Asesinato en el Hotel Paradise (XXVI)
Se activó como un felino que intuía el peligro instantes antes de que fuera inminente
3 de agosto, 09:20
Florencia, como la ciudad de los artistas. Si tuviera que nombrar una sola cosa positiva de aquellos últimos días era ella. No entendía cómo una persona podía instalarse en su corazón a tan solo instantes de conocerse. Pero ahí estaba, la única en todo el hotel, posiblemente en todo Madrid, que podría hacerle olvidar el temor que sabía le acecharía el resto de sus días. Los que quedaran.
–¿Óscar, te encuentras bien?
Este negó con la cabeza y abrazó a la pianista que se dejó hacer y le sostuvo, cálida.
Entonces, ambos unieron sus labios. Óscar decidió inconscientemente que tomaría una acción por una vez y cerró la puerta de la habitación de Floren detrás de ella y ambos se acostaron, hicieron el amor y él supo lo que era estar perdidamente enamorado al mirarla a los ojos oscuros.
Finalmente, ambos se recostaron, la cabeza de ella en su pecho.
–Ha sido maravilloso –murmuró ella con mejillas sonrosadas.
–Lo ha sido –contestó él dándole un beso en la coronilla.
–Pero sé que algo te preocupa.
Por supuesto que lo sabía
–¿Es por Ludwig? ¿Se sabe algo más? Menudo puñetazo le pegaste…
Óscar no había reparado en ello. Había ido directo a pegar a Ludwig como si se tratara de una pelea de patio de recreo. No pudo evitar echarse a reír, destensándose por completo.
–Es cierto, se me había olvidado –dijo, sin evitar seguir riéndose–. Aún así, no sé. No creo que Ludwig haya sido. Se han torcido las cosas abajo. Julieta está embarazada.
–¿Cómo?
–Es de Cal. Pero resulta que el cabrón de Calisto eligió estar con Mercedes así que Julieta podría ser otra sospechosa.
–Joder con Wagner. Aunque es cierto que Julieta se saltó la cuarentena de los primeros días…
Óscar frunció el ceño.
–Bueno… es verdad.
–O sea, si quiso borrar pruebas, y consiguió fingir que estaba consternada, pudo moverse sin que nadie se diera cuenta.
Óscar se entretuvo pensando en Julieta. ¿Podría haber sido ella? ¿Debería señalárselo a la inspectora para que fuera a investigar?
–No lo sé… además no tendría sentido. O sea, quizás a Cal…
Floren chasqueó la lengua.
–Claro, pero no tendría sentido matar a Gonzalo entonces… Siento lo de él también… sé que has perdido a tus amigos de la universidad en muy poco tiempo.
Óscar asintió quieto sin dejar de acariciar el pelo oscuro a Floren. Su habitación tampoco estaba decorada, varios cables sueltos sobresalían de uno de sus cajones.
–No hablemos de ellos. Cuéntame algo de ti.
Ella se rio y se incorporó para tumbarse. Ambos se recostaron en la almohada, él miraba hacia el techo muy quieto, ella le miraba sonriente.
–¿Qué quieres que te cuente?
–No sé, ¿dónde está ahora tu abuela? ¿y tu familia?
Floren emitió una risa aguda.
–Mi abuela murió hace unos años. Tocaba el piano como los ángeles, ¿sabes? Hizo un disco de música, todos coreaban la música de la compositora Penélope Real. Vengo de una generación de pianistas –se rio–. Aunque hace mucho de eso. Ahora solo yo sigo tocando.
–¿Por qué?
Hubo un silencio y Óscar no aguantó más. Su cuerpo se activó como un felino que intuía el peligro a instantes antes de que fuera inminente.
Se levantó de la cama agarrando la camiseta del borde, dispuesto a echar a correr… antes de que Floren le clavara un cuchillo.