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Portada de «Los otros feriantes» de Álvaro Cunqueiro

Portada de «Los otros feriantes» de Álvaro Cunqueiro

Ediciones 98 recupera Los otros feriantes de Cunqueiro, uno de los mejores prosistas gallegos del siglo XX

Álvaro Cunqueiro: realismo mágico a la gallega

Los otros feriantes, una vívida y amena caracterización de las gentes del campo gallego, por un escritor extraordinario

Puede que Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1911- Vigo 1981) sea uno de esos autores a los que los datos de su biografía no le realcen tanto como los suyos a Valle-Inclán, Unamuno o Rimbaud. Aunque su prosa es estimable sin necesidad de ningún tipo de referencia extraliteraria, sí conviene recordar que como escritor ganó numerosos premios –entre ellos, el Premio Nacional de la Crítica y el Premio Nadal–, y como periodista el afamado Premio Conde de Godó. Ediciones 98 pretende fomentar la obra y la figura de Cunqueiro, uno de los mejores prosistas gallegos del siglo XX, con la publicación de Los otros feriantes, primera traducción al castellano de una obra que forma parte de las descripciones de tipos populares del autor y a la que él otorgó una posición relevante dentro de su producción.

«Este haz de retratos son continuación de otros que di hace unos años en mi libro Gente de aquí y de acullá. Dije entonces, en una carta al Dr. García-Sabell que abría el tomo, si podía ser que aquella buena gente fuese a un tiempo inventada por mí o sacada de la realidad, o ambas cosas a un tiempo.» Con estas palabras, Álvaro Cunqueiro anticipa que en Los otros feriantes, como en sus otras obras, lo mítico y lo real, lo cotidiano y lo extraordinario se mezclan de tal forma que no pueden separarse.

Y es que el rasgo más llamativo, comentado e incluso imitado de las narraciones de Cunqueiro es el uso especial que hace de los elementos fantásticos. Y lo hace de dos maneras: bien «desacralizando» un mito y «rebajándolo» a la realidad cotidiana; bien elevando la realidad cotidiana a mito mediante la aparición de lo maravilloso.

Respecto a la primera manera, la fantasía de Cunqueiro se desenvuelve con toda naturalidad en los temas del mundo homérico y la leyenda artúrica: en Merlín y familia (1955), el famoso mago se convierte en un personaje perfectamente integrado en la supersticiosa y querida Galicia del autor. En Las mocedades de Ulises (1960), con toda probabilidad su obra más conocida, el héroe griego se entrega a la aventura de ser joven sin dimensión trágica ni épica alguna, como haría cualquier joven de Melide o Portomarín. Como vemos, la recreación y desmitificación de los relatos clásicos es uno de los caminos por los que circula la potencia fabuladora del narrador, pero no es el único.

Portada de «Los otros feriantes» de Álvaro Cunqueiro

ediciones 98 / 170 págs.

Los otros feriantes

Álvaro Cunqueiro

En Los otros feriantes Cunqueiro recoge historias referidas al mundo galaico rural. Los relatos empiezan en el terreno de un realismo casi costumbrista y evolucionan a un realismo mágico en el que los hechos extraordinarios ocurren con absoluta naturalidad (no en vano hay quien habla de «oralidad juglaresca» o de «neotrovadorismo» para referirse al estilo de Cunqueiro).

La obra se compone de cincuenta retratos muy breves de personajes gallegos. Algunos tienen oficios naturales y populares. Otros son magos, taumaturgos o meigas. Hay una mujer que vende lunares, otra que pone huevos y un hombre, natural de Pontevedra, que se propone construir una gaita de piedra. Animales parlanchines, hadas y monedas embrujadas salen a nuestro encuentro, así como figuras procedentes de la mitología gallega, como el gatipedro, causante de que los niños mojen la cama. Por muy extravagantes o inusitados sean los hechos narrados, Cunqueiro se vale de recursos suficientes como para mantenernos en los meandros de la cotidianidad. Al fondo gallego le va muy bien a lo esotérico y extraordinario, y el universo de Cunqueiro manifiesta una apretada coherencia.

La magia y la cotidianidad son parte fundamental de esta compleja realidad, pero también lo son el humor y la melancolía. La seducción y eficacia expresiva de este extraordinario escritor hace de estas semblanzas de tipos populares unos bocados deliciosos y amenísimos.

En el breve pero significativo epílogo de Los otros feriantes, César Cunqueiro, poeta e hijo del escritor, recoge la definición que el propio Álvaro dio a su obra. No habló de fantasía ni magia, sino que la describió como «un canto a la esplendidez de la vida cotidiana.» Una mirada atenta que le permitió componer una recreación insólita del paisaje y las gentes que le eran tan familiares y queridos.

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