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Portada de «El alfabeto de los dioses» de Almudena TorregoEdiciones B

'El alfabeto de los dioses': de sabios, santos y demonios

Entre El nombre de la rosa y El capitán Alatriste, Almudena Torrego nos habla de la lucha eterna entre el bien y el mal en el siglo XVII español

Es muy habitual que una ópera prima, la primera novela escrita por un escritor, tenga un fortísimo componente autobiográfico. Llega hasta tal punto la dependencia de la propia vida que no es extraño que haya autores angustiados si el libro ha ido bien, pues sienten que han dicho todo lo que tenían que contar (y en ocasiones, así es).

Otra peculiaridad de muchas primeras novelas es su brevedad, como si el esfuerzo de escribir dejara exhaustos a estos escritores con poca experiencia. Más adelante adquieren músculo narrativo y se ven capaces de enfrentarse a grandes historias que además están exentas de las propias experiencias. Esto no significa que las óperas primas breves y autobiográficas tengan menos calidad, a vuelapluma se me ocurren Retrato de un artista adolescente de Joyce, El guardián entre el centeno de Salinger o Nada de Carmen Laforet, y me dejo el nutrido grupo de los Bartlebys, que diría Vila-Matas.

El caso de Almudena Torrego es en este sentido contrapuesto. Su primera novela, El alfabeto de los dioses, tiene poco de autobiográfico y mucho de ficción, como demuestran sus ochocientas páginas. Ella no es nueva en el arte de la publicación, pero hasta ahora solo publicaba obra académica. El salto (o la caída) a la ficción lo acaba de dar con este libro. A su origen investigador nos referiremos luego.

Digo que es una novela que creo con pocos componentes autobiográficos pues está localizada en el siglo XVII español y la trama se desarrolla a través de dos personajes masculinos contrapuestos, Alonso y el llamado El Cuervo. Ambos buscan el mismo objeto, un libro que parece esconder secretos y poder, pero con intenciones contrapuestas. El bien y el mal en estado puro se enfrentan en un juego entre la realidad histórica y relato fantástico. Esta dualidad inunda todo el relato hasta el punto de convertirlo en una novela bifronte donde cada capítulo se centra en protagonista y antagonista al modo de Las vidas paralelas de Plutarco, aunque aquí el paralelismo es inverso: ambos se mueven por la adquisición de conocimiento, pero a Alonso lo orienta hacia el bien mientras que a El Cuervo lo corrompe.

El bien y el mal en estado puro se enfrentan en un juego entre la realidad histórica y relato fantástico

Almudena Torrego es historiadora, y eso se nota. A pesar de haber escrito una obra con un fuerte componente fantástico, su contextualización histórica no es una excusa evasiva para ubicar la trama en un momento pasado, sino que tiene la consistencia de lo real. Los personajes ficticios se mezclan con los históricos y conocidos y los hechos fantásticos están bien engarzados entre acontecimientos del pasado. Del mismo modo, las ubicaciones tienen la solidez de lo conocido, probablemente desde la actualidad pero también en su pasado histórico. Una tentación del narrador con demasiados conocimientos históricos puede ser caer en el academicismo y sembrar el texto de excursos eruditos. Ella ha sabido contener esa tentación y las referencias al tiempo vivido cumplen la sencilla labor de contextualizar sin vanagloriarse.

De modo similar, la novela está escrita con un estilo arcaizante (lógico al tratarse de dos narraciones en primera persona), pero sin excesivos alardes. Con esto logra que se huela la esencia de los tiempos, pero que no dificulte la lectura con palabras y expresiones en desuso.

Tal vez su formación histórica también haya provocado que la cosmovisión que se transmite, el siglo XVII español, sea neutra. No cae ni en el extremo glorioso ni en la crítica ilustrada. El mundo eclesial o el nobiliario, que aparecen en gran medida, no están descritos con los dejes de corrupción y oscurantismo que en ocasiones aparece en este tipo género, más por cargar las tintas en lo morboso que por intereses concretos. Me parece digno de elogio ese esfuerzo por mantener la realidad tal y como pudo ser, sin proyectar ideologías contemporáneas hacia el pasado.

Almudena Torrego ha demostrado con este libro que tiene dotes de sobra para caminar en el proceloso mundo de la ficción. Se ha enfrentado a una prueba difícil y en mi opinión ha salido bien airosa. Le auguro un futuro largo y exitoso en el mundo de la novela histórica y quién sabe si en otros géneros.

Ediciones B / 832 págs.

El alfabeto de los dioses

Almudena Torrego