Wenceslao Fernández Flórez, inédito

En un momento del panorama editorial español en el que muchas editoriales independientes viven del rescate de clásicos descatalogados u olvidados –nada en contra–, se agradece que alguna ponga el foco en nuestra literatura. La labor de Ediciones 98 es encomiable sobre todo por esto –y luego por la alta calidad material y de edición de sus volúmenes–. Una de sus últimas peripecias es la publicación, por vez primera, de la autobiográfica El terror rojo (2021) y la periodística Crónicas de la Guerra Civil (2022) de Wenceslao Fernández Flórez.

La primera se publicó en 1938, en Lisboa y en portugués –O terror vermelho–. Jesús Alfonso Blázquez González, geógrafo, historiador y documentalista, director de Ediciones 98, la tradujo a finales de 2021; más de ochenta años después de su publicación original se ha hecho justicia y Fernández Flórez se alegra con nosotros:

Si este libro lleva la misma luz a otros hombres, será bien grande mi contento y gozaré la alegría de saber que mi voz consiguió no perderse en este admirable pueblo portuguésPrefacio de «El terror rojo», p. 20

La segunda alegría es más reciente y viene no de una traducción, sino de la ingente labor de recopilación y edición con la que el propio Jesús Alfonso Blázquez y su equipo han conseguido reunir, ordenar y fechar las crónicas inéditas escritas por Fernández Flórez durante la Guerra Civil, entre finales de 1937 y mediados de 1938, periodo inmediatamente posterior a su vuelta a España tras pasar por Francia y Holanda y desde el encierro que se procuró en su casa coruñesa de Cecebre –más detalles contextuales y mejores en la nota editorial del volumen–.

Si El terror rojo expone desde la autobiografía el salvajismo revolucionario y chequista nacido de los primeros compases de la Guerra Civil –y se suma a la estirpe de relatos imprescindibles que han narrado esto mismo desde diferentes ópticas, estilos y géneros: Madrid, de Corte a checa de Foxá, A sangre y fuego de Nogales, La llama de Barea, Por quién doblan las campanas de Hemingway–, entonces Crónicas de la Guerra Civil funciona, desde el periodismo literario, como su continuación inmediata por cronología y acontecimientos.

Y si El terror rojo y Crónicas de la Guerra Civil funcionan como una cierta bilogía, ambos sumados a las novelas Una isla en el mar rojo y La novela número 13 componen una completa y esencial tetralogía del conflicto.

En las páginas de esta autobiografía y crónicas vivimos con el escritor la angustia de quienes buscan tener noticias de sus seres queridos o esperan recibir la noticia de la muerte de sus hijos en el frente, no pocas veces bajo la bandera del bando contrario al de sus convicciones –el alzamiento les cogió en esa zona–; la «puesta en libertad» terminada en desapariciones y fusilamientos; el retrato colectivo de los intelectuales –los que que no se escondían en embajadas y legaciones– y apenas unos años antes habían integrado lo mejor de la cultura española –casi cuatro generaciones de intelectuales en tan solo un primer tercio de siglo, la Edad de Plata devenida en el fratricidio–.