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Portada de «Comida de domingo» de José Luís Peixoto

Portada de «Comida de domingo» de José Luís PeixotoRandom House

'Comida de domingo': las memorias interpuestas de Rui Nabeiro

José Luís Peixoto novela la vida del rey portugués del café en un libro hermoso por momentos que, sin embargo, se come al personaje

Rui Nabeiro, dueño de Delta Cafés, sería a Portugal lo que Amancio Ortega a España, sólo para entendernos. De extracción humilde, desde Campo Maior, en la pobre región del Alentejo, fundó un imperio cafetero rápidamente ramificado. Antes de ello, en su juventud, se dedicó al contrabando en la frontera española; siempre defendió que por mera supervivencia. Falleció apenas hace un mes, erigido en patriarca de una gran familia y emblema del self made man a la portuguesa.

La de Nabeiro es carne de biografía al uso, pero la que nos traemos entre manos no lo es en absoluto. El también alentejano José Luís Peixoto, considerado uno de los escritores más dotados de su generación, señalado en su día por el propio Saramago, toma de rehén en Comida de domingo a Nabeiro y novela su vida de un modo que podría ser más una especie de Fellini 8 ½ que Ciudadano Kane. Es decir, lo que prima es el desanudarse de la memoria en flujo más que la evocación ordenada de una vida.

Portada de «Comida de domingo» de José Luís Peixoto

Literatura Random House / 208 págs.

Comida de domingo

José Luís Peixoto

Dice Peixoto al inicio de este libro: «El pasado tiene que probar constantemente su existencia. Lo que se ha olvidado y lo que no ha existido ocupan el mismo sitio. Hay mucha realidad paseándose por ahí, frágil, acarreada por una única persona. Si ese individuo desaparece, toda esa realidad se evapora sin remedio, no hay modo de recuperarla, es como si no hubiera existido». Resulta un buen planteamiento programático para esta novela que, como habitaciones unidas por puertas correderas, transita del presente (un Nabeiro ya envejecido, achacoso) al pasado, de la primera a la tercera persona («Morir es uno de los verbos en el que existe mayor separación entre la tercera y la primera persona»), de lo puramente sensorial a lo biográfico, con idea de rescatar aquello que no cuentan las biografías.

Peixoto conoce bien el mundo alentejano, sabe evocarlo y elevarlo a través de un costumbrismo poético. En novelas como Galveias, su estilo esmerado, con algo de sonámbulo, encuentra un cauce perfecto para contar a las gentes de su tierra. En Comida de domingo, Nabeiro pasa a ser más un personaje de Peixoto que otra cosa, engarza bien con su obra pero no tanto con el propio Nabeiro. Es decir, este es un más un libro de Peixoto que una biografía de Nabeiro. Es algo que intuíamos y dábamos por descontado, pero la mezcla de estas memorias interpuestas no resulta del todo, no cuaja en el paladar y las estampas líricas y desordenadas del autor se comen al personaje, cuya entidad se diluye. Mientras pasa las páginas, uno espera más Nabeiro y menos Peixoto. Pero nunca sucede del todo.

Es posible disfrutar a ratos de la prosa del escritor portugués y al mismo tiempo lamentarse de que su personaje principal no despunte y el lector saque pocas conclusiones de esta obra. En cierta manera, Peixoto hace de ventrílocuo con Nabeiro. Y sí, por ahí está su aprendizaje alentejano, sus manejos en la frontera, la guerra civil española, su militancia socialista, Mario Soares, Felipe González, el café, el éxito… Y, cosa interesante por inusual hoy en día, la celebración del patriarcado (en el mejor de los sentidos) en esa comida de domingo a la que alude el título en torno a la cual Nabeiro articula a su numerosa familia.

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