«Dune», el renacer de un clásico
Una novela para nostálgicos de los setenta revisitada por el cine más actual. Un clásico esencial para los amantes de la ciencia-ficción.
debolsillo / 784 págs.
Dune
La película Dune ha obtenido un buen número de nominaciones para los Premios Oscar de este año. Su éxito mediático y de público ha provocado, como tantas veces, que se reedite un título que parecía olvidado. Aunque Dune, como el agua en Arrakis aun sin verse nunca desaparece.
Dune es un libro que viene y va. Tuvo su momento de plenitud tras su publicación en 1965, al albor de los incipientes movimientos contraculturales de esa época (ecologismo, espiritualismo New Age y demás ideas de la precisamente Era Acuario). Se mantuvo en buena forma tras la posterior crisis del petróleo y vivió un último coletazo con la película de David Lynch de 1984. Desde entonces quedó sumida en el oscuro pero prestigioso mundo de los libros de culto, alimentado por sus numerosas secuelas y preludios escritos por el hijo de Herbert.
La novela vuelve ahora a la superficie. Nos parece un buen momento para escribir sobre la importancia del libro y valorar cómo le ha pasado el tiempo. Uno de los hallazgos de Dune es la mezcla entre fantasía épica y ciencia-ficción. Hay naves espaciales y corporaciones interplanetarias, pero también ducados e imperios, batallas de espadas a pesar de existir las armas nucleares, poderes mentales e incluso nacimientos de religiones.
Pero Dune va y viene, sobre todo en el cine. Es la tercera vez que se intenta versionar cinematográficamente (una especie de consagración para el género especulativo). La primera vez quedó a nivel de guion, y fue una pena pues anunciaba ser una locura genial: Jodorowsky, Moebius, Pink Floyd, Dalí y Welles en comandita. Solo nos queda el consuelo de que con ese material salió la fantástica novela gráfica El Incal (que también espera serie). Mi opinión sobre la denostada versión de Lynch es que tenía demasiado cercanos los desechos orgánicos de Cabeza borradora y El hombre elefante.
No he visto la versión de Villeneuve por la sencilla razón de que solo incluye la primera parte del libro y me niego a que me dejen a la mitad. Sin embargo, parece que finalmente va a encontrar su versión definitiva. Con todo, defiendo que la gran versión de Dune ya se realizó con éxito sonado, y se llamó Star Wars: ambas están basadas en el mesianismo del príncipe exiliado en un planeta desértico que descubre unos poderes psíquicos que le hacen fortalecerse para enfrentarse con el terrible Imperio que intenta acabar con su dinastía.
Hay naves espaciales y corporaciones interplanetarias, pero también ducados e imperios, batallas de espadas a pesar de existir las armas nucleares, poderes mentales e incluso nacimientos de religiones
Dune ha vuelto, pero me parece que se ha encontrado un mundo muy diferente del que le vio nacer. Únicamente el ecologismo tiene fuerza, aunque mi opinión es que ahora triunfa el ecologismo cuqui del perrito abandonado y el de Dune es literalmente planetario.
Otro gran componente ideológico de la novela está en las posibilidades de la mente humana. En aquellos años sesenta parecía que no tenía límite, y se investigó su expansión con sustancias psicotrópicas (la especia o «melange» de la novela) hasta que se vio que tanta droga solo había destruido a una generación. Ya nadie sueña con delirios lisérgicos. El cerebro humano ya no se considera una fuente escondida de poder espiritual y de conocimiento, sino un mecanismo robotizado que responde a impulsos de forma automática (algoritmos) y pronto será mejorado gracias a implantes con aún más fórmulas. No podemos dejar de hablar del petróleo, la segunda interpretación de la especia que provoca que el universo esté concentrado en el destino del desértico planeta. Me gustaría pensar que el último combustible fósil tiene los días contados y poco a poco pasará a convertirse en un resto nostálgico junto con su pariente el carbón.
Todo esto lo digo para defender mi postura sobre Dune: un libro con innegables hallazgos que, para bien o para mal, han pasado a ser lugares comunes de la ciencia ficción, y con unos ejes temáticos algo anticuados. No sé si es que el libro ha envejecido o somos nosotros los que lo hemos hecho, el caso es que me parece un libro ideal para nostálgicos. Afortunadamente los encontramos en todas las edades, y cuando empieza a haber demasiados pasan a llamarse regeneradores.