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Portada de «La última vez» de Guillermo MartínezDestino

'La última vez': dígame usted qué he escrito yo

Guillermo Martínez presenta una novela literario-detectivesca con componentes eróticos que retrotrae a los años de la Barcelona del boom

Barcelona era una fiesta. O, al menos, esa impresión ha legado a la comunidad de amantes de los libros aquella capital en la que se gestó y propagó hacia el mundo el boom latinoamericano. El encanto de aquel pasado no tan remoto aún atrae a escritores en ciernes y lectores motivados en busca de las señas de Marito, de Gabo y toda la patulea. En medio de aquella vorágine editorial, más bien a los mandos de la tormenta, se encontraba Carmen Balcells, gran dama y tirana desde su renombrada agencia literaria.

La última vez, nueva novela de Guillermo Martínez (Argentina, 1962) rescata algo de aquella Barcelona del boom a través de una historia que arranca ya en los 90. La narración presenta el auge y caída de Merton, un jovencísimo crítico argentino temido y venerado que comete el error de ser brutalmente honesto en ese tinglado a menudo sucio de los premios literarios. Sin embargo, dos años después, olvidado ya del mundillo, es reclamado en Barcelona por Núria Monclús, trasunto de Balcells, que fue bautizada así por José Donoso en El jardín de al lado y Martínez rescata en uno de los varios juegos metaliterarios de esta novela.

La agente, interesada en el negocio, le transmite el sumo interés de A., un escritor argentino consagrado y afincado en Barcelona, en que lea el manuscrito de la que está llamada a ser su última novela, puesto que A se encuentra ya casi incapacitado. El escritor considera que su obra ha sido malinterpretada y su éxito es fruto de un humillante malentendido que no hace honor a su obra. ¿Será capaz el sagaz Merton de descifrar la clave de sol de este genio atormentado?

Guillermo Martínez, que se dio a conocer especialmente con Crímenes imperceptibles, llevado a la pantalla por Álex de la Iglesia, cultiva un gusto muy propio por las señas, las contraseñas y los cluedos, fruto probablemente de su formación matemática. En sus novelas, la intriga siempre ocupa un papel importante, a veces protagonista. En este caso, el suspense es filosófico-literario, con algo de juego a lo Umberto Eco o, sobre todo, a lo Borges, a quien Martínez dedicó un ensayo. También, en esa relación entre el hermeneuta y el autor hay mucho del Henry James de Los papeles de Aspern.

Sin embargo, con ser de fácil lectura, la trama detectivesca resulta demasiado inasible y a veces hasta banal a fuerza de plantear dicotomías entre el éxito y la gloria, la escritura y la crítica. Y no siempre nos interesa Merton ni los motivos de A. para llamarlo a su lado. Ni a veces entendemos que valga la pena tanta solemnidad.

Pero es que La última vez es, además de un thriller literario, una novela erótica con un pie en el Lady Chatterlay de D. H. Lawrence. Merton se verá arrastrado a un juego de flirteos con la mujer del escritor consagrado y la hija de ambos y, paralelamente, la novela de A. que debe leer Merton plantea otra coyuntura sobre la dominación y el deseo. Por momentos el erotismo es bastante plano y evidente, con algunos señuelos incomprensibles (¿de dónde sale ese Kamasutra?) y un discurrir predecible y hasta precipitado.

Tiene su interés para el letraherido las constantes referencias a autores y los pequeños entresijos del mundillo literario, tan cainita e interesado como cualquier otro gremio. Pero ni siquiera la Balcells que se esconde bajo la piel de Núria Monclús resulta un carácter de una pieza, más bien un cruce de la Balcells real (qepd) con la Meryl Streep de El diablo viste de Prada. Eso sí, hay que agradecerla a la editorial Destino que haya concedido la publicación de un libro que retrata el ambiente noventero de los grandes premios literarios de Planeta: «Este premio era, por la cifra elefantiásica que otorgaba, un imán que a la vez atraía y repelía a los escritores consagrados. Ese año recayó con puntería sospechosa en un escritor de Murcia largamente famoso, que podría devolver con sus ventas hasta el último centavo y pagar incluso varias fiestas más».

Barcelona era sin duda una fiesta… literaria.

destino / 192 págs.

La última vez

Guillermo Martínez