Fundado en 1910

Portada «El águila y los cuervos» de José Soto ChicaDesperta Ferro

'El águila y los cuervos': la caída de Roma entre caudillos bárbaros y senadores ambiciosos

José Soto Chica profundiza en las causas de la caída de Roma alejándose de tópicos y estereotipos manidos, haciendo hincapié en el enriquecimiento de las grandes familias aristocráticas y las luchas intestinas por el poder

Los grandes temas históricos nunca se agotan. De hecho, cuanta más envergadura tengan estos, mayor cabida podrán dar a la interpretación y al surgimiento de nuevas teorías y trabajos. En ese sentido, la cuestión de la caída de Roma puede catalogarse como uno de los temas más prolíficos que se revisitan frecuentemente desde nuevas y distintas perspectivas.

¿Por qué cayó el todopoderoso Imperio romano? Esta es una pregunta repetida de manera secular desde el mismo año 476 d.C., y desde entonces se han dado infinidad de respuestas, algunas más meditadas y sensatas que otras. Y ahora viene a añadirse otra más, la del profesor de la Universidad de Granada y especialista en el ámbito político-militar de la Antigüedad Tardía José Soto Chica, en la especializada editorial Desperta Ferro con el sugerente título El águila y los cuervos. La caída del Imperio romano.

Lo principal es que la respuesta de Soto Chica a la pregunta de por qué cayó Roma no es unívoca, ni simplista: es polifacética y compleja, alejada de todo reduccionismo. El gran beneficiario de esta nueva aproximación a la caída de Roma es, pues, la investigación seria y comprometida, alejada de los desfasados dogmas dieciochescos. Aquí no encontraremos afirmaciones taxativas y empobrecidas como las que culparon al cristianismo, a los bárbaros o, más recientemente, al cambio climático… No. Soto Chica demuestra ser un académico serio y comprometido con la investigación, no un vendedor mercachifle de bálsamos milagrosos de los que pululaban por el Far West americano.

Para Soto Chica no hay una única e incontestable causa que precipitara la caída del Imperio romano occidental, sino una conjunción de múltiples y muy variados factores, no inventados por el autor sino extraídos mediante un estudio reposado y veraz de las fuentes de la época, donde destacan testimonios de personajes fundamentales como el antiguo militar e historiador Amiano Marcelino, el senador Quinto Aurelio Símaco o el poeta y panegirista Claudio Claudiano.

desperta ferro / 520 págs. + 8 a color

El águila y los cuervos

José Soto Chica

En el capítulo segundo, titulado con las evocadoras palabras «También en Roma mueren los hombres», Soto Chica se adentra en muchos de estos factores, mediante una exposición sintética y clara de las fortalezas y debilidades del Imperio romano en la segunda mitad del siglo IV, además de un punto fundamental dedicado a la situación y transformación del ejército –institución cimiento del Imperio– en ese periodo.

Dentro de esas debilidades, Soto Chica señala tres que son especialmente certeras, como es el gigantismo que sufría el Imperio, además del «cada vez mayor desapego de las élites hacia el poder central y el acaparamiento de poder en manos de un solo alto mando del ejército occidental». Aun así, Soto Chica aborda otras cuestiones de cierta importancia como fueron la inflación, el clima y su influencia sobre las cosechas o las guerras contra los persas, esta última cuestión abordada con más detalle en el capítulo tercero, «Cuando se enfurece Ares».

Expuestas dichas fortalezas y debilidades, además de la situación del Imperio en la segunda mitad del siglo IV, Soto Chica se centra en las que considera las causas principales que impidieron a la parte occidental del Imperio afrontar los retos que le sobrevinieron: las luchas internas y guerras civiles, y el acaparamiento masivo de riqueza en unas pocas manos. Así afirma Soto Chica que «una y otra vez, la guerra civil, las luchas intestinas, las conjuras y tramas políticas en aras de controlar el trono, dieron sus mejores bazas a los bárbaros», luchas, por cierto, organizadas y promovidas por la aristocracia de Occidente, «la nobleza senatorial itálica, la que provocaría en buena medida la caída de Aecio, precipitando así al Imperio a la devastadora crisis del 455».

Lo principal es que la respuesta de Soto Chica a la pregunta de por qué cayó Roma no es unívoca, ni simplista: es polifacética y compleja, alejada de todo reduccionismo

El diagnóstico de Soto Chica es claro: ni los bárbaros, ni los cristianos, ni el clima… Las luchas internas y el acaparamiento de la riqueza en unas pocas manos, eso fue lo que incapacitó al Imperio romano de Occidente para responder adecuadamente a los retos que se le presentaron, y que la parte oriental sí afrontó debidamente. Y ante dicho diagnóstico, reflexiona también el autor sobre Oriente: «la gran pregunta que hay que hacerse a la hora de sopesar la caída de este gran imperio de Occidente es la de por qué su ‘imperio gemelo’, la Roma de Oriente, Bizancio, sobrevivió y prosperó a la par que Occidente se hundía y disgregaba», cuestión que, como bizantinista, Soto Chica está más que capacitado para responder.

Por último, solo queda dedicar un breve comentario al magnífico apartado bibliográfico en el que se apoya la obra, además del gran surtido de bien pensadas imágenes que trufan el libro y el aparato cartográfico, siempre excelente en los volúmenes de la editorial Desperta Ferro. En definitiva, esta publicación es una magnífica buena nueva para quienes quieran sumergirse de manera total, desde la no especialización, en el interesantísimo tema de la caída de Roma.