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Portada de «ETA en el cine» de Víctor M. Pérez VelascoÚltima línea

'ETA en el cine': cuando el séptimo arte distorsiona la realidad

Víctor M. Pérez Velasco analiza 35 largometrajes para estudiar la objetividad del relato hacia las víctimas y los verdugos, su carga adoctrinadora y orientación ideológica

La temática del terrorismo vasco y sus siniestras consecuencias -políticas, sociales, culturales, lingüísticas- ha atraído la producción de un buen número de películas con diferentes enfoques y maneras de tratar este delicado asunto. Teniendo en cuenta que ETA nace en 1958 y que su primer asesinato se produce el 7 de junio de 1968 contra José Antonio Pardines (agente de la Guardia Civil), desde mediados de los años setenta hasta finales de 2018 se han producido cerca de 160 películas, incluyendo largometrajes, mediometrajes y cortometrajes. Un número nada desdeñable si nos atenemos al promedio de producción cinematográfica que el cine español realiza anualmente.

Víctor M. Pérez Velasco, que ya había publicado otras obras de enorme interés como La España orwelliana (2011), Cine español y adoctrinamiento político en democracia (2011) o Pastoreando conciencias. El adoctrinamiento político en la Transición (2013), recoge la sugerencia de su amigo Felicísimo Valbuena, catedrático emérito de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, para acometer de manera pormenorizada un análisis sobre la relación existente entre el cine, el terrorismo etarra y el adoctrinamiento que puede causar, tanto en el corazón del País Vasco como en el resto de España.

El objetivo de partida del autor no es otro que disponer de un estudio objetivo, demostrable y crítico sobre esta dura realidad, que ayude a que tantos años de violencia, asesinatos y extorsión no fuesen manipulados ni adulterados por la cinematografía patria, permitiendo en la mayoría de los casos que los terroristas se presenten como héroes de la libertad y las víctimas los merecidamente asesinados por suponer un problema en la consecución del proyecto totalitario independentista.

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ETA en el cine

Víctor M. Pérez Velasco

Para ello, el autor selecciona una muestra estadísticamente significativa de 35 largometrajes, a los que somete un análisis de contenido sobre la objetividad del relato hacia las víctimas y los verdugos, y cómo introducen una carga adoctrinadora, una orientación ideológica e incluso rasgos hispanófobos. Pérez Velasco lo tiene claro: «Cuando el cine se pone al servicio de la doctrina, en este instante, el cine pasa de ser arte a convertirse en un instrumento doctrinal prescindible, aunque su ejecución artística sea impecable e incluso admirable».

Películas tan conocidas como La fuga de Segovia (Imanol Uribe), El Pico (Eloy de la Iglesia), La pelota vasca, la piel contra la piedra (Julio Medem) o El lobo (Miguel Courtois) son rigurosamente analizadas bajo una misma metodología que garantiza la realización de comparaciones entre ellas y la extracción de conclusiones precisas que no dejan indiferente a nadie. La más contundente, la que muchos nos podíamos imaginar: el cine que trata el terrorismo de ETA desde 1976 hasta 2017 contiene inaceptables rasgos de adoctrinamiento político para la sensibilidad de una sociedad democrática, enmascarados en los objetivos doctrinales del nacionalismo vasco en cualquiera de sus versiones. Dicho de otro modo, algunos de los resultados de este trabajo apuntan a que un 42,9% de las películas examinadas presentan elementos nítidos de hispanofobia, un 40% de la cinematografía sobre ETA contiene un espíritu adoctrinador, un 31,4% defiende el punto de vista de los terroristas y un 17,1% desprecia a las víctimas.

Por ello, es de justicia reconocer el coraje de Víctor M. Pérez Velasco a la hora de abordar este interesante trabajo, perfectamente editado por Última Línea. No corren buenos tiempos para la defensa de las causas más nobles, en este caso de las víctimas del terrorismo. Para muchos, siguen siendo un obstáculo, un elemento que distorsiona el «relato oficial» de lo que hemos padecido en España durante tantos años. Por eso debemos insistir en contar lo que ocurrió a través de las víctimas, editando más libros como este y produciendo más películas como las del brillante cineasta vasco Iñaki Arteta. Hay que perder el miedo a decir públicamente que hubo unos que asesinaron, hirieron y amenazaron a otros por tratar de imponer unas ideas, rompiendo la convivencia y cercenando las libertades de un sector de la población. Esta obra de investigación es un acto de responsabilidad y, por tanto, una defensa firme de la libertad.