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Portada de «Luces de la hispanidad» de Santiago CanteraSekotia

'Luces de la hispanidad': las luces de la colonización y evangelización de América

Se ha hablado muchas veces de las sombras de la colonización y evangelización de América. Ya es tiempo de hablar de sus luces. Fray Santiago Cantera ha logrado un trabajo de síntesis que pocas personas se habrían atrevido a plasmar en un solo libro

Cuando parece que todo está escrito sobre las interpretaciones de la acción de España y América, nos sorprende este nuevo libro de Santiago Cantera, cuyo título no puede ser más elocuente. No pretende llevar a engaño, y el lector, al verlo, tiene muy claro qué se va a encontrar: se ha hablado muchas veces –demasiadas quizá– de las sombras de la colonización y evangelización de América. Ya es tiempo de hablar de las luces, y centrarse en ellas. No se trata –el autor lo indica al principio– de otro libro que busque rebatir la leyenda negra. Ya hay muchos y algunos de enorme calidad, como es el caso del que publicó el estadounidense Philip W. Powell, con el significativo título original de The tree of hate.

sekotia / 240 págs.

Luces de la hispanidad

Santiago Cantera

No deja de sorprenderme, cada vez que leo un libro del Dr. Cantera, esa capacidad de divulgar un conocimiento propio de erudito con facilidad de llegar a todos los públicos.

En esta ocasión, fray Santiago ha logrado un trabajo de síntesis que pocas personas se habrían atrevido a plasmar en un solo libro. Parece haber condensado un saber enciclopédico en las páginas de un libro casi de bolsillo. La calidad de la edición es buena, pero sobre todo destaca ese saber hacer un recorrido desde las culturas prehispánicas de América hasta los actuales movimientos populistas.

Igualmente –y es gran parte del mérito del libro– hace una semblanza de aquella España que se trasladó con todo su bagaje cultural, jurídico y social hasta el Nuevo Mundo. Nos regala –una vez más– su profundo pensamiento sobre el nacer y ser de España como nación, fruto de muchos años de estudio e investigación que han aportado gran claridad para entender que España no es una creación de los Reyes Católicos, ni es una invención del siglo XIX. España nace con los visigodos, con la unidad religiosa y jurídica que hacen de la antigua provincia romana un reino independiente. Aquel reino es el que intentan restaurar Isabel y Fernando, reconstruyendo la unidad política, territorial y religiosa de los pueblos de la Península; solo quedó pendiente el sueño de Portugal, que se materializó en el reinado de Felipe II, aunque esta unión tuvo un final en 1640.

Pues bien, una vez dejado claro lo que era la nación que descubrió, pobló y evangelizó América, da paso a relatar los distintos aspectos de su legado, que fue muy amplio. Y tiene un mérito más: da respuesta a cuestiones aparentemente complejas, haciéndolas tan sencillas que es complicado –y retorcido, diría yo– rebatirlas.

Cuestiones como si hubo o no genocidio, la esclavitud en América, dónde está el origen del dispar desarrollo entre la actual América anglosajona y las repúblicas de la antigua Hispanoamérica. Tales divergencias, ¿son fruto realmente de una pésima conquista? ¿O más bien hay que buscar las causas precisamente en el desarrollo de las naciones republicanas, en manos de oligarquías y caudillos? ¿Cuál es la realidad actual de las poblaciones indias en los Estados Unidos y en Iberoamérica? ¿A qué responde esa diferencia?

Con argumentos sencillos, pero inapelables, Cantera hace una descripción de las creaciones de España en Indias que ponen de manifiesto que no estamos hablando de una nación depredadora, sino de una Monarquía compuesta por diversos territorios, en la que todos los habitantes eran súbditos libres de la Corona. La Roma cristianizada, con los aportes de los avances científicos de finales de la Edad Media, llega a América a través de España. Y se concreta en centenares de hospitales, escuelas, casas de caridad, ciudades, universidades… Todo aquello queda en América, fruto de un ingente esfuerzo y desgaste en personas y recursos por parte de la Monarquía.

Destaca, entre otras cosas, esa gran construcción, inigualable, que es el Derecho Indiano. Había que modificar el derecho castellano para adaptarlo al Nuevo Mundo, y se establece una legislación protectora del más vulnerable, el indio.

Y si el lector piensa que con esto ya hemos tenido una amplísima visión de la América virreina, comprueba que el autor no se detiene en esto. Personalmente pienso que Cantera ha asumido el deber de no «abandonar» a su suerte la historia de aquellos territorios, una vez que se emanciparon de España, y entonces se adentra con valentía en los diversos movimientos que se desarrollan en los siglos XIX, XX e incluso el XXI. Las citas continuas de autores de referencia como José Vasconcelos, amante de la hispanidad, o del chileno Jaime Eyzaguirre, se entrecruzan con otras menos amables, la del marxismo que busca la confrontación, o la de la teología de la liberación, que no es teología porque apenas habla de Dios. Y, sin embargo, no deja de señalar la importancia de estos movimientos, plasmados en determinados indigenismos radicales, antihispanistas, y que han dado como fruto los gobiernos del eje bolivariano, adscritos al denominado «Socialismo del siglo XXI».

Sé que puede parecer inverosímil que el autor sea capaz de escribir con rigor de tantos y tan variados aspectos de la realidad hispanoamericana. Pero animo al lector a que lo compruebe personalmente. No le defraudará, y no me cabe duda de que terminará el libro con más conocimientos y abandonando –si es que alguna vez se dejó llevar por ellas–, las ideas que han construido una falsa imagen sombría -solo sombría- de la españolización de América.