Cervantes más allá de prejuicios: el talento y dignidad de sus mujeres
Mercedes Alcalá Galán confronta la visión cervantina con la época para indagar en el papel desempeñado por la mujer en sus obras
Teresa Panza presta a la autora de esta monografía una frase cuyo calado recorre las páginas de este libro. La catedrática de la Universidad de Wisconsin y presidenta de la Cervantes Society of America, Mercedes Alcalá Galán, demuestra cómo Cervantes, aun sin rebasar los márgenes de la cosmovisión del mundo que le tocó vivir, se acercó a las múltiples y, a veces, tortuosas realidades de las mujeres guiado mucho más por su excepcional discernimiento que por el pensar común: así, los lectores ven las trabas que soportan sus personajes femeninos por el hecho de estar sumidos en sus propios cuerpos igual que en su reglamentada sociedad, o al menos se le proporciona lo necesario para reconstruir imaginariamente su subjetividad en conflicto, a través del despliegue de toda una gama emocional y sentimental llena de matices particulares, y asimismo de una capacidad lógica e intelectiva en general minusvalorada.
Iberoamericana-Vervuert / 366 págs.
Con esta carga nacemos las mujeres
La autora entiende que algunas de las más interesantes mujeres cervantinas, como Dorotea o Marcela, existen «desde una utopía grandiosa», por su valentía, independencia, inteligencia, criterio propio, conciencia de su dignidad y libertad. Pero, al crearlas y, sobre todo, al dotarlas de voz, las convierte también en modelos o posibilidades. Por otra parte, frente a la polarización habitual entre doncellas y mujeres perdidas o deshonradas, el genio cervantino desvela concepciones que se sobreponen tanto a la misoginia habitual en muchos autores como a una percepción maniquea de la mujer.
Sobresale el estudio de cinco personajes cervantinos, entre todos los otros mencionados y con los que se conectan, a través de una serie de temas y motivos, entre ellos la vivencia del estupro, la violación, el comercio sexual, el matrimonio secreto, la maternidad, la crianza o la enfermedad. Auxiliada no solo por los historiadores, sino por su propia aproximación a documentos de los siglos XVII y XVIII, Alcalá Galán confronta la visión cervantina con la de la época, reflejada en los escritos no ficcionales, sean de índole legal, médica o testimonial.
El genio cervantino desvela concepciones que se sobreponen tanto a la misoginia habitual en muchos autores como a una percepción maniquea de la mujer
Esperanza, en La tía fingida, rompe los estereotipos al adoptar una absoluta pasividad frente el infamante comercio al que la obliga su tutora. Cornelia, en La señora Cornelia, permitirá situar el sentido de la maternidad y la crianza dentro de un mundo de «luces y sombras», por más que el relato resulte inverosímil en muchos aspectos. Por medio, en parte, de Leocadia, la protagonista de La fuerza de la sangre, Alcalá Galán rescata la sagacidad de Cervantes para valorar a la mujer con independencia de sus accidentes físicos, y disociar la auténtica concepción cristiana, conforme a la cual crea a sus personajes, del cúmulo de prejuicios y conclusiones erróneas sobre el llamado bello sexo, nacidos de un profundo desconocimiento por parte de los varones, cuando no de sus proyecciones, necesidades o incluso debilidades y mecanismos de defensa.
Con la duquesa del Quijote, se ejemplifica que su autor a veces se contenta con sugerir la complejidad de los personajes, las posibles causas de su comportamiento. Así, sirviéndose de otro personaje femenino, se mencionan las «fuentes» de la duquesa, indicativas de problemas fisiológicos o de infertilidad, tratados según el parecer médico del momento, y a su vez posible razón de una forma de vivir orientada a hacerse perdonar la falta de descendencia. A partir de ella, la profesora de Wisconsin atiende, con datos y documentos, a la difícil posición de las mujeres nobles y las de la realeza cuando cabían dudas de su fecundidad.
También se examina nuevamente, con pormenor, el poliédrico personaje de Feliciana de la Voz en Persiles, caso al que numerosos especialistas anteriores habían dedicado estudios, incluida la propia investigadora, y que sin embargo ha dado lugar a una nueva y extraordinaria aproximación: no solo el personaje se contrapone a los estereotipos y manifiesta lucidez y talento, sino que Cervantes con él «cuestiona, explora y subvierte la noción de maternidad en relación con la subjetividad femenina» (pág. 224) y apunta, a través de un pasaje revelador, cómo el culto de Feliciana a la madre de Dios en el monasterio de la Virgen de Guadalupe se transforma en una manera de dignificar a las mujeres, trascendiéndose en parte la oposición entre virginidad y maternidad, tan esencial en la teología mariana contrarreformista.
En efecto, respecto al tema de la maternidad, se advierte en este libro un loable intento por explicar el que las mujeres casadas y las madres se convirtieran en personajes secundarios o ausentes en las obras del autor áureo. La catedrática norteamericana ahonda en la variedad de retratos creados por aquel: pocas son sus madres «normales y positivas», a saber, Teresa Panza y Ricla; el resto lo conforman las ausentes, porque las protagonistas son huérfanas; las mencionadas en las tramas pero olvidadas en el relato; las que funcionan como madres, sin serlo; las madres de un hijo único, al que adoran, y las disfuncionales. También, las «medio madres» que no participan en la crianza del hijo, y las nodrizas.
El poder observador y la perspicacia crítica de un gran escritor han superado con frecuencia a los de los «científicos» y tratadistas contemporáneos. Mercedes Alcalá vuelve a demostrarlo respecto a Cervantes y las mujeres a las que dio vida en sus obras, en las que se atisba su condición humana y su dignidad, más allá de los condicionantes corporales y temporales.