es difícil encontrar una encarnación mejor del diplomático estrictamente profesional que sirve al Gobierno con la lealtad con la que se debe servir al Estado.

En este nuevo volumen de una bibliografía ya bastante extensa, el embajador Arias hace un repaso global al tiempo presente, aunque lo titula «Esta España nuestra» con cierta modestia. Está bien traída la evocación de la cantante Cecilia, en cuyo tema «Mi querida España» se tararea el verso «Esta España nuestra» porque sirve para evocar la alteración de la historia verdadera que hemos vivido en los últimos lustros.

Con su mentalidad internacional, Arias nos lleva pronto a las comparaciones entre la propaganda del sistema soviético que explicaba durante el estalinismo a los rusos que todo lo habían inventado ellos: «la máquina de vapor, la radio el avión, la bombilla incandescente, un trigo obra del científico Lysenko, capaz de crecer en el hielo del ártico… todo era ruso. Hasta el beisbol. Según el periódico soviético Izvestia, el beisbol era una adaptación del juego ruso de la época de Iván el Terrible llamado lapta que fue llevado a California en el siglo XIX por emigrantes rusos que se establecieron allí». A esa misma altura, según el embajador Arias, han caído «algunos cleptohistoriadores catalanes contemporáneos. Cervantes sería catalán, lo mismo que santa Teresa (tiene sentido, resulta difícil creer que esos dos genios se hubieran criado en la casposa meseta de Castilla.) También lo serían Cristóbal Colón y Picasso. La tortilla de patatas habría sido creada por un monje de Lérida en el siglo XIII y, por supuesto, Halloween es algo que nació en Cataluña».

El embajador Arias sostiene sin pudor que «Trump y Sánchez son dos grandes embusteros» y además coinciden ambos políticos en haber provocado una radical polarización en sus países, lo que siempre es malo en una democracia. El autor ejemplifica la catadura moral de Sánchez con «una endeble tesis doctoral llena de plagios presentada ante un tribunal de compadres». Algo que todo el mundo sabe que ningún político de un país democrático hubiera podido resistir.

Arias hace un largo repaso a las contradicciones de la izquierda española, desde su rechazo a aceptar el voto femenino a la exaltación de un tirano como Largo Caballero que rechazaba explícitamente la validez del sistema democrático. Pero ése si merece una gran estatua en el paseo de la Castellana de Madrid. Y cómo puede ser secretario de Estado del Gobierno de la nación el camarada Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista de España, quien puede «manifestar con regodeo que él tendría pocos remilgos en liquidar físicamente al rey Felipe» sin que le pase nada y siga disfrutando de su coche oficial mientras que si alguno elogia la política hidráulica de Franco puede tener problemas legales.

Es especialmente atractivo el capítulo de treinta páginas dedicado a elaborar una ucronía sobre lo que hubiera ocurrido en España si el gobierno republicano hubiese ganado la Guerra Civil. Aunque quizá su visión sea menos mala de lo que verdaderamente sucedería.

En resumen, Inocencio Arias ha hecho un esbozo del tiempo presente que, contra lo que indica el título, va bastante más allá de España. Un esbozo que se lee con placer y que ayuda a reflexionar sobre el momento que estamos viviendo.