'Las cosas de la vida. Guía para perplejos': la alegría de una cita
Andrés Amorós sorprende con un libro de citas, un mosaico de fragmentos extraídos de músicos, artistas, poetas, filósofos orientales, actores, toreros, clásicos y modernos con los que el autor ha ido trabando amistad.
Escribir para vivir, amar la vida incluso cuando se sufre, porque, como dice Andrés Amorós: «por grandes que sean nuestras penas, por mucho que nos agobie el peso de nuestros fracasos, hay algo de lo que no podemos prescindir: simplemente el amor a la vida». De esta necesidad de vivir surge un ensayo sorprendente.
Amorós es catedrático de Literatura Española, autor prolífico, Académico de Honor de la Real Academia de Cultura Valenciana, Premio Nacional de Ensayo y muchos otros reconocimientos que hacen justicia a una voz propia dentro de las letras españolas. Con este ensayo, que es una «guía para perplejos», ha hecho algo difícil, una filigrana, algo que suele salir mal si no se tiene el oficio y, sobre todo, la experiencia de la vida.
Fórcola / 300 págs.
Las cosas de la vida
Es un libro lleno de citas. No es un patchwork, porque no son retales desechados que cobran sentido al ser tejidos entre ellos. Es más bien un mosaico, una suma ordenada de teselas con colores suavemente degradados, una armonía de composición que habla de una vida profundamente vivida. Las notas suelen ser el sombrero del pedante, el adorno que cubre una cabeza descubierta, y a veces en la vida es necesario hacer el esfuerzo de no citar ni una sola vez, desnudar el texto y quedarse en cueros. Uno se encuentra consigo mismo y la desnudez de su pensamiento. Yo recomiendo hacerlo al menos una vez en la vida.
Citar no es fácil, porque es invocar la autoridad de otros, y es posible que se confunda con un ejercicio de erudición que abruma, y aburre, al lector. De ahí el mérito de Amorós. Las citas son ingentes, y el lector, en realidad, lo que percibe es la amistad sincera que el autor ha ido trabando con los grandes que en el mundo han sido. Músicos, artistas, poetas, filósofos orientales, actores, toreros, clásicos y modernos, comparecen en esta plaza pública para ser guía y apoyo de aquellos que andamos perplejos por la vida.
La experiencia vivida, y en particular, «el confinamiento por la pandemia, nos ha hecho ver la futilidad de las cosas, nos ha ayudado a colocarlas en el lugar que les corresponde». Esta es la intención del ensayo y, sin duda, se ha conseguido.
Como el afloramiento de la conciencia cuando recibe el impacto asombroso de la realidad, este ensaño es un germinar de la conciencia de la vida.
Comienza con el arrepentimiento, «je ne regrette rien», que resuena a aquel dictum de la Santa de Ávila, que decía «en la vida cabe todo menos el arrepentimiento». ¿Por qué? Porque en la vida todo es salvado por el todo. Y eso es lo que vemos a lo largo de las páginas: «he vivido». Lo dice Juan Ramón Jimenez:
Amor y vida
se funden,
como el cielo con la tierra,
en un esplendor suave
que es, un instante, eterno.
Y termina con la vida. A la vida se llega, no es el punto de partida. Este mosaico de luz y esperanza que tenemos en las manos muestra el camino porque el que se pasa, la guía para llegar a vivir. No es un recetario, y se agradece, es un testimonio de encuentros felices del autor con sus autores, y con su propia experiencia. Lo dijo un poeta chino:
La vida no se puede discutir.
Defenderla resulta difícil y absurdo.
Por eso concluye Amorós diciendo que «solo podemos abrazarnos a ella. Es lo único indiscutible».