Fundado en 1910

Portada de «Jantipa o Del morir» de Ernesto Castrotemas de hoy

«Jantipa o Del morir». Quién cree en Dios en Auschwitz

Ernesto Castro publica la primera entrega de su trilogía platónica, un diálogo filosófico ambientado en el campo de concentración polaco

Mi admiración por Ernesto Castro es tal que hace unos años me sirvió de inspiración para dedicarle un poema. Así cerraba la última estrofa:

Me he suscrito a tu canal de YouTube / a ver si se me pega algo de ti / y me hago de respetar. / Yo también soy de cambios de look.

Y es que, para quien no lo ubique, el autor de Jantipa o Del morir (temas de hoy, 2022) es «el pensador más brillante» de la actualidad. Esto reza su contra, y en realidad razón no les falta razón: Ernesto Castro es, por lo que yo he visto, una de las mejores mentes de nuestra generación y de él me gusta que no tenga la necesidad constante de sacarse la gorra y demostrar lo listo que es: él es listo casi sin querer.

En su primera novela, la primera parte de su trilogía platónica, Ernesto rescata la figura de Edith Stein, filósofa judía que se convirtió al cristianismo a principios de los años veinte y que entró en Auschwitz a mediados de 1942. Su muerte en el campo de exterminio la confirmó como mártir de la Iglesia y años más tarde fue beatificada como santa Teresa Benedicta de la Cruz. Por otro lado, Jantipa, la que fuera esposa de Sócrates, en esta novela se presenta también como prisionera del campo y arquetipo anticipado de numerosos dilemas filosóficos que motivarán más de una discusión a lo largo de esta novela.

Y si italizo intencionadamente ese novela es porque creo que sería más apropiado incluir esta obra en el género del «discusión filosófica durante más de cien páginas que habría agradecido algún que otro inciso capitular»; género que lleva huérfano de nombre desde que Platón echara mano de sus diálogos homónimos para educar en temas filosóficos, formato de clara influencia en la Jantipa de Castro.

temas de hoy / 130 págs.

Jantipa o Del morir

Ernesto Castro

Es en un barracón de Auschwitz I donde cinco mujeres, al descubrir que aparece el nombre de Edith en la lista de los prisioneros que serán gaseados al día siguiente, urden un plan para librarla de tan aciago destino cambiando su nombre por el de un Kapo (un jefe de cuadrilla, encargado de someter y controlar al resto de presos), una pérdida a su juicio menor comparada con la de la santa. «He aquí la fuente última de la perversión en Auschwitz: si querías sobrevivir, además de víctima, debías ser verdugo».

Es la posibilidad de reemplazarla el evento que dará pie a que se mantengan, en esas horas previas al final fatal, elevadas discusiones sobre el mal, la muerte, el alma y Dios; temas capitales que hacen de este libro una especie de Filosofía para dummies bastante asequible. Mi relación con la filosofía, confieso, se interrumpió al salir del instituto, volviendo a reencontrarme con ella gracias a las enseñanzas con las que una corriente moderna de pensadoras de Instagram suele acompañar sus fotos en bikini. Por eso este libro ha sido para mí toda una masterclass, en la que me he visto animada a dialogar con sus cinco protagonistas y a participar activamente de todos sus dilemas. Potius sero quam nunquam.

De manera inteligente, Castro utiliza un entorno por todos conocido como es el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, para ahorrarse así gastar líneas en la ambientación o los detalles de los escenarios y poder centrar toda nuestra atención en los dilemas éticos que se discuten.

Porque Jantipa o Del morir exige una lectura indisociable de la concentración absoluta si uno quiere evitar perderse en los razonamientos que se plantean, por mucho que se presente dialogada y esté preñada de expresiones dirigidas a aligerar el discurso y frases hechas de nuestro tiempo. Y aquí la pega que le saco al libro: esos mazo, esa Aspasia diciendo tía y porfa, ese pescaíto frito, ese partirse la caja... ¿Por qué, para qué? ¿Qué función cumple este lenguaje malasañero en tu libro, Ernesto? ¿Es una manera de acercar la filosofía a los jóvenes? ¿Has pensado, Ernesto, que los que en algún momento de su vida hablaron así llevan ya un tiempo suscritos al Nuevas Tendencias en Nichos? Mi sensación es que la única manera que el autor ha encontrado de ganarse al lector no-filósofo ha sido echar mano de estas expresiones anticuadas y muletillas sonrojantes, y me cuesta creer que haya algún lector que no haya dado un respingo en su silla al cruzarse con alguna de ellas.

Sin embargo, la verdadera sorpresa de Jantipa se destapa cuando uno se da cuenta de que está leyendo un libro que, contrario a lo esperable de un autor millennial progresista, trata la religión con nula voluntad de denostarla, con una mirada a la altura del hombro de los creyentes y sin ganas de sacrificar a Dios delante de todo el lectorado; una decisión que habría garantizado el aplauso de sus congéneres, pero que por el contrario quizás haya motivado la reflexión de otros tantos (entre los que me incluyo).

Con sus últimas palabras antes de que ocurra lo inevitable, Teresa identifica una realidad a la que seguimos haciendo frente ochenta años después, que «la insatisfacción constante es el castigo y a la vez el motor de la moral moderna». La primera novela de Ernesto Castro ha satisfecho holgadamente mis no-expectativas. Conviene seguir atentos, a ver qué sorpresa nos llevamos con las siguientes entregas.