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Portada de «La gobernanza de los sistemas educativos» de Francisco RupérezNarcea

'La gobernanza de los sistemas educativos': que la ideología no te aleje del acierto

Una guía para responsables políticos de la educación desde la objetividad, el rigor científico y la tradición humanística

Francisco López Rupérez, doctor en Ciencias Físicas, es un reconocido académico en el mundo de la educación que además ha desempeñado con éxito importantes cargos políticos y de gestión educativa. Actualmente dirige la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela. Con esta experiencia académica y profesional en el mundo educativo, López Rupérez aporta una obra de necesaria consulta para quienes se dispongan a asumir responsabilidades en la educación desde un cargo político, tanto en el ejecutivo como en el ámbito parlamentario.

narcea / 215 págs.

La gobernanza de los sistemas educativos

Francisco López Rupérez

Considera el autor, y coincido con él, que la educación debe incluir entre sus finalidades la armónica convivencia de conocimientos y habilidades, la promoción de la equidad y la cohesión social y el respeto a los valores del pluralismo, al tiempo que se preserva la tradición y la identidad propia. El sistema educativo debe afrontar la complejidad del mundo actual, con lo que supone de volatilidad e incertidumbre, pero también de libertad y oportunidades de creación.

Al abordar los desafíos básicos del sistema educativo, López Rupérez no oculta la llamada paradoja del gasto: un incremento del gasto educativo no siempre produce una mejora en los resultados educativos, especialmente a partir de un determinado nivel de gasto. Recuerda también el autor que en la Educación no hay calidad sin equidad, ni equidad sin calidad, al tiempo que defiende la plena compatibilidad de la equidad y la libertad en la enseñanza. Recoge también una reveladora cita de Tony Blair y Gerard Schroeder: «La conciencia social no se puede medir por el gasto público», sin considerar la eficacia de ese gasto y su capacidad para aumentar la autonomía de la gente.

Afirma López Rupérez que para que la acción política educativa tenga éxito se requiere una visión clara de hacia dónde orientar la reforma, acompañada de capacidades de liderazgo, de comunicación de ideas a la sociedad y de negociación. Es importante que exista un reconocimiento social previo que otorgue auctoritas por encima de la potestas, si bien reconoce que algunos políticos privilegian la lealtad personal frente a la capacidad, dos características que no son incompatibles.

La evolución de los sistemas educativos debe apoyarse en una mayor inclusividad (tanto en el aprendizaje a lo largo de toda la vida como en la escolarización temprana) y en un mayor poder cualificador en todas las etapas. Ambos objetivos son complementarios: los sistemas educativos de alto rendimiento suelen ser muy inclusivos. Es necesaria también una mayor flexibilidad, de forma que haya pasarelas entre los distintos órdenes de enseñanza y entre el trabajo y la formación; y una mayor apertura a las mejores prácticas educativas internacionales.

Una obra de necesaria consulta para quienes se dispongan a asumir responsabilidades en la educación desde un cargo político, tanto en el ejecutivo como en el ámbito parlamentario

Subraya el autor que definir bien las prioridades es esencial para las políticas educativas, siendo fundamentales, por su impacto sobre los resultados de los alumnos, las que se refieren al currículo, al profesorado y a la dirección escolar. Destaca además la importancia de la evaluación en los sistemas educativos si va acompañada de un feedback destinado a su mejora.

Para López Rupérez, la gobernanza en la Educación debe integrar el «arte» de la política con la «ciencia» de las políticas educativas; la calidad de la gobernanza educativa condiciona la calidad de la educación. Se requiere un equilibrio entre eficacia (resultados de los alumnos), eficiencia (optimización del gasto) y equidad. En una sociedad basada en el conocimiento ya no basta con tener una élite bien formada, sino que se requiere una población ampliamente cualificada.

Para el autor, se precisa un equilibrio entre descentralización y centralización en la educación. Afirma que la transferencia de competencias educativas en el ámbito local no ha tenido efectos positivos sobre el rendimiento de los alumnos y cómo, dos décadas después de los traspasos de esas competencias a las Comunidades Autónomas en España, es el territorio el principal factor de desigualdad educativa.

En opinión de López Rupérez, una gobernanza educativa inteligente debe apoyarse en un conocimiento experto (que facilitará la viabilidad política de las reformas), en la evidencia empírica y en la investigación, acompañadas por competencia en la negociación y rapidez para atender las exigencias del contexto y los cambios. Una buena gobernanza en la educación debe además promover la evaluación de las políticas educativas, el feedback para su mejora y la rendición de cuentas, así como la implicación personal y visible de los responsables de alto nivel en la implementación de esas políticas, junto con la involucración de los docentes. Presenta ejemplos internacionales de buenas prácticas y analiza las políticas educativas de Portugal, Singapur y Finlandia.

Estamos, en fin, ante una obra que debiera ser conocida y estudiada por los responsables políticos de la educación, y por quienes les designan. Como recuerda López Rupérez, los sistemas educativos son resistentes a los cambios y los efectos de las reformas sobre los resultados no se suelen apreciar hasta después de una década. Acertar en las políticas educativas es, hoy más que nunca, un requisito del futuro que debemos a los ciudadanos.