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Miguel Mihura

'Tres sombreros de copa', de Miguel Mihura

Humor absurdo con toques ingenuos y tiernos, el analgésico de Miguel Mihura contra los inevitables sinsabores de una vida que insiste en desilusionar

El madrileño Miguel Mihura (1905–1977) nació y se crio en el teatro: su padre era un exitoso actor y productor, y Miguel, de niño, se sintió fascinado por las tablas, la tramoya, los camerinos. Creció en una época en que los hermanos Álvarez Quintero, Jardiel Poncela, Carlos Arniches y Pedro Muñoz Seca estrenan comedias que maravillan al público. Trabó buena relación con autores como Eduardo Marquina o Edgar Neville, y fundó revistas de humor como La ametralladora o La codorniz. Alternó el teatro con el cine y con el periodismo, buscando siempre salirse de lo trillado por medio de un humor absurdo sin pretensiones.

Escribió Tres sombreros de copa en 1932, logró publicar la obra en 1947 –en esta edición, el volumen incluía dos comedias más–, pero no se estrenó hasta 1952, cuando Mihura ya había perdido todo interés. Insistieron en interpretar esta comedia los jóvenes integrantes de la agrupación Teatro Español Universitario; lograron estrenarla en el Teatro Español de Madrid con actores como Juanjo Menéndez o Agustín González.

Esta obra le supuso una excelente acogida en la taquilla y en las críticas literarias –y le valió obtener el Premio Nacional de Teatro–, de modo que Mihura volvió a dedicarse —durante unos doce años– a componer libretos cómicos.

Como se aprecia en La ametralladora, La codorniz o en su cine, el humor de Mihura busca sorprender por medio de situaciones y ocurrencias absurdas, con un toque entre ingenuo y tierno, pero que en realidad sólo aspira a ser un lenitivo de la mediocridad y contrariedades de la vida. Reírse como terapia. Aunque en Tres sombreros de copa podamos entender que hay una crítica social al convencionalismo burgués, las intenciones del autor no eran de esta índole; no hay doctrina política ni ideario filosófico, no hay militancia ni partido. Ridiculiza las convenciones sociales, muestra una alternativa, pero, a la postre, se resigna y sólo le queda la carcajada.

CÁTEDRA / 144 PÁGS.

Tres sombreros de copa

Miguel Mihura