'Espada, hambre y cautiverio': la espada del islam y la espada goda
Yeyo Balbás firma una obra de referencia obligada para aquel que quiera conocer el cómo y el porqué de la rápida conquista islámica de España
He de reconocer que, incluso antes de abrirlo, este libro me resultaba interesante en grado sumo. Por tres razones. En primer lugar, porque lo publica Desperta Ferro Ediciones, una joven editorial especializada en libros de historia de la guerra que aún no ha sacado un libro malo (y ya tiene casi cien libros en su catálogo).
Además de varias traducciones muy bien elegidas, ha publicado dos obras de referencia que quiero subrayar: la mejor biografía del Cid (El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra) hasta ahora escrita a cargo de David Porrinas, y un estudio monumental por su calidad y su alcance sobre la guerra en la Alta Edad Media: Imperios y bárbaros: la guerra en la edad oscura. Una obra que puede rivalizar por erudición y rigor con los grandes estudios de historia militar de los especialistas anglosajones.
El autor de este último libro, José Soto Chica, es el autor del prólogo del libro que nos ocupa. Y esta es la segunda razón de mi interés por esta obra, ya que su aval tiene enorme peso para quien esto escribe. La tercera razón, y la más importante, es el tema que aborda. Estamos ante un estudio de la dimensión militar de la conquista islámica de la Hispania visigoda que tiene en cuenta los aspectos sociales del impacto de la violencia de los conquistadores musulmanes sobre la población civil hispano-goda.
Desperta ferro /
Espada, hambre y cautiverio
Esta dimensión, la del sufrimiento de los conquistados, en muchas ocasiones ha sido obviada en ciertos relatos historiográficos, en los cuales domina lo que podríamos denominar una «angelización de Al-Andalus», esto es, el blanqueamiento sistemático del pasado islámico de España, subrayando sistemáticamente sus enormes logros culturales, que son incuestionables, y silenciando tanto la violencia de la conquista como la dimensión opresiva de las estructuras de poder del waliato, el emirato y el califato. Como denunció en su día el arabista y académico de la Historia Serafín Fanjul, se ha creado un «mito de Al-Andalus», sobre todo por parte de algunos arabistas.
En este sentido, cuando historiadores como el catedrático de Historia medieval Rafael Sánchez Saus han querido analizar el trato sufrido a manos del poder islámico por las comunidades cristianas (mozárabes) de Al-Andalus, se han desatado campañas ad hominem que revelan que, a juicio de algunos, el pensamiento crítico solo se puede aplicar a las «hordas invasoras» de los cristianos del norte. Es esa violencia reconquistadora, ciertamente innegable, la que se subraya, al tiempo que se condona o silencia la otra, no menos importante. Y no tendría por qué. Del mismo modo que la extraordinaria violencia de la conquista romana de Iberia, inaudita en algunos momentos, no ensombrece el legado único de la Hispania de Séneca, Trajano y Quintiliano.
En este contexto de polémica historiográfica, el libro de Balbás entra a abordar la dimensión violenta, obviamente inherente a toda conquista por las armas, de la invasión islámica de la Hispania goda. Y lo hace con gran rigor y solvencia, a pesar de que estamos ante un autor alejado del mundo académico. Su condición de divulgador hace que el historiador académico se acerque a su obra con cierto recelo. Un recelo infundado porque estamos ante una obra que combina bien la divulgación apoyada en una narración amena y clara, con el manejo riguroso y exhaustivo de las fuentes. La obra maestra de Roger Collins, La conquista árabe (Crítica, 1989), por fin puede ser completada con un análisis de los aspectos militares que ese estudio no abordó en detalle, pues se centraba en la dimensión política, institucional y social de la conquista musulmana.
Acaso cabría reprocharle a Balbás que esta voluminosa obra, casi seiscientas páginas, en realidad son dos libros en uno: una historia de las conquistas musulmanas en Oriente Próximo durante el periodo de los califas rashidun que abarcaría los capítulos 2 al 6 y una segunda parte donde se aborda propiamente la conquista islámica de España, capítulos 6 al 12. Dedicar doscientas páginas a las conquistas de los primeros califas en Egipto, Siria o Persia tiene interés para aquel lector que por vez primera se asome a la cuestión, pero para el público académico puede resultar innecesario, ya que no aportan nada nuevo. Particularmente recomendables son, sobre esta cuestión, las obras de Luis Agustín García Moreno y Hugh Kennedy.
La obra maestra de Roger Collins, «La conquista árabe», por fin puede ser completada con un análisis de los aspectos militares que ese estudio no abordó en detalle
A pesar de ello, resultan de interés algunos datos llamativos que aporta sobre la violencia sufrida por la población civil egipcia y sirio-palestina a manos de los conquistadores, como, por ejemplo, la cifra de 40.000 aldeanos de Palestina masacrados por los ejércitos árabes en el año 634. De hecho, resulta útil comparar los métodos de terror sobre las poblaciones utilizados por los árabes entre 634 y 644 en Oriente Medio en tanto que estrategia de conquista y las tácticas empleadas entre 711 y 714 en España.
En la segunda parte, al abordar la conquista islámica del Reino visigodo de Toledo, Balbás comienza con un riguroso análisis de las fuentes disponibles, tanto latinas como arábigas, a la altura del realizado en su día por Roger Collins. Es este un capítulo de enorme dificultad en su realización y que se ejecuta con solvencia. Por supuesto, el meollo del libro son los capítulos 8, 9 y 10 donde se detalla con minuciosidad el avance de los ejércitos de Tarik y Musa, aportando una perspectiva muy valiosa, ya que estos aspectos militares del relato histórico peninsular, a pesar de que son habituales en la actual investigación de la Plena y Baja Edad Media, por ejemplo, en la excelente producción de Francisco García Fitz, no han venido siendo frecuentes en la investigación del periodo altomedieval. Y ello, sin dejar de abordar siempre las consecuencias para la población civil, siguiendo el método acreditado de la escuela anglosajona (John Gillingham, Matthew Strickland…)
En definitiva, estamos ante una obra de referencia obligada para aquel que quiera conocer el cómo y el porqué de la rápida conquista islámica de España. Que la monarquía visigoda, una de las más sólidas institucionalmente en la Europa bárbara del siglo VIII, se viniera abajo con tanta rapidez sin duda se puede achacar a sus contradicciones internas. Pero no hay que perder de vista nunca el papel decisivo desempeñado por los conquistadores musulmanes, cuya pericia militar no iba a la zaga de una brutalidad tan calculada como eficaz.