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Portada de «Los Últimos de América» de Juan Carlos Segura JustActas

'Los últimos de América': la resistencia olvidada de los últimos reductos españoles en México, Perú y Chile

Juan Carlos Segura Just rescata para la memoria los tres últimos focos de resistencia española en la América continental relatando algunos de sus episodios más interesantes y desconocidos

Los españoles nos hemos criado aprendiendo que nuestro imperio se perdió en 1898 con la independencia de Cuba y Filipinas. El impacto del «Desastre del 98» fue tan grande que creó su propio movimiento literario con la generación homónima y político, con el regeneracionismo. Sin embargo, como señaló Michael Costeloe, hemos prestado mucha menos atención al verdadero desastre del proyecto imperial español, que fue la independencia de casi todo el continente americano en las guerras de emancipación de 1810 a 1824.

En este libro, Juan Carlos Segura Just rescata para la memoria este crucial conflicto relatando algunos de sus episodios más interesantes y desconocidos. El autor se centra en los tres últimos focos de resistencia española en la América continental: la fortaleza de San Juan de Ulúa en Veracruz (México), la fortaleza del Real Felipe de El Callao (Perú) y la isla de Chiloé (Chile). En estos tres emplazamientos, las autoridades militares españolas se negaron a rendirse y mantuvieron una resistencia a ultranza incluso después de que la definitiva batalla de Ayacucho en 1824 pusiese fin a toda esperanza de mantener el dominio español sobre América. Sitiados por los ejércitos mexicano, peruano y chileno, sin apenas posibilidad ni esperanza de recibir refuerzos desde la metrópoli, los defensores resistieron el asedio enemigo hasta que la enfermedad y el hambre obligó a las tres plazas a capitular entre noviembre de 1825 y enero de 1826.

actas / 342 págs.

Los Últimos de América

Juan Carlos Segura Just

El libro dedica una sección a cada uno de estos asedios, que Juan Carlos Segura relata con pluma ágil y fácil de leer. Pero la narración no se limita a contar los sucesos de cada una de estas plazas, sino que ofrece una amplia contextualización tanto del origen e historia de la presencia española en cada una como de los acontecimientos políticos que sucedían fuera de los muros de las fortalezas. La historia de los defensores se entrelaza así con la visión más general de los complejos procesos de independencia de la América española. Podemos ver por las páginas del libro a personajes como Bolívar, San Martín, Iturbide o Fernando VII y vemos los titubeos y vaivenes tanto de España como de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas. El lector no especializado en el tema no tiene por tanto ningún problema para entender el marco histórico de la época y el libro ofrece una breve pero clara explicación de los procesos de independencia de México, Perú y Chile.

Sin embargo, los protagonistas indiscutibles de esta obra son los defensores de Ulúa, el Real Felipe y Chiloé. En este sentido Segura realiza una muy necesaria labor de reivindicación, porque como señala: «De los tres incomparables episodios de Ulúa, el Real y Chiloé, y de los cuatro héroes Coppinger, Lemaur, Rodil y Quintanilla, no hay ningún monumento o placa en toda España que mantenga vivo su recuerdo para la posteridad» (p. 325). Efectivamente, incluso los españoles más aficionados a la Historia probablemente desconozcan la heroica y desesperada resistencia de estas plazas y mucho menos hayan oído los nombres de sus defensores. Este olvido resulta curioso cuando, en su momento, la gesta de estos héroes fue muy celebrada en España.

De hecho, aunque el caso de Chiloé pasó más desapercibido, en el Real Felipe se concedieron once Laureadas de San Fernando, la más alta condecoración militar española, y en Ulúa se dio el caso único y extraordinario en nuestra historia militar de que todos y cada uno de los 165 supervivientes del asedio recibieron la Laureada individual. Uno de los aportes más interesantes y meritorios del libro es precisamente la identificación y breve biografía que el autor hace de los once laureados del Real Felipe y hasta 47 de los 165 condecorados en Ulúa.

Cuando se piensa en la defensa enconada que, contra toda esperanza, se empeña en mantener izada la bandera española en una plaza sitiada que es todo lo que queda del antiguo dominio español sobre lejanos territorios de ultramar, es inevitable recordar el sitio de Baler y los «Últimos de Filipinas». El libro dedica el último capítulo a hacer una comparación entre estos episodios y reflexionar sobre el muy diferente tratamiento que se les ha dado en la memoria nacional. Sin desmerecer la heroica actuación de los sitiados de Baler, el autor demuestra con datos como tanto por su importancia estratégica, por el número de tropas implicadas, la duración de la resistencia y el coste en vidas, los episodios tratados en el libro superan ampliamente al mucho más famoso caso de Filipinas.

Por ello, y ahora que parece que tímidamente se está despertando de nuevo tras un largo sueño el recuerdo de las gestas de nuestro pasado, rescatar la memoria de los Últimos de América de su larguísimo e injustificado olvido es una labor digna de elogio.