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Portada «Los santos inocentes» de Miguel Delibes

Portada «Los santos inocentes» de Miguel DelibesAustral

'Los santos inocentes': de paseo con Azarías

Delibes se olvida de la ternura en este libro seco y duro como el campo en verano, pero también hermoso como Extremadura en primavera

Miguel Delibes es sobradamente conocido por ser el escritor que más y mejor ha narrado Castilla (Machado hizo lo propio con la poesía, y con otro tono) y ciertamente su obra está ubicada entre la ciudad de provincias y el campo castellano. Una importantísima excepción es el libro que nos ocupa. Los santos inocentes está localizada en los latifundios extremeños, y eso cambia mucho. El campo castellano-leonés puede ser duro, pero el campo extremeño es implacable. Algo parecido pasa con Los santos inocentes.

Se habla mucho de la carga social de esta novela de Delibes. Sin negar la mayor, yo diría que esa interpretación está provocada por la, por otro lado, excelente película de Mario Camus. Delibes tiene intención social en todos sus libros, y en este es probable que esté más marcada, pero nuestro autor entiende la complejidad del ser humano e incluso sus críticas están teñidas de compasión. Evita el trazo grueso e intenta comprender las motivaciones de sus personajes poderosos. Cierto que la familia de Paco «el Bajo» está supeditada a la voluntad y antojo de los señoritos, que los tratan casi como objetos de su posesión, pero no existe la maldad ni en la señora Marquesa, ni en Don Pedro «el Périto», ni siquiera en el Señorito Iván, sino más bien debilidad y egoísmo. Incluso se augura una semilla de misericordia en la figura de la señorita Miriam.

El otro eje en el que se mueve la novela es el del medio ambiente, una de las líneas temáticas más importantes de vallisoletano. La intención de nominar la realidad (los animales y las plantas en este caso) con precisión da pie a que en ocasiones un lector urbano se pierda y no comprenda ciertos matices importantes. En este caso, diría que el más importante estriba en la diferencia entre las dos «milanas» del libro, pues ninguna de ellas es un milano (ave rapaz), sino un Gran Duque (el más grande de los búhos) primero y una grajilla (el más pequeño de los cuervos) después.

Portada «Los santos inocentes» de Miguel Delibes

austral / 240 págs.

Los santos inocentes

Miguel Delibes

Delibes fue un gran cazador y defensor de la caza menor en muchos de sus libros (Con la escopeta al hombro, Las perdices del domingo, El libro de la caza menor…) y no sintió ningún conflicto interno entre su defensa del entorno rural y el arte cinegético, sino todo lo contrario. No obstante, en Los santos inocentes es implacable con los señoritos que solo cazan por gusto, hasta el punto de disparar todo pájaro se me mueve por el mero hecho de matar. Este es, a mi entender, el tema central de la novela: la venganza de una naturaleza que se siente ultrajada y utiliza a uno de sus protectores (uno de los santos inocentes) para ejercer la justicia que reclama.

En «Los santos inocentes» es implacable con los señoritos que solo cazan por gusto

La salud de Paco, las humillaciones de su familia o el incierto futuro de sus hijos están allí y seguirán estando. La naturaleza no se mete en asuntos de hombres, pero ay de aquel que se meta con sus hijos. De nuevo volviendo a la película, el propio Camus admitió que la frase «milana bonita» estaba fuera del guion original y fue a petición del escritor que apareciera. Más allá de la fuerza caracterizadora de la frase (el Azarías de Paco Rabal no sería ni la mitad de lo que fue), enmarca al agente provocador de tantos acontecimientos importantes del libro. Y por supuesto del desenlace.

Para quien aún no lo haya leído, es bueno saber que tiene ciertas innovaciones formales que en un primer vistazo pueden sorprender. Básicamente se reducen a que el texto carece de puntos. Las frases aparecen separadas por saltos de línea y sangrías, y lo mismo ocurre con los diálogos. Esa concesión a la moda experimental de la época puede alejar al lector más tradicional. Yo le animo a que se atreva con el libro, pues verá que en pocas páginas se olvida de la extraña configuración y se adentra en la historia de forma natural. Algo parecido a lo que muchos lectores habrán experimentado al leer Cinco horas con Mario.

Los santos inocentes es un libro excepcional que necesita ser leído. Diría que más ahora mismo que se habla tanto del abandono del mundo rural, que se idealiza la vuelta al pueblo y que las injusticias parecen ser cosas del pasado.

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