En la piel de uno de los siete periodistas que presenció el inicio de la pandemia
Jaime Santirso fue uno de los siete periodistas que estaba en Wuhan cuando se decretó el cierre de la ciudad el 23 de enero de 2020. Su vivencia desde el epicentro de la pandemia merecía este libro.
altamarea / 186 págs.
Los primeros días
El libro está firmado por Jaime Santirso, que en aquella época todavía escribía como corresponsal para El País. Fue uno de los poquísimos periodistas que consiguió llegar a Wuhan antes del cierre de la ciudad. Fue testigo, por tanto, de uno de los grandes acontecimientos de las últimas décadas. Presenció in situ algo que después ocurriría en medio mundo: la sobrecogedora paralización de las grandes urbes, con todo su repertorio de situaciones nunca vistas, como las calles desiertas, comercios y oficinas cerradas, silencio y un largo etcétera.
El trabajo habría sido menos difícil si el hospital donde se trataba a los primeros enfermos hubiera estado un poco menos lejos del hotel en el que se hospedaba. Pero ¿qué hacer para llegar a un hospital que está a 25 kilómetros del hotel, cuando no hay posibilidad de usar metro, ni autobús, ni taxi? Es una de las muchas preguntas a las que responde el libro.
El partido comunista chino quizá se guardó información durante unos días, provocando así que el virus saliera de Wuhan y empezara a esparcirse por todo el mundo
La lectura resultará más novedosa para quienes no pudieron leer las crónicas que el autor publicó entonces, pero incluso quienes recuerden aquellas crónicas encontrarán elementos de interés. Por ejemplo, todas esas consideraciones que son fruto de lo que se ha podido ir sabiendo desde entonces. Nos referimos, entre otras cosas, al origen del virus o a la presunta culpabilidad del partido comunista chino, que quizá se guardó información durante unos días, provocando así que el virus saliera de Wuhan y empezara a esparcirse por todo el mundo. Tardaremos mucho en despejar esas incógnitas, pero hay que avanzar todo lo que se pueda en el esclarecimiento de la verdad, y este libro aporta datos interesantes desde ese punto de vista.
Los primeros días es uno de esos libros que, si cae en manos de un adolescente, puede despertar una decidida vocación al Periodismo… o disuadir a quienes tengan una visión demasiado romántica del oficio. El libro da una visión muy equilibrada entre los reversos tenebrosos y luminosos del reporterismo. También da muchas pistas en un campo que se ha convertido casi en una profesión aparte: ser corresponsal en un régimen totalitario. Jaime Santirso muestra, pretendiéndolo o no, el dilema de quien tiene que trabajar en estos territorios: si se cuenta todo, el régimen tardará muy poco en expulsarlo del país. Hay que callar una parte para poder seguir ahí y así, contar, al menos, una parte de lo que está ocurriendo.
Los primeros días es uno de esos libros que puede despertar una decidida vocación al Periodismo… o disuadir a quienes tengan una visión demasiado romántica del oficio
Hay algunos momentos del libro que resultan difíciles de olvidar. Por ejemplo, cuando el autor relata que empezó a tener síntomas compatibles con la enfermedad. Es algo que todavía hoy asusta. Se parece al «mal cuerpo» de una gripe, pero ahora sabemos que puede ser una enfermedad con una alta mortalidad. Y si hoy nos asusta, pueden imaginar la angustia del periodista al despertarse un día en aquel hotel de Wuhan y constatar que tiene fiebre.
Otro momento es algo que le remordía la conciencia al cabos de dos años: aquella mujer desesperada, que vagaba por Wuhan arrastrando sus maletas porque la habían echado del hotel en el que trabajaba y vivía. Son esos momentos de duda en que el periodista debe decidir si atender a la demanda de información de sus lectores u ocuparse de los apuros de las personas que le rodean. En este caso, al ser uno de los poquísimos periodistas presentes en el epicentro de la pandemia, la demanda era exponencialmente mayor.
Resalta también en medio del relato el compañerismo entre corresponsales. Jaime era entonces casi un novato en estas lides, pero se vio arropado por corresponsales veteranos, incluso los de la competencia directa. Es algo que resulta muy consolador en estos tiempos en que, perdiendo la noción de la distancia infinita entre el ser humano y el resto de animales, se nos quiere convertir en competidores selváticos. En medio de una historia llena de asperezas, el lado más humano de la profesión.
En definitiva, un libro que hay que leer para disfrutar de un relato tan entretenido como enriquecedor; para entender mejor el origen de la pandemia; para entender mejor la profesión periodística, en su faceta de corresponsalía en países donde es imposible ser periodista al cien por cien.