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Portada de «Cómo conocía al sembrador de árboles», de Abilio Estévez

'Cómo conocí al sembrador de árboles': historias de una revolución fracasada

Con un estilo a caballo entre el realismo sucio y el mágico, Abilio Estévez ofrece un retrato del desarraigo que sufre la diáspora cubana

La nostalgia por la patria perdida, el desarraigo y el olvido del hogar son los temas comunes sobre los que discurren los cuentos contenidos en el libro Cómo conocí al sembrador de árboles.

Su autor, el escritor cubano –nacionalizado español–, Abilio Estévez, construye un retrato de la identidad del pueblo cubano en la diáspora por medio de unos personajes que añoran una Cuba que ya no existe y un hogar que ya no es.

Tusquets / 400 págs

Cómo conocí al sembrador de árboles

Abilio Estévez

Hay otro punto en común en todos estos cuentos: fueron escritos fuera de Cuba, en Barcelona, en Miami, en Palma de Mallorca, pero todos tienen como protagonista a la ciudad de La Habana o bien porque la narración se desarrolla en sus calles o porque sus calles planean de forma etérea en el alma de los personajes.

En Cómo conocí al sembrador de árboles se percibe un pueblo cubano frustrado por una revolución, la castrista, que generó grandes esperanzas de libertad frente a la dictadura de Batista y que los propios revolucionarios se encargaron de decepcionar y convertir en un fracaso.

Una frustración que queda plasmada desde el primer cuento, Paisaje que ya no existe, donde la familia de un alto cargo de la dictadura de Batista abandona su casa de forma precipitada ante la llegada de los revolucionarios y prefiere plantarle fuego antes que verla ocupada por los «barbudos».

Los personajes de estos cuentos viven bajo el embrujo del trauma por la pérdida de sus raíces, lo que les lleva a olvidarlas y a sustituir sus recuerdos por otros ficticios que dan forma a un nuevo país, un país que se sitúa entre la realidad y el realismo mágico.

De ese modo, los hermanos que protagonizan la primera historia olvidan cómo era su casa y generan recuerdos nuevos, de forma que ninguno comparte la memoria del mismo hogar perdido que los demás.

La búsqueda de unas nuevas raíces lleva a los personajes de los cuentos –en su conjunto un reflejo de la diáspora cubana– a un constante peregrinar sin rumbo. Como el protagonista del cuento Jamaica, las Montañas Azules, obsesionado con recorrer Europa en tren desde Italia hasta Portugal sin saber muy bien el motivo.

El protagonista comienza su trayecto olvidando todo su equipaje en Milán, y realiza el viaje acompañado de otros individuos igual de desarraigados que él. Entre los tres, sin embargo, logran establecer unos vínculos que los convierten en una nueva comunidad hermanada por el desarraigo y la fatalidad.

Porque la fatalidad, es el tema final de este conjunto de cuentos. Estévez ve al pueblo cubano marcado por un destino fatal resultado de esa pérdida del recuerdo y de la esperanza, que alcanza su expresión máxima en la historia de Eladio, el protagonista del último cuento, el que da título a todo el conjunto: Cómo conocí al sembrador de árboles.

Con un estilo elegante, clásico, sencillo y brutal –que en ocasiones recuerda al realismo sucio de Raymond Carver–, y con un notable dominio de la construcción psicológica de los personajes, Abilio Estévez logra introducir al lector en las obsesiones, frustraciones y desesperanzas de los protagonistas de sus cuentos.