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Portada de «Putzi. El confidente de Hitler» de Thomas Snégaroff

Portada de «Putzi. El confidente de Hitler» de Thomas SnégaroffSeix Barral

'Putzi. El confidente de Hitler': ¿bufón, marioneta, ideólogo en la negrura de los tiempos?

Seix Barral rescata en esta novela entre la ficción histórica y la crónica la figura de Ernst Hanfstaengl, amigo íntimo de Hitler en los momentos previos a su ascenso al poder

Thomas Snégaroff, periodista e historiador francés que se ha especializado en los Estados Unidos, es autor de varios ensayos: L’Amérique dans la peau. Les corps du président américain (2012), Kennedy, une vie en clair-obscur (2013), Bill et Hillary Clinton (2014) y Little Rock, 1957. L’histoire des neuf lycéens noirs qui ont bouleversé l’Amérique (2018).

En 2020 publicó en la editorial Gallimard su primera novela Putzi. Le pianiste d’Hitler, que traduce del francés Isabel González-Galarza para Seix Barral. Rescata en esta novela de naturaleza híbrida entre ficción histórica y crónica la figura de Ernst Hanfstaengl (1887-1975), quien, a pesar de que desempeñó un papel destacado por su diplomacia durante el nazismo, apenas ha recibido hasta el momento atención por parte de la crítica. Reconstruye en Putzi. El confidente de Hitler la trayectoria vital de este hombre –apodado, a pesar de su gran estatura, Putzi, «hombrecito» en bávaro– y recupera los hilos que tejen la política internacional y el clima cultural e intelectual de este período histórico.

Gracias al acceso a los archivos familiares, a los diarios y testimonios y al conocimiento directo de las fuentes históricas, Snégaroff muestra esta convulsa época en una narración en la que adquiere más fuerza el peso de la crónica política e histórica que los recursos narrativos propiamente dichos.

Portada de «Putzi. El confidente de Hitler» de Thomas Snégaroff

Seix barral / 400 págs.

Putzi. El confidente de Hitler

Thomas Snégaroff

Perteneciente a una familia de marchantes de arte (su padre era alemán y su madre estadounidense, pues procedía de una familia notable de Nueva Inglaterra), Hanfstaengl estudió en Harvard y trabajó en la empresa familiar de la Quinta Avenida de Nueva York. Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, aunque quiso regresar a Alemania para enrolarse en el Ejército, no lo consiguió y permaneció en los Estados Unidos. Cuando el país declaró la guerra a Alemania en abril de 1917, la parte del negocio familiar que dirigía fue confiscada. Y, una vez finalizado el conflicto bélico, se casó con Helene Adelheid Niemeyer, una dama de Long Island.

En julio de 1921 Hanfstaengl regresó con su familia a Múnich. Tras participar en un mitin de Adolf Hitler en la célebre cervecería Salvador Keller el 21 de noviembre de 1922, creció su admiración y estrechó los lazos de amistad con Hitler. Lo acompañó durante el viaje que hizo a Berlín en la primavera de 1923 para conocer a la familia de Wagner y visitar Wahnfried –allí está la casa familiar que el compositor construyó a comienzos de la década de 1870–, donde Hitler les hizo partícipes de su proyecto de preparar un golpe de Estado y donde Putzi y Hitler sellaron su pasión por Wagner, lo que le valió al primero el sobrenombre de «pianista de Hitler».

Tras el fallido putsch de Múnich del 8 y 9 de noviembre de 1923, Putzi huyó a Austria; y Hitler, tras resultar herido en el enfrentamiento con el Ejército, se refugió en la casa de campo de los Hanfstaengl en Uffing, donde fue detenido por la policía; la ayuda de Helene, esposa de Putzi, evitó que Hitler se suicidara y logró que abandonase su huelga de hambre cuando estuvo preso en la cárcel de Lansberg. Hitler interpretó la huida de Hanfstaengl como una traición y, a pesar de que lo siguió utilizando para alcanzar los fines que deseaba, decidió apartarle de su círculo de colaboradores y rechazó las sugerencias de Putzi relativas al acercamiento de Alemania a los Estados Unidos.

