'Maquetos', la nueva obra de la política vasca
Rosa Díez se atreve a abordar en un libro la relación del PNV con Hitler
Maquetos es la historia viva de tres generaciones de la familia de la autora, que han sufrido el estigma del nacionalismo en sus propias carnes
Rosa Díez, con Andrés Trapiello a su derecha, ha presentado en la sede de la Asociación de la prensa de Madrid su libro Maquetos, editado por la Esfera de los libros para guardar la memoria afectiva de su corazón, y para que nadie olvide los acontecimientos sufridos por su familia que, como tantos otros emigrantes, fue tratada como ciudadanos de segunda, en una tierra envenenada por el racismo nacionalista del PNV.
Sabino Arana puso la marca de «maquetos» (despreciables) sobre ellos, convirtiéndolos en apestados, una generación tras otra. Por tanto, la emoción de lo escrito es grande y el dolor, también. Sin embargo, es mayor la dignidad y la vida que desprende el rostro de esta mujer valiente y verdadera, que ha vencido con su valentía todas las injusticias.
Antes de que Rosa Díez desgranara las razones de éste nuevo libro, Andrés Trapiello ha querido presentar el acto subrayando que «éste es el segundo libro que presento de Rosa; y el mejor es éste. Porque no es el libro de un político, –que suele tener una idea buena de sí mismo–, sino que es un testimonio». Para ensalzar la verdad de lo relatado, Trapiello ha recordado cómo Stendhal decía «cuando miento, me aburro. Por eso, Rosa cuenta cosas sin mentir». Y no aburre.
Para finalizar la presentación, Andrés Trapiello ha detallado cómo el libro tiene la grandeza de contar «una historia de miseria, de realquilados en un régimen que les negó el pan y la sal, pero sin lloriqueos ni victimismo, sin victimización»; y que, además, permite ver una España a través de sus nombres propios: «Dorina, Secundina, Restituto, Eutiquia, que ya no existen, y que dan el tono local, marcando el paso de la España cervantina a la del desarrollo; de la vestimenta antigua al desarrollismo franquista de 1959, cuando todo cambia por completo. Rosa lo cuenta en la ropa, en los coches, en las costumbres, en las circunstancias reales, sin maniqueísmo, ni blancos y negros», ha concluido el escritor.
La conexión del PNV con Hitler
Después, Rosa Díez ha tomado la palabra para recordar que «durante la dictadura no había nacionalismo; no había nacionalistas. El único republicano era mi padre, el único comunista un amigo suyo, y otro vecino, que era el nacionalista, y nadie más. Es con la muerte de Franco, que veraneaba en San Sebastián y dio tantos privilegios al País Vasco y a Cataluña, cuando explosiona el nacionalismo».
En este sentido, la autora ha vuelto a recordar «la pulsión racista del PNV; su sentimiento de raza superior» y el hecho de que se esconda «la relación del partido nacionalista con Hitler; su interés en que Euskadi podría ser independiente construyendo una Europa de las razas como quería Hitler, y no la de los estados. Pero esto no se conoce, porque Alemania pierde la guerra».
«El nombre del libro (Maquetos) es una invención del mismo Arana para llamarnos despreciables a los que tuvimos que emigrar. Por eso, habría que leer los diarios de José Antonio Aguirre para comprender el racismo del PNV y sus conexiones con el partido nazi . Pero, el PNV, evidentemente, no reclama esos diarios a la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, donde se encuentran».
–¿Por qué un libro así y ahora?
–Hay que agradecérselo a la editorial Esfera de los Libros, ya que éste manuscrito iba a ser para mis nietos, pero ha resultado que aquí había un libro. Parte de una historia íntima y política de nuestra historia, que es muy desconocida. La misma palabra «maquetos» ya es desconocida, y es fundamental conocerla.
En este sentido, se ha escrito poco o nada sobre esto, porque obliga a escribir sobre el lado más oscuro del PNV, sobre la historia que ha sido tan injusta para los emigrantes. Por eso, hay que recordar (para no olvidar), que ETA nace al final del franquismo, no contra el franquismo, sino contra la democracia; que ETA es enemiga mortal de la democracia. Pero si ocultas la historia de los sufridores, también ocultas la historia del PNV, que nadie conoce.
–¿Cómo se vive día a día en un ambiente así?
A mis padres no se les ocurrió marcharse. Y a partir de tomar la decisión de quedarse allí, ya no te lo preguntas más. Cuando empieza a matar ETA, yo era una niña. Pero nos enseñaron a enfrentarnos a eso; a superar la batalla, a enfrentarnos a ella; cuando empecé en la política y cuando nos presentábamos en las listas electorales. No hay una reflexión teórica, aunque sí hay un momento, que es cuando nacen los hijos. Ahí sí nos lo preguntamos con nuestra hija: si había derecho a castigar a nuestros hijos así, si merecía la pena tanto sufrimiento. Es una lógica de acontecimientos que luego también han hecho ellos. También mis hijos, han tenido que hacer ese razonamiento y han tenido que pintar sus manos de blanco.
–¿Cómo se cura el nacionalismo?
No se cura. Hay que evitar que te contamine. Porque es insaciable, como una religión: es expansivo. Por eso, es necesario el conocimiento, la cultura; enfrentarte a los hechos para que no contagie, para que no sea mortal como otras pandemias.
Todas las guerras de la humanidad han empezado por el nacionalismo, que ha sido como un virus que ha enfermado todo. Incluso la Iglesia, que fue cómplice, que tuvo mucha responsabilidad; ETA ha pintado todas las paredes excepto las de los templos, en los que se han celebrado funerales a los terroristas, y se los han negado a los guardias civiles y policías asesinados. Luego, claro, hay de todo; varían mucho las personas, los curas, los católicos, como en aquella historia de mis padres que querían pasar el día en Bayona, y cuando llegaron a la frontera mi madre se había dejado el carnet en casa. Sin embargo, en la garita de la frontera, el cabo de la Guardia Civil Amancio, que nos conocía del pueblo, nos dejó pasar, diciendo «si estos son de mi pueblo, son buena gente», es decir, que los comportamientos humanos varían, hay que separarlos, porque ha habido de todo.
–El nacionalismo parece que tiene su mecha permanentemente encendida.
–Sí, esa mecha siempre está encendida. Y el silencio que quiere el PNV la alimenta. Por eso, hay que ponerles ante sus contradicciones. Y, por eso, hay que enfrentarse a ellos con argumentos, con la verdad. Porque decir la verdad nunca enciende la mecha.
Tantas veces nos dijeron que había que ceder ante ETA y permitirles la independencia de Euskadi. Tantas veces nos dijeron que no podíamos vivir en democracia; que no seríamos capaces de construirla. Y aquí estamos.