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Portada de «Hazte quien eres. Un código de costumbres» de Jorge FreireDeusto

'Hazte quien eres': convertir al otro en costumbre

Jorge Freire vuelve a una verdad tan antigua como el filosofar mismo: busca primero en ti la causa de los males del mundo, pacifícate con tus demonios, y después, y solo después, atrévete a juzgar

En tiempos en los que abunda el resentimiento, donde el malestar se traduce fácilmente en victimismo, Jorge Freire vuelve a una verdad tan antigua como el filosofar mismo: busca primero en ti la causa de los males del mundo, pacifícate con tus demonios, y después, y solo después, atrévete a juzgar.

«Yerras si crees que hacerte quien eres consiste en ser único e inimitable. Lo que nos conecta con los demás no es nuestra individualidad abstracta; ésta, al cabo, representa nuestro haz más intrascendente. Eres más entre otros». Y esa conexión con los demás, y con «Lo demás» es el eje de este tratado de ética clásica que gira, como nuestra vida, alrededor del ombligo que nos genera y da vida, como recuerdo del cordón umbilical que nos alimentó en el útero materno. Salidos ya del gineceo, ingresamos en el útero que da vida y alimenta a los adultos: el mundo. El mundo, las circunstancias, la vida como relación que constituye la propia identidad, forman el alimento umbilical de aquel que aspira a ser quien es.

Jorge Freire es agudo, incisivo y original, es decir, es un clásico. «No seas llorica», «un adulto no hace pipí», «cultívate, pero no seas meapilas», es el estilo de quien sabe a quién se dirige, que mira a la cara al lector y le habla de tú a tú.

Desde las primeras líneas de un ensayo ya se sabe si el autor dialoga con sus lecturas y sus libros, con la vida momificada que guarda en los sarcófagos de su biblioteca, es decir, si escribe desde su torre de marfil, o si baja a la plaza e intercambia sensaciones en el mercado, con los suyos, sus iguales, buscando el roce, la mirada y el olor de la conversación.

Jorge es de estos segundos, escritor de tertulia, de café y cerveza, de sobremesa y amigos. Jorge es una conversación con patas, y por eso le salen los aforismos, los circunloquios, las frases redondas y las exageraciones hasta por las orejas. Porque uno lee a Freire y en realidad le está escuchando, sus aspavientos mueven el aire y las hojas del ensayo son sus manos agitadas. Leer a Jorge Freire es participar de una conversación viva, pero no de chimena y coñac, de película inglesa, sino de sobremesa, migas en la mesa y copa sudorosa. Y no se me ocurre mayor elogio, porque pensar es ensayar una conversación con un amigo imaginado, y se nota que Jorge Freire tiene un buen puñado de amigos a los que hace comparecer antes de ponerse a escribir. Es a ellos a los que escribe, como el conferenciante que habla para el último del auditorio, el sacerdote que predica para el alma necesitada, o el profesor que se lo da todo al alumno ideal. A esos auditorios posibles es a los que hay que dirigirse, elevar el discurso y alzar la voz, porque sabemos que quizás algún día nos escuchen.

El ensayo de Jorge Freire encierra una sabiduría clásica que hoy es tan necesaria como cuando los moralistas antiguos la descubrieron: nos hacemos haciendo cosas con las cosas, y la cosa más objetiva, imponente y valiosa eres tú. Lo que yo hago contigo me hace a mí, y a ti conmigo. Convertir al otro en costumbre es el objetivo de la vida civilizada, demasiado habituada hoy al ensimismamiento individualista. Hablar con Freire, leer «Hazte quien eres» es recuperar el gusto por la larga conversación que nos ha hecho lo que somos.

deusto / 168 págs.

Hazte quien eres

Jorge Freire