Durante la década de los años veinte, Putzi proporcionó a Hitler el contacto con miembros de los linajes aristocráticos que la familia tenía en la alta sociedad muniquesa (los Bechstein, fabricantes de pianos, y los Bruckmann) y lo introdujo en el círculo de los industriales y financieros alemanes, sin los cuales el régimen no habría sido posible.

Con sus dotes de buen conversador y con su virtuosismo al piano Steinway, el anfitrión transformó el salón de su casa en el escenario wagneriano, donde Hitler comenzó a reunirse con Göring, Hermann Esser y Joseph Goebbels, entre otros. Participó activamente, con su capital, en el renacer del diario el Völkischer Beobachter –uno de los canales oficiales de difusión del NSDAP–, financió la publicación del Mein Kampf, propició la entrevista a Hitler en el New York of American en 1929, importó las técnicas de comunicación que se aplicaban en las elecciones presidenciales en Estados Unidos, contribuyó a la restauración de la imagen de Hitler ante la prensa estadounidense tras el fracaso de las elecciones de 1932 y puso sus amistades al servicio del Führer como jefe de la oficina de Prensa Extranjera.

Mientras el NSDAP iba consolidando su poder, se fue acrecentando la distancia entre Hanfstaengl y Goebbels, el ministro de Propaganda. Y, tras ser denunciado por la dama británica Unity Mitford, Putzi fue ignorado y definitivamente apartado de la cúpula del Partido cuando Hitler ganó las elecciones y formó su primer gobierno a principios de 1933; en octubre de 1934 se le prohibió el acceso a la cancillería y con este hecho Putzi abrió los ojos y entrevió que debía emprender la huida. Su ocaso político coincidió con el distanciamiento de Helene (se divorciaron en 1936).

Putzi huyó, primero, a Suiza y, después, a Inglaterra, donde fue encarcelado, tras ser acusado de espionaje; posteriormente fue trasladado a un campo de prisioneros en Canadá y en 1942, gracias a la mediación del presidente Roosevelt, fue deportado a los Estados Unidos, donde trabajó para la inteligencia militar revelando información sobre Hitler y otros líderes del partido en el gobierno.

En 1943, junto a Henry A. Murray, director del departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, y al psicoanalista Walter C. Langer, elaboró el informe «Análisis de la personalidad de Adolf Hitler» para la OSS (Office of Strategic Services). En 1944 fue devuelto a los británicos y al finalizar la guerra fue repatriado a Alemania en 1945. Hanfstaengl publicó sus memorias Testigo de primera mano (Unheard witness, 1957), que apenas alcanzaron difusión.

«Detrás del pianista, detrás del bufón, como lo describía el entorno de Hitler, detrás del hombre de bien que hizo cuanto pudo por domar a la bestia, como se define a sí mismo Putzi en sus memorias, se oculta tal vez un ideólogo en la sombra, un hábil marionetista. Pero la sombra es tan densa que lo ha hecho desaparecer en la infinita negrura de los tiempos. David Marwell se dio cuenta antes que yo: Putzi se mueve sin parar y se nos escabulle entre los dedos» (Snégaroff 108).

La sólida documentación y la profundidad psicológica le permiten a Thomas Snégaroff penetrar en la peculiaridad de este hombre, al que el piano posibilitó que conociera a Adolf Hitler y también a Franklin Theodore Roosevelt en el Harvard Club de Nueva York, y que tuvo entre sus amigos al actor Charles Chaplin, al magnate de la prensa William Randoph Hearst, a la escritora Djuna Barnes, al banquero John Pierpont Morgan y el director de orquesta Arturo Toscanini, entre otros.

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