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Portada de «La última palabra de Albert Camus» de Miguel Ángel BlázquezVoz de Papel

'La última palabra de Albert Camus': para la última palabra faltó la vida

La primera novela de Miguel Ángel Blázquez recrea los últimos momentos del ensayista y dramaturgo Albert Camus

No son pocos los artículos y libros que sugieren que Albert Camus (1913-1960) retornó al cristianismo antes de morir. Y han debido ser obras fáciles de escribir, puesto que él mismo sembró dudas. Camus mantuvo una relación de amistad con Howard Mumma, un reverendo metodista afincado en París. Sus conversaciones fueron publicadas en el año 2000 bajo el título El existencialista hastiado. Según el testimonio del pastor, Camus buscó a Dios antes de morir e incluso le planteó la posibilidad de volver a ser bautizado. La frase de Camus «voy a seguir luchando por alcanzar la fe» con la que supuestamente se despidió de Mumma sirven de pistoletazo de salida a la novela de Miguel Ángel Blázquez La última palabra de Albert Camus (Voz de papel). En ella, el autor imagina las últimas veinticuatro horas del filósofo argelino-francés, transidas por la decisión de volver al seno de la Iglesia y retomar la esperanza inmensa que esto implica.

voz de papel / 84 págs.

La última palabra de Albert Camus

Miguel Ángel Blázquez

Todos conocemos el vínculo de Camus con la filosofía del absurdo: para él, la única postura admisible consistía en aceptar la irracionalidad e inutilidad de la vida. La exigencia de claridad del hombre le parecía una ambición vana y desmedida, y la misericordia infinita una experiencia irrealizable. Fue, sin embargo, un hombre solidario y compasivo, que intentó aliviar el dolor de los demás y anheló la justicia. Al igual el doctor Bernard Rieux en La peste, Camus fue alguien que «a pesar de vivir en la noche trataba de ver claro». Esto, unido al respeto y veneración que manifestaba por Jesús y la Iglesia, le hicieron tender puentes hacia el cristianismo, en cuyas filas halló a varios amigos.

Albert Camus murió el 4 de enero de 1960 a los cuarenta y siete años, cuando el Facel Vega en el que viajaba como copiloto se salió de la carretera y se estrelló contra un árbol. En su cartera se encontró el manuscrito, inconcluso y sin corregir, de El primer hombre, la que podría haber sido su obra más autobiográfica. Sobre su supuesta «conversión» no dejó nada escrito. En el pequeño cementerio de Lourmarin en el que fue enterrado, no fueron las campanas de la iglesia la que tocaron a muerto, sino las de la torre del reloj del pueblo, como pasaba siempre que moría un ateo.

La obra

La última palabra de Albert Camus transcurre el Hotel Chapon Fin (Thoyssey,Francia), en donde Albert Camus y Michel Gallimard –su editor y amigo– deciden pasar una noche antes de regresar a París en coche. Los acompañan Jeanine y Anne, la esposa y la hija de Michel respectivamente. Camus es un autor de éxito: es amado por varias mujeres, ha sido galardonado con el premio Nobel de Literatura, sus libros se venden bien, y Malraux –el ministro de Cultura de De Gaulle– le ha prometido un teatro en la capital donde poder programar y dirigir sus obras. A pesar de su notoriedad, Albert se muestra insatisfecho, indiferente a sus privilegios e irascible. Sabemos, por sus amigos, que es «un tipo extraño», «adicto a la belleza en todas sus formas»; un hombre, en definitiva, que lo aspira a todo… dentro de los límites de lo humano. ¿O es que acaso también deseó algo más allá de estos límites?

A pesar de que el relato es breve y no está libre de defectos –la biografía dialogada resulta forzada; se cae en algún cliché al describir las situaciones; ciertos personajes –especialmente femeninos– actúan como comparsa…–, sí deja entrever las facetas del corazón incógnito, múltiple y aventurero de Camus –el tipo de corazón que presuponemos a los soldados, a los forasteros y a los rebeldes.

El valor de la obra radica tanto en su mensaje – solo el Amor da sentido y felicidad a la vida– como en ser una aproximación honrada a una figura difícil por sus contrastes: el afecto que Camus sentía por su esposa e hijos no impidió que amara a María Casares desde el mismo momento en que la viera salir al escenario «como una cierva acosada»; su oposición al principio de no matar no siempre fue compatible con la resistencia contra el Régimen de Vichy; su imagen pública, moralista, no siempre coincidía con su verdad personal en tanto que fue un hombre que daba rienda suelta a sus sentimientos y cedía a sus impulsos.

El autor

La última palabra de Albert Camus es la primera novela de Miguel Ángel Blázquez. Aunque esta nueva ocupación no resulte chocante en una trayectoria tan variopinta como la suya, en la entrevista que el autor concedió a El Debate el pasado abril, el autor admitía que no le había sido fácil cambiar «la chaqueta de editor» por la de escritor. Reconoce que la razón de escribir sobre Albert Camus ha sido la fascinación que sintió al conocer la magnífica personalidad del argelino, y no tanto la envergadura de su obra o su activismo político.

Ser el fundador y el director editorial del sello independiente Bookman hace que entre Miguel Ángel Blázquez y Michel Gallimard, coprotagonsita de la novela, exista cierta avenencia. Gallimard, además formar parte del sello familiar que encumbró literariamente a Camus, fue su amigo íntimo y confidente. Era él quien conducía el potente deportivo en el que murió el dramaturgo y ensayista. El propio Gallimart falleció cuatro días después del accidente, de una hemorragia cerebral, en el curso de una intervención.