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«El libro de los Reyes Magos» de Juan de HildesheimEncuentro

'El libro de los Reyes Magos': realeza, divinidad y humanidad de Cristo

Un bellísimo libro, propio del tiempo litúrgico de Navidad, donde texto e imágenes se entrelazan para presentarnos la historia de los Reyes Magos escrita por el carmelita Juan de Hildesheim

Las imágenes de la infancia de Cristo traen ante nuestros ojos la representación de la adoración de los Reyes Magos, uno de los episodios más significativos de la infancia Cristo. Tras la sucinta narración de san Mateo, desde las exégesis patrísticas las fuentes literarias fueron enriqueciendo la lectura simbólica de la escena, a la vez que nos acercaban a un mayor conocimiento de sus protagonistas.

A ello contribuyó, en la segunda mitad del siglo XIV, el carmelita Juan de Hildesheim con un bellísimo relato que comienza en el monte Vaus, donde astrólogos indios y caldeos esperaban la manifestación de la estrella profetizada por Balaam. A continuación, engarza el viaje a Belén y el nacimiento de Cristo en la casa de Jesé, en el mismo lugar donde había visto la luz el rey David.

Juan de Hildesheim muestra su conocimiento y compilación de los textos de la tradición anterior en la constante referencia a prefiguraciones del Antiguo Testamento, como Daniel en el foso de los leones o los tres hebreos en el horno. Precisamente estas escenas forman parte del mismo programa iconográfico que la adoración de los Magos en las pinturas y relieves de los sarcófagos de las catacumbas, donde a menudo se representa. La presencia de la Epifanía en el ámbito funerario obedece a que el episodio es imagen de la salvación universal, llegada a los pueblos más lejanos, personificados por los Magos. Así lo sintetiza Juan de Hildesheim en el título completo de su escrito: Libro de los hechos y de la triple traslación de los tres beatísimo Reyes, los cuales fueron primicia de los gentiles y modelos de salvación de todos los cristianos.

encuentro / 174 págs.

El libro de los Reyes Magos

Juan de Hildesheim

La presente edición nos ofrece una preciosa combinación de texto e imágenes, mostrando cómo en la iconografía cristiana es fundamental la consideración de los escritos de las distintas épocas para la comprensión última de las imágenes y para explicar la evolución del tratamiento de figuras y escenografías. Así se advierte cuando Hildesheim describe la estrella con «larguísimos rayos», «con la efigie de un Niño en su interior» y «encima el signo de la Cruz», tal como recrea el Maestro de Ávila en el tríptico conservado en el Museo Lázaro Galdiano.

La incidencia de los textos se aprecia en detalles como la vestimenta de los protagonistas, que se transforma desde tocados propios de astrólogos de la tradición oriental hasta los mantos reales y las coronas que caracterizan a Melchor Gaspar y Baltasar como reyes de India, Caldea y Persia. También se aprecian variables en las piezas que portan las ofrendas, con anacronismos propios de los distintos siglos para recordarnos, de la mano de Hildesheim, que simbolizan la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la humanidad (mirra) de Cristo. Incluso en estos pormenores el autor traza paralelismos con el Antiguo Testamento al señalar, en el capítulo XXIV, que «los treinta denarios que Melchor ofreció al Señor son los mismos que Abraham, al salir de Ur de Caldea, llevo en su peregrinación (…) y los mismos por los que fue vendido José por sus hermanos».

La historia de Hildesheim no termina con la postración de los Magos ante el Niño Jesús, ni con los personajes propios del ciclo de Navidad, como los pastores o Herodes, sino que prosigue con el sueño de los Reyes Magos, la huida a Egipto, el bautismo de los Reyes Magos a manos de santo Tomás, su consagración episcopal, la muerte de Melchor, Gaspar y Baltasar y su entierro en la ciudad de Seuva.

En los últimos capítulos se da entrada a santa Elena, quien, tras entrar en la India, tomó posesión de las reliquias de los Magos y las trasladó hasta Santa Sofía de Constantinopla, comenzando así un periplo que las llevaría a Milán y finalmente a la Catedral de Colonia. El recorrido de los personajes es acompañado por Giotto, Duccio, Giovanni Pisano, Benozzo Gozzoli, Beato Angelico o Filippino Lippi, en un riquísimo repertorio de imágenes que aúnan la tradición oriental y occidental. La belleza de las manifestaciones artísticas se suma a la vasta cultura de Hildesheim para destacar los signos que nos hablan de la presencia de Dios dentro del tiempo y de la historia.

En esta particular crónica, de treinta y cuatro breves capítulos, nunca se pierde la perspectiva unitaria de la historia de la salvación, haciendo presente el sacrificio de Cristo en los paralelismos trazados por este profesor de Sagrada Escritura en el París de mediados del siglo XIV